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Aníbal Carrillo durante la entrevista con la diaria./ Foto: Santiago Mazzarovich

Un médico ahí

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El candidato apoyado por Lugo para las elecciones paraguayas propone aprender de los errores y afianzar unidad de la izquierda.

Meses atrás se produjo una fractura en el Frente Guasú, cuando uno de los precandidatos, el presentador de televisión Mario Ferreiro, se escindió de ese movimiento y formó junto a otros dirigentes Avanza País. Entonces, Aníbal Carrillo se convirtió en una figura central en la política paraguaya al ser nombrado candidato presidencial para las elecciones del 21 de abril. En entrevista con la diaria atribuyó la división del Frente Guasú, que aglutinaba a gran parte de la izquierda paraguaya, a enfoques sobre cómo presentarse a las elecciones, y no descartó la posibilidad de una alianza en el futuro. Por otra parte, Carrillo reconoció que durante el gobierno de Fernando Lugo se cometieron algunas equivocaciones de gestión, pero señaló que “la consolidación política se va construyendo paso a paso, con experiencias, corrigiendo errores”.

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-¿Los candidatos de izquierda a las elecciones de abril son ignorados por los medios de comunicación paraguayos?

-Sí, hacen que no tengamos presencia, o si la tenemos es por alguna confrontación, y nos denominan “los zurdos”, “los caviares”, “los descontentos con todo”, pero no prestan atención a nuestros planteos. En realidad, el circo mediático ya existía en Paraguay para el gobierno de Lugo. Hubo una ofensiva cotidiana para derribar al presidente durante los 1.400 días de gobierno. Ni siquiera empezó con su asunción, sino desde el momento en que fue electo. La prensa cumplió un papel muy importante en generar un clima adverso al gobierno, que finalmente no tuvo el éxito esperado: funcionó más bien a nivel urbano, de la clase media, que es la que más consume estos medios, pero a nivel popular no tuvo repercusión. Ahí entramos en uno de los aspectos más importantes del gobierno de Fernando Lugo: tiene un importante reconocimiento social, fundamentalmente de los sectores más pobres, que vieron un gobierno que tiene una política de acercamiento. Pero también tuvo apoyo de los sectores productores, los genuinos, los que están en la diversificación industrial y en la producción con sentido social, que estaban de acuerdo con una reforma impositiva y vieron en el de Lugo un gobierno muy honesto en términos de gestión. Son sectores que apoyaron y evaluaron muy positivamente esa administración.

-Cuando Lugo fue apartado del cargo ese apoyo que tuvo su gobierno no se hizo tan visible en las calles. ¿Por qué cree que no hubo una respuesta masiva de rechazo al juicio político que destituyó al presidente?

-Marcaría dos elementos. Primero, se produce una serie de acontecimientos muy vertiginosos, y segundo, una parálisis social. Lo primero tuvo que ver con el shock que significó Curuguaty [la masacre durante el desalojo de una ocupación rural en la que murieron 11 campesinos y seis policías]. No había algo así hace... No recuerdo un acontecimiento de esta envergadura presentado en los medios como una confrontación de policías y campesinos. Nosotros no teníamos una información correcta, estábamos bastante confundidos por un hecho absolutamente inesperado que tendría que haberse resuelto de un modo pacífico, tranquilo, como muchos otros desalojos. Al día siguiente empezaron los grandes gremios sojeros y ganaderos a pedir el juicio político. Inmediatamente tomó ese llamado el candidato a presidente colorado Horacio Cartes y lo encabezó en su partido. Evidentemente fue una conspiración muy bien montada. El juicio político duró 17 horas y la capacidad de respuesta de la gente para impedirlo estaba muy limitada.

-¿Y más adelante, después de la destitución?

-Y después viene la fase posgolpe, cuando hay dos vertientes en el Frente Guasú [FG]: la más electoral, que avanza sobre los plazos electorales, y otra de resistencia, de marcar definitivamente una huella en la historia de Paraguay en relación al golpe. Pero la línea electoral va tomando mayor fuerza por los plazos electorales. Los procesos electorales generan siempre una tendencia a la división, que es lo que se produjo, que un sector decidiera retirarse del FG y constituir otra alianza. Eso también debilitó la resistencia contra el golpe.

