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Cliven Bundy (centro, con sombrero) y su familia. / Fotografía extraída de BUNDYRANCH.BLOGSPOT.COM

Ascenso y caída

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Obama se rio del héroe de la ultraderecha Cliven Bundy en su discurso en la cena anual con la prensa.

Cliven Bundy se ha convertido en un fenómeno por asegurar que el gobierno de Estados Unidos se extralimitaba al impedir que sus reses pastaran en tierras fiscales y por negarse a reconocer su autoridad. El Tea Party lo tomó bajo su ala, como prueba de que los estadounidenses se cansaron de la intromisión del Estado en sus vidas. Pero cuando Bundy comenzó a mostrar que además era racista, aquellos que lo apoyaban ya no pudieron defenderlo como antes.

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Editar

Barack Obama volvió a desplegar sus capacidades para la comedia en la cena anual con corresponsales de la Casa Blanca, que reúne a periodistas, dirigentes políticos y celebridades, y que esta vez fue conducida por el actor de Community, Joel McHale. “Siempre comienzo estas intervenciones burlándome de mí mismo, pero después de mi maravilloso 2013, ¿qué puedo decir?”, bromeó Obama, que también se rio de los medios de comunicación. En otro momento, dirigiéndose a Fox News, aseguró: “Me van a extrañar. Va a ser mucho más difícil convencer a su audiencia de que Hillary [Clinton, probable candidata demócrata para las próximas elecciones] nació en Kenia”.

Entre las bromas, Obama se refirió al caso de Bundy, el ranchero de Nevada que intentó levantar un movimiento contra el gobierno y se convirtió en héroe para el ala más derechista de los republicanos, al menos hasta que hizo comentarios racistas. “Como regla general: las cosas no terminan bien cuando se empieza una oración diciendo: ‘Déjenme decirles algo sobre los negros’”, bromeó, citando a Bundy, y despertó uno de los aplausos más prolongados de la noche.

El caso de Bundy comenzó como el de un héroe americano, al menos para el Tea Party. Desde los años 90, el ranchero permite que sus más de 500 reses pasten en tierras fiscales, por lo cual el gobierno comenzó una causa judicial en su contra que pasó por varias instancias. En la última de ellas, semanas atrás, la Justicia dio permiso al gobierno para que confiscara las reses de Bundy si él no pagaba la deuda acumulada desde 1993, de más de un millón de dólares. A principios de abril, funcionarios del gobierno federal se dirigieron al rancho para confiscar las reses, pero el ranchero se atrincheró acompañado por sus familiares: 14 hijos y 52 nietos, todos armados. La situación no tardó en aparecer en las pantallas de los medios conservadores de Estados Unidos, principalmente la cadena Fox, que comenzó a presentarlo como un héroe americano. Bundy sostiene que su familia ha ocupado esas tierras desde el siglo XIX y no reconoce la jurisdicción del gobierno federal sobre ellas; asegura que la competencia al respecto es del Estado de Nevada.

El ranchero podría ser considerado un “ciudadano soberano”, una categoría que se supone integrada por unas 100.000 personas y que en 2010 el FBI incluyó en la lista de grupos de terrorismo doméstico, ya que ellas no reconocen al gobierno estadounidense. En la categoría de ciudadano soberano se incluye, por ejemplo, a quienes no quieren pagar sus impuestos o las multas de tránsito porque no reconocen la autoridad del gobierno federal para sancionarlos por sus acciones. Muchas de estas personas han llevado sus casos a la Justicia, y en general han perdido, como Bundy.

La jurista JJ MacNab, especialista en casos vinculados a los ciudadanos soberanos, dijo a la revista Forbes que a diferencia de la derecha conservadora, que emplea las herramientas democráticas para expresar su punto de vista, los ciudadanos soberanos apuntan a otros medios como citas bíblicas, sentencias judiciales o definiciones legales que les permitan estar directamente por fuera del sistema. “No sólo debés demostrar que no tenés que cumplir la ley, sino que, además, estás obedeciendo a tu deber patriótico de ignorarla. Cualquier persona que te diga lo contrario es antiestadounidense o forma parte de una conspiración internacional”, así lo sienten los integrantes de esta categoría, dijo MacNab.

Pero Bundy se limitaba a decir que el gobierno federal se extralimitaba al entrometerse en sus asuntos. Con ese mensaje se ganó la adhesión del Tea Party, cuyo líder, Ted Cruz, lo respaldó y aseguró que el gobierno “se calza las botas del autoritarismo para enfrentarse a sus ciudadanos”. El Tea Party había encontrado, a sólo seis meses de las elecciones, a su héroe: un ciudadano cansado de que el gobierno se entrometiera en su vida, en sintonía con el discurso del ala más derechista del Partido Republicano.

Su causa también atrajo a decenas de miembros de distintas milicias estadounidenses que acudieron a su rancho para ayudarlo a defender “su territorio”. “La guerra ha comenzado. Tenemos que recuperar Estados Unidos”, coreaban. Bundy fue un éxito en Nevada, donde 85% de las tierras son federales, porcentaje que es considerado excesivo por muchos, y el fenómeno amenazaba con encantar a otras zonas de Estados Unidos.

Paso en falso

“Déjenme decirles algo sobre los negros. Viven básicamente de los subsidios del gobierno. ¿Qué hacen? Abortan a sus hijos, meten a sus jóvenes a la cárcel, nunca han aprendido a cosechar algodón. A menudo me he preguntado, ¿estaban mejor como esclavos, cosechando algodón, teniendo una vida familiar y haciendo cosas? ¿O están mejor bajo el subsidio del gobierno? No les han dado más libertad, tienen menos libertad”. Ésas fueron las palabras de Bundy en una entrevista brindada a un grupo de periodistas en su rancho.

Las declaraciones generaron una fuga masiva entre las personalidades que habían proclamado su apoyo a Bundy, como el periodista Sean Hannity, de Fox, o los políticos del Tea Party como Dean Helle y Rand Paul, que salieron públicamente a calificar sus declaraciones como “racistas” y “repugnantes”. Algunos analistas consideraron que el de Bundy no es un fenómeno aislado, sino que demuestra el resurgimiento que han tenido en los últimos años grupos de ultraderecha, milicias armadas y supremacistas blancos.

“Obama es un símbolo de los cambios demográficos que están ocurriendo en el país. En unas décadas los blancos serán minoría y a mucha gente eso le da terror. Por eso algunos llegan a tomar las armas para defender lo que creen que es suyo”, dijo a la BBC Devin Burghart, que lleva años estudiando a los grupos de extrema derecha desde el Instituto de Investigación y Educación de los Derechos Humanos, del cual es vicepresidente. Burghart aseguró que en los últimos años ha crecido el número de milicias armadas -en comparación con la caída que tuvieron a fines de los 90- y dijo que están cada vez más coordinadas. “Están preparándose para un conflicto con el gobierno federal”, advirtió.

Los agentes federales continúan vigilando el rancho de Bundy, aunque no han avanzado sobre él, al parecer por el temor de generar un enfrentamiento con civiles. Sin embargo, dirigentes del gobierno han instado a los agentes a actuar para evitar que una persona que no respetó una ley quede impune.

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