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Un rebelde sirio apunta su arma hacia el exterior desde una escuela en Alepo, Siria.

Foto: Efe, Stringer

Llueve sobre mojado

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Una de las principales ciudades sirias es ahora un campo de batalla.

La lucha entre rebeldes y militares en Siria continúa y se concentra hace casi dos semanas en la ciudad de Alepo, sede económica y segunda ciudad del país por su tamaño. Allí vivían 2,5 millones de habitantes hasta que los enfrentamientos provocaron un éxodo masivo.

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“El destino de nuestro pueblo y nuestra nación depende de esta batalla”, manifestó en un comunicado el presidente sirio, Bashar al Assad, en referencia al enfrentamiento entre rebeldes y militares en Alepo. En el 67º aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas sirias, Al Assad arengó a los militares con frases como: “Nuestras Fuerzas Armadas siguen siendo el escudo de la patria”. Además, rindió homenaje a los soldados muertos en combate y dijo, según citó la agencia de noticias estatal Sana, que “han regado con su sangre pura el suelo de la patria”.

Por su parte, el presidente del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdel Rahmane, aseguró desde Londres: “Alepo es tan importante como lo era Bengasi para los rebeldes libios. Es la capital del norte y las regiones septentrionales están en manos de los rebeldes. Si esta ciudad cae, el régimen cae”.

Las versiones sobre el enfrentamiento entre rebeldes y militares son contradictorias y sesgadas, según el bando del que provienen, porque el gobierno sirio restringe el acceso de periodistas extranjeros al país.

Tanto el gobierno como los rebeldes consideraron que la batalla de Alepo es fundamental para mantener el poder o conseguirlo y por eso reforzaron allí la presencia de militares y rebeldes armados la semana pasada. Alepo, al noroeste de Siria y muy cerca de la frontera con Turquía, pasó de ser el motor de la economía a ser una ciudad de comercios cerrados y desabastecida de alimentos, agua y electricidad, dominada por el sonido de los disparos y las bombas y por la presencia de los cadáveres, que yacen en las calles y las veredas, según relatan los habitantes del lugar a distintos medios de comunicación.

En Alepo vivían 2,5 millones de personas, pero esa cifra baja drásticamente día a día: en la primera semana de conflicto unas 200.000 personas ya habían escapado hacia Turquía y se estima que otro tanto dejó la ciudad y se mantuvo en otras zonas de Siria.

Unos y otros se adjudican victorias. Una de las milicias rebeldes difundió el video de una aparente ejecución de cuatro hombres leales a Al Assad y las distintas agrupaciones opositoras aseguran que dominan el núcleo central de Alepo. Dicen también que los militares están atrapados entre ese centro y los alrededores de la ciudad, también dominada por los rebeldes. Por su parte, el gobierno aseguró que en los últimos días mató a 400 “terroristas” y ayer el Ejército se jactaba de haber matado a “un número considerable” de líderes rebeldes.

Pero la lucha no existe sólo dentro de fronteras: Turquía, que ha manifestado su apoyo por los rebeldes sirios, está haciendo “ejercicios de rutina” en la frontera con Siria, frente a Al Qamishli, la ciudad en la que se concentra la mayor cantidad de kurdos, que combaten al gobierno turco. Los turcos quieren prevenir la posibilidad de que los soldados sirios que tienen esa ciudad dominada sean reubicados en otra zona del país, lo que daría mayor libertad a los kurdos para preparar o dirigir ataques, indicó el gobierno de Ankara.

Estados Unidos también busca incidir en el conflicto sirio y ayer el gobierno autorizó oficialmente al Grupo de Apoyo Sirio para que envíe ayuda financiera al Ejército Libre Sirio, que nuclea a la mayor parte de los opositores de su país. Hasta entonces sólo había enviado ayuda humanitaria y equipamiento para comunicaciones.

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