Desde su lugar

Ya en su época de liceal Aníbal Carrillo se vinculó a movimientos gremiales de resistencia a la dictadura; más adelante adhirió al Partido Febrerista, desde el que promovió movilizaciones contra el régimen de Alfredo Stroessner (1954-1989). Tras la caída de la dictadura se integró al Congreso Democrático del Pueblo, que lideró la lucha contra las privatizaciones neolibrales, a las que se logró frenar.

Fue el secretario político del Partido Popular Tekojoja hasta hace unos meses, cuando fue declarado candidato presidencial del Frente Guasú para las elecciones del 21 de abril. Desde su nombramiento recorre el país junto a Fernando Lugo y el candidato a vicepresidente, Luis Aguayo, un dirigente campesino de larga trayectoria. Estimó que ya han recorrido 60% del país.

Las encuestas señalan que Carrillo cuenta con una intención de voto de entre 3% y 11% -según las distintas consultoras- con tendencia al alza. Este dirigente político y médico figura en los sondeos detrás del otro candidato de izquierda, Mario Ferreiro, de Avanza País, una formación que se escindió recientemente de Frente Guasú, que contaría con entre 8% y 20%.

El favorito para las elecciones es el candidato colorado, Horacio Cartes, que obtiene en los sondeos 30% de la intención de voto y supera por menos de diez puntos porcentuales al candidato liberal, Efraín Alegre.

-Aun así hay una gran diferencia entre la cantidad de fuerzas que apoyaron el gobierno de Lugo cuando estaba en funciones y las que se manifestaron en los días que siguieron a su destitución, incluso en las protestas en el local de TV Pública.

-La sociedad paraguaya en su mayoría lamentó, claramente, la destitución de Lugo. Eso es visible. Que eso no haya sido una expresión más clara, más militante, puede también deberse a falencias en la conducción política, que no tuvo un direccionamiento claro hacia esa inquietud importante que se daba en relación a la destitución. No hay que menospreciar que en la última fase del gobierno de Lugo se generó cierta retracción del movimiento popular por algunas medidas como el cambio desafortunado -después de lo de Curuguaty- del ministro del Interior [Carlos Filizzola fue reemplazado por el colorado Rubén Candia Amarilla]. Ingresa una persona involucrada en la persecución de los campesinos, que era la base de movilización más importante que tenía este gobierno. Eso también generó una impresión de que eso era una derechización del gobierno para sobrevivir, así como el nombramiento, muy a contramano, de quien dirigió el operativo en Curuguaty [Arnaldo Sanabria Morán] como jefe de Policía. Luego uno escucha las explicaciones de que era un poco para tratar de aplacar a ciertos sectores más conservadores, que estaban muy alzados, con las garras puestas en el gobierno. No sirvió para eso y tampoco sirvió para generar confianza en el sector en que teníamos que generarla.

-¿El gobierno de Lugo fue una oportunidad perdida de formar un partido o una coalición de izquierda que marcara presencia, que tuviera un peso real en la política paraguaya?

-Lideramos el gobierno en ausencia de un soporte político, con una gran dispersión de la izquierda, que tenía como único elemento común la candidatura de Lugo. Ya estando en el gobierno se produce ese intento de unidad; el FG estaba en proceso de construcción en esa doble contienda: en el trabajo político partidario y en el mantenimiento del gobierno, además de la tarea de establecer los vasos comunicantes entre ambas cosas. Se trató de que no hubiera burocratismo o tecnocracia con una dedicación exclusiva a gobernar ni tampoco trabajar sólo desde criterios políticos. La marca de la primera etapa de gobierno fue con énfasis en cierto tecnocratismo, pero desde el segundo año hubo una intención real de corregirlo con diferentes experiencias unitarias. La más importante es la del FG, que se produce con un involucramiento directo del presidente y de casi todas las fuerzas políticas progresistas y de izquierda. Eso es algo absolutamente inédito: el FG es la experiencia unitaria mas importante que tiene Paraguay en términos de fuerza política. Hubo deficiencias, hubo una gestión de gobierno mejor en términos técnicos que políticos, la gestión política fue limitada, mejor dicho, el propio desarrollo de las fuerzas políticas en ese momento no permitía pensar en un gran salto. La consolidación política se va contruyendo paso a paso, con experiencias, corrigiendo errores.

