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Antiguos militantes talibanes asisten a una ceremonia de entrega de armas en la ciudad de Jalalabad, en el este de Afganistán.

Foto: Abdul Mueed, Efe

En sus manos

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El gobierno afgano y el talibán comenzarán negociaciones en Qatar.

Los talibanes abrieron ayer su oficina en Doha, capital de Qatar, donde recibirán a afganos y estadounidenses para mantener negociaciones e intentar darle una salida al conflicto que azota a Afganistán y del que ellos son protagonistas.

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Fue una jornada de puntapiés iniciales: la Organización del Tratado del Alántico Norte (OTAN) pasó a las fuerzas afganas la responsabilidad sobre la seguridad de su país, el talibán anunció que negociará con las autoridades afganas y Estados Unidos se reservó un lugar en esas conversaciones.

Hasta ahora los intentos de diálogo entre las partes habían sido aislados. El gobierno afgano protagonizó una iniciativa que fracasó a fines de 2011 debido al asesinato de su principal representante en las negociaciones. Un año después Estados Unidos, que había rechazado el intento afgano, mantuvo conversaciones bilaterales con el talibán, pero tras algunos meses el diálogo se cortó.

En su momento el gobierno afgano que preside Hamid Karzai mostró desagrado frente al hecho de que Estados Unidos negociara en forma independiente con el talibán, cuando el problema es afgano y debería resolverse entre ellos. Por su parte, desde Estados Unidos han surgido voces y actitudes en los últimos años que muestran que este país no quiere dejar de tener un papel trascendente en las negociaciones. En éste y otros aspectos Washington parece considerar “blando” al gobierno de Karzai que, por ejemplo, ha anunciado que liberará a los presos si no hay pruebas en su contra, además de criticar los ataques y bombardeos de la OTAN que causan la muerte de civiles. Ayer de mañana, el talibán anunció la apertura de su oficina en Qatar, cuyo portavoz, Mohamed Naim, señaló que quieren buscar una solución pacífica al conflicto y agregó: “El diálogo y las negociaciones son el único medio para restaurar la paz en Afganistán”. Enseguida Karzai anunció que algunos representantes del Alto Consejo por la Paz viajarán a Qatar tan pronto como sea posible. Horas antes, en la ceremonia que simbolizó el pasaje de las tareas de seguridad de la OTAN a las fuerzas afganas, el mandatario había asegurado que era necesario un cambio de estrategia para alcanzar la paz.

Pero minutos después del anuncio de Karzai, también se pronunció Estados Unidos. “Altos funcionarios” que dieron una conferencia de prensa telefónica, pero pidieron mantenerse en el anonimato, dijeron que se mantendrían conversaciones con el talibán previas incluso a las que mantendrán los afganos entre sí, informó la agencia Reuters. Exigirán a los talibanes que corten sus lazos con Al Qaeda, acaben con la violencia y acepten la Constitución afgana (que tiene pocos puntos en común con la ley islámica que los talibanes han buscado imponer).

Telón de fondo

Tras 12 años de ocupación las fuerzas afganas comenzarán hoy a hacerse cargo de la seguridad de su país. Karzai celebró el acontecimiento y aprovechó la ocasión para asegurar que quedan descartados los ataques aéreos sobre “los hogares y el pueblo afgano”, en clara alusión a los procedimientos de la OTAN, que han causado decenas de muertes de civiles.

El presidente afgano también pidió al recientemente electo primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, que “elimine los santuarios talibanes”. Tanto Afganistán como Estados Unidos acusan a Pakistán de haber permitido que el talibán se refugie en su territorio tras perpetrar ataques en suelo afgano. Estas novedades no deben sugerir que la violencia ha amainado. Por el contrario, los ataques del talibán y de otros grupos insurgentes continúan, implicando a organismos como la Comisión de Derechos Humanos y la Corte Suprema. Según un informe elaborado por las Naciones Unidas que citó la agencia de noticias Efe, entre enero y mayo de 2013 hubo 2.499 víctimas civiles de ataques violentos, 24% más respecto del mismo período de 2012.

La de Rusia fue una de las pocas voces contrarias a este proceso. El canciller, Serguéi Lavrov, señaló que tiene la impresión de que se está impulsando injustificadamente la transferencia de la responsabilidad a las fuerzas afganas, pese a que éstas no están preparadas, por el “deseo” de Estados Unidos de mandar a sus tropas a casa.

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