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Pocas certidumbres y candidatos antiguos en las elecciones de República Dominicana.

Los dominicanos decidían ayer quien será el nuevo presidente del país, en unos comicios en los que dos aspirantes ya se habían enfrentado anteriormente. Los últimos sondeos vaticinaban la victoria de Danilo Medina, del oficialista Partido de Liberación Dominicana (PLD). El apoyo de la primera dama Margarita Cedeño, que va por la vicepresidencia, es un factor decisivo en la campaña de Medina.

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El escenario de las elecciones celebradas ayer resulta familiar, tanto por los rostros de los candidatos como por sus discursos y promesas. Los dos que llegan con posibilidades reales de ganar ya se habían enfrentado hace 12 años en una instancia similar: Danilo Medina, del oficialista PLD, y el vencedor de aquel año, Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Dominicano, que ocupó la presidencia del país hasta ser derrotado por el actual presidente, Leonel Fernández.

Los de ayer fueron los primeros comicios en los que podían votar los ciudadanos que viven en el exterior, un total de 328.000 personas de los 6,5 millones habilitados. Si bien la jornada se desarrolló sin problemas graves, durante la campaña hubo varios enfrentamientos entre militantes, y ayer se detectaron algunos incidentes menores que no llegaron a alterar la “calma” con la cual transcurrió el día, según los candidatos. El presidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario, dijo, según Efe, que “en sentido general, hay una participación activa, masiva y pacífica”. Además de los dos principales contendientes se presentaron cuatro de partidos minoritarios, a los que las últimas encuestas dan menos del 5% de los votos, y no se espera que haya una segunda vuelta. Aunque al cierre de esta edición no se tenían resultados definitivos, los últimos sondeos apuntaban a Medina como el vencedor. De 60 años, químico y economista de profesión, ya ha ocupado cargos políticos, como la titularidad de la Cámara de Diputados, y también fue ministro de Presidencia. Ayer se mostró “confiado y convencido” de su triunfo. Se postuló bajo el lema “Continuar lo que está bien, hacer lo que nunca se ha hecho”, y la consigna de “mantener la línea de ir en ayuda de los sectores menos pudientes del país”.

A la sombra de Medina está el punto fuerte de su candidatura, que reside en el apoyo y respaldo de la primera dama Margarita Cedeño, su compañera de fórmula como vicepresidenta.

Cedeño decidió su presentación en noviembre, luego de renunciar meses antes a competir en las internas del PLD para postularse a la presidencia, ya que Fernández no podría revalidar su mandato en otra legislatura. Es una abogada internacional muy reconocida en el país, y con la presidencia de Fernández su figura obtuvo mayor relevancia, especialmente en el plano de las políticas sociales. Se define a sí misma como “madre, abogada, ciudadana sensible y solidaria”, y es una fuente importante de votos para Medina, entre ellos los femeninos.

Por el otro lado, el ex presidente y candidato del socialdemócrata PRD, Hipólito Mejía, de 71 años, se proclamó en campaña como el “papá” de los dominicanos, dispuesto a regresar al puesto que ocupó entre 2000 y 2004. Denuncia “el alto costo de la vida” en el país y promete un “un verdadero cambio”. En sus discursos afirma tener la solución para reducir la brecha que separa a ricos y pobres, con atención a la agricultura, su campo de especialización como ingeniero agrónomo. Sus puntos a favor, de acuerdo con la opinión de diversos analistas, es su imagen, más cercana al común de los ciudadanos, y el lenguaje directo, como resumió al diario El Universal la antropóloga Tahíra Vargas: “Mejía proyecta una imagen muy patriarcal y por eso la gente lo ve incluso como un salvador”. Le juega en contra la gestión anterior, marcada por una aguda crisis económica y financiera, que hizo caer su popularidad, tal como señalan los últimos sondeos.

Al margen de promesas y discursos, para que exista una mejora real en el país, lo que ha de enfrentar el nuevo presidente será la desigualdad aguda, los índices de pobreza que rozan el 30% de la población y la fuerte dependencia externa.

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