-¿Por qué se fractura el FG?

-Para mí es insuficiente pensar que fue por una cuestión electoral, porque estábamos muy cerca de lograr un acuerdo electoral, faltaban solamente cuestiones accesorias. Creo que la causa real es que existían dos visiones políticas. Una es la de quienes seguimos en el FG, que es la gran mayoría de la izquierda, que confía que desde una plataforma política, desde una matriz ideológica, política y programática definida es posible proyectar un programa nacional, y también que es posible hacerlo desde los protagonistas, sin ocultar ni esconder a los que han contribuido a la construcción de un proyecto alternativo de sociedad, que además han luchado siempre. Otros creen que no es posible hacer una propuesta electoral desde una plataforma política y que es preferible hacerlo desde una más amplia, con algunos elementos políticos.

-¿Apuntando más a conseguir el voto en abril?

-Más de carácter electoral. Entienden que la propuesta electoral debe ser específicamente electoral y que las propuestas políticas deben tener otro camino, otro momento. Nosotros pensamos que el propio desarrollo de la sociedad paraguaya requiere una propuesta política no tan coyuntural, tan inmediatista, tan de “después vemos qué pasa”, y con protagonistas que van entrando y saliendo de acuerdo a diferentes coyunturas. Por otro lado, creo que otra diferencia importante que hubo refiere al liderazgo de Lugo. En el FG pensamos que es un liderazgo consolidado, que tiene mucho para aportar todavía al proceso político progresista de construcción de una alternativa en Paraguay. Entre los que se han retirado, otros piensan que ése es un liderazgo que ya debe pasar a retiro, que es preferible sustituirlo por otro tipo de liderazgo, como el del candidato que han elegido. Son concepciones prácticas. Creo que las diferencias ideológicas no son tantas, que las programáticas pueden ser hasta salvables, porque ambos planteamos programas nacionales, democráticos, con creación de una política social, de un gobierno responsable, incluyente, de reforma agraria. Son grandes elementos en común. Pero creo que esas otras cosas nos diferencian. Hay, sin embargo, un proceso de unidad de la propia ciudadanía, de los progresistas, por decirlo de alguna manera, que estamos juntos en lo que tiene que ver con oponernos a [la multinacional minera] Río Tinto Alcán, en la claridad de todo lo que ha sucedido en Curuguaty, en las semillas transgénicas. Son temas que nos encuentran relativamente unidos, aunque separados en términos electorales. La gente irá con las dos opciones pero políticamente unidos. Creo que eso es lo que vamos a seguir desarrollando desde el FG.

-Las encuestas (ver recuadro) muestran que hay una tendencia a que tanto usted como Ferreiro crezcan en intención de voto. ¿Se puede pensar en una alianza preelectoral de la izquierda para formar un frente parlamentario opositor más amplio o incluso para pelear por la 
presidencia?

-Es lo que a veces el sentido común puede indicar, pero el aspecto programático lleva hacia otro camino por varias razones. Las alianzas políticas deben ser suficientemente maduradas. Las coyunturas electorales llevan a tomar en cuenta sólo lo aritmético. Esto podría conducir a un buen resultado electoral pero no fluye en un proyecto, no se responsabiliza ante la ciudadanía por una propuesta definida. Además, creo que cuando hay una propuesta de alianza o de concertación tampoco se produce una transferencia inmediata de los votos, eso lleva un proceso de maduración. De todos modos, una alianza de ese tipo ya no es posible, incluso por los tiempos legales; lo que puede suceder es que una de las candidaturas se levante. Dudaría del resultado práctico de una alianza preelectoral. Creo que si nosotros estableciéramos alianzas al galope del proceso electoral también estaríamos restando a este esfuerzo de hablar con la gente con la verdad, de mostrar un proyecto, una idea, y un conjunto de compañeros y compañeras que representan realmente esa idea. En ese sentido el FG tiene una propuesta electoral muy coherente, con su historia, tiene dos años de vida pero tiene una larguísima historia: el Partido Comunista tiene más de 80 años, otros tienen diez, 20 años, hay dirigentes sociales con 30 años de trayectoria política. Tenemos un acumulado histórico, nuestra propuesta electoral es coherente con eso, y las personas que proponemos como candidatos también.

