Ingresá

Dos policías revisan la documentación de un inmigrante que vive en Atenas, Grecia, durante la operación Xenios Zeus, que consiste en redadas a gran escala a inmigrantes sin papeles.

Foto: Efe, Alkis Konstantinidis

El eslabón más débil

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Denuncian hostigamiento policial y de pandillas a inmigrantes en el marco de la crisis social griega.

“La crisis económica y la inmigración no pueden servir de excusas para el fracaso de Grecia en la lucha contra la violencia que desgarra su tejido social”, advertía la organización Human Rights Watch (HRW) en julio. Ayer, en un nuevo comunicado, denunció que la Policía griega detiene inmigrantes “por su apariencia física”. En los últimos días un amplio operativo dejó 6.000 extranjeros detenidos.

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La Policía griega declaró en un comunicado que actúa con “respeto por los derechos humanos”, en referencia a las acciones que lleva adelante en estos días, en el marco de la operación Zeus Xenios contra la inmigración sin papeles. En el marco de esa política fueron movilizados unos 4.500 agentes en el centro de Atenas y en Evros, ciudad de la frontera con Turquía, que es el principal punto de ingreso a Grecia y de allí a Europa. Las cifras que se dieron a conocer acerca del megaoperativo que comenzó el sábado hablan por sí solas: en cuestión de días unos 6.000 extranjeros fueron detenidos; de éstos 1.500 fueron procesados y serán deportados por entrada ilegal al país y los demás quedaron en libertad.

La organización HRW declaró: “Grecia tiene derecho a hacer respetar sus leyes de inmigración y, tras un proceso justo, deportar a aquellos que no tengan derecho a permanecer en el país”. El subdirector de HRW para Europa y Asia Central, Benjamin Ward, declaró que, sin embargo, Grecia “no tiene derecho a tratar a la gente como criminales o aventurar su estatus de irregularidad sólo por su raza o etnia”.

En julio la misma organización alertaba sobre el aumento de ataques racistas contra inmigrantes cometidos de noche en las calles de Atenas por grupos de griegos que esconden sus rostros, y de la falta de actuación de la Policía. En ese momento HRW hizo varias recomendaciones: mejorar la vigilancia en los barrios con fuerte población inmigrante para poder detener a los agresores o evitar los ataques, capacitar a la Policía y a los fiscales sobre los crímenes de odio y crear una base de datos central, y asegurarse de que un inmigrante ilegal que denuncia un crimen de esas características no corra el riesgo de ser detenido o expulsado.

Ahora HRW le recordó al gobierno que “la Policía griega debe tener un motivo específico para detener e interrogar a la gente, aparte de su apariencia”, y que “las expulsiones en masa están estrictamente prohibidas por las leyes internacionales”. Además, añadió que es ilegal “deportar a refugiados a países donde puedan ser perseguidos o se arriesguen a ser torturados”.

En los últimos diez años Grecia se convirtió para los inmigrantes sin papeles y los demandantes de asilo en la puerta de entrada a la Unión Europea desde África y Asia. A la falta de políticas adecuadas se suma ahora la crisis económica y HRW denuncia que en el centro de Atenas se concentran muchos extranjeros que viven en la pobreza extrema, ocupan edificios abandonados o lugares públicos, lo que causa un aumento de la criminalidad. Los inmigrantes son los primeros en sufrir el desempleo y los recortes sociales, a los que se agrega el rechazo de los griegos agobiados por la crisis. Éste se refleja en los discursos políticos, alimentados por el peso electoral de la ultraderecha.

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