-Después de las elecciones, ¿se puede pensar en una alianza, sobre todo a la hora de ser oposición ante 
una posible victoria del Partido 
Colorado?

-No quiero hablar acerca de lo que puede pasar tanto más adelante. Creo que en este momento estamos básicamente en la construcción, en la llegada a la gente, generando una base política y social propia. Seguimos optimistas de que podemos remontar situaciones adversas, creemos que tenemos muy buenas posibilidades de ganar, de tener un bloque parlamentario importante. Esto también sería un avance respecto del período anterior, que teníamos el gobierno pero en el ámbito parlamentario estábamos muy huérfanos. Creo que sí, el proceso de unidad va a continuar, vamos a poner la voluntad y el esfuerzo para seguir avanzando, y esperemos que las dirigencias puedan encontrar mecanismos para compaginar ideas hacia el futuro.

-¿Qué tipo de campaña está haciendo el FG?

-Nuestro eje es el contacto directo con la gente. La recorrida con Lugo [cabeza de lista del FG para el Senado] y el candidato a vicepresidente Luis Aguayo por todos los departamentos hace que cada semana estemos en contacto con miles de personas. En ellas vemos rostros de esperanza, de optimismo, expresiones muy gratificantes de mucho ánimo, de mucha fuerza. Realmente la campaña se está nutriendo de la gente, de su vitalidad, de su confianza y de su esperanza, que empezó en 2008 y siguió creciendo, a veces con altibajos, con decepciones, pero sigue siendo un pueblo muy esperanzado. El pueblo paraguayo tiene muchas heridas que cerrar, está muy lastimado por su pobreza, por sus necesidades, por el abandono, por la agresión, por la elección de un modelo económico que ve venir como un capital voraz que devora comunidades -porque realmente ésa es la característica del modelo-, dejando a millones de paraguayos fuera del beneficio del progreso. Es una sociedad que mira con mucha esperanza una apuesta confiable como es el FG.

-¿Cree que a medida que se acerquen las elecciones las denuncias contra Cartes -de corrupción, de contrabando, de presuntos contactos con el narcotráfico- van a hacer más mella en el electorado?

-Creo que la sociedad paraguaya tiene muchísimas sospechas de Cartes y eso sin dudas que va a tener alguna repercusión desde el punto de vista electoral. Él ha sido condenado por el negocio de divisas, tiene como una docena de procesos judiciales por contrabando. Ese crecimiento económico acelerado, tan general, “multiempresario”, hace sospechar a la sociedad del origen dudoso de tantos recursos y tantos bienes. Creo que parte de la esperanza que hay en la gente es que hoy el ciudadano de a pie, que no está politizado y que quiere una respuesta del gobierno, entiende que un peligro como es Horacio Cartes puede significar tiempos difíciles para el país.

-Aunque ganen las elecciones quienes impulsaron el juicio político contra Lugo -el Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico-, lo más probable es que se levante la suspensión de Paraguay en el Mercosur y la Unasur, ¿le parece justo?

-También las relaciones internacionales tienen su juego propio. Paraguay debe reintegrarse, no es pensable fuera de la integración. Con cualquier gobierno. Creo que quienes más problemas van a tener son los golpistas, porque van a tener que integrarse con gobiernos democráticos, porque va a haber otras conductas y otros códigos. Nuestros problemas internos los vamos a resolver con la solidaridad de los pueblos, con la colaboración, con el conocimiento, pero quienes vamos a tener que castigar definitivamente a los golpistas somos nosotros, los paraguayos.

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