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La canciller alemana, Angela Merkel, el martes en una conferencia en la sede del Consejo Europeo en Bruselas (Bélgica). / Foto: Julien Warnand, Efe

Cocina europea

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La designación del candidato a presidente de la Comisión Europea divide al bloque.

Las urnas sacudieron el tablero político de la Unión Europea (UE) y después de que se dieran aconocer los resultados de las parlamentarias del bloque, las negociaciones para elegir a su próximo presidente se hicieron más complejas de lo esperado. La fuerza que cobraron los ultranacionalistas y otros grupos de extrema derecha en el Parlamento regional le quita al Partido Popular Europeo posibilidades de alcanzar una alianza con otros sectores de la derecha.

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La Comisión Europea (CE) juega un rol central en el bloque regional, y tiene como principal cometido proponer y aplicar las políticas europeas. Es la “guardiana de los tratados” y tiene prioridad a la hora de tocar temas que los países miembros delegan a la UE, como el de la moneda o la legislación aduanera. Por ejemplo, la CE está a cargo de las negociaciones de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, y las mantiene sin consultar ni al Parlamento Europeo, ni a otro órgano comunitario.

Pero la designación oficial del candidato a presidirla debe surgir del Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y Gobierno de los 28 países de la UE. Esta elección debería demorar unas semanas, y las normas europeas, en particular el Tratado de Lisboa, que entró en vigor en 2009, establecen que la CE debe tomar en cuenta el resultado de las elecciones para designar al candidato oficial. Pero no todos los líderes europeos lo ven del mismo modo.

Los matices son particularmente visibles entre los dos países considerados como las “locomotoras” de la UE: Francia y Alemania. El presidente francés, François Hollande, cuyo Partido Socialista integra el grupo regional de Socialistas y Demócratas (S&D), se inclina por que Jean Claude Juncker, el candidato del derechista Partido Popular Europeo (PPE), el más votado el domingo, sea propuesto para el cargo. Si se postula su nombre, Juncker debería someterse al voto del nuevo Parlamento entre el 14 y el 17 de julio.

Sin embargo, la canciller alemana, Angela Merkel, cuyo partido integra el PPE, dijo estar en contra de una aplicación lineal de la norma. Pidió a sus pares que “lean con cuidado” el Tratado de Lisboa. Además, evitó mostrar su apoyo a Juncker. Cuando se le preguntó si este dirigente podría liderar la agenda de prioridades de la UE, respondió que la “puede ejecutar él, pero también muchos otros”. Merkel agregó: “Lo dijimos varias veces, lo más importante es saber cuál de los dos grupos más importantes es más fuerte en el Parlamento. Pero, por otro lado, sabemos que ningún grupo parlamentario puede decidir solo quién será el presidente de la Comisión”. Merkel se refirió así a la victoria ajustada que logró el PPE, que tendrá 213 escaños de los 517 que componen el Parlamento.

El presidente de la CE necesita un mínimo de 376 votos. Incluso si a los diputados del PPE se les sumaran sus aliados naturales, que son los liberales de la Alianza de Demócratas y Liberales, no sería suficiente para llegar a esa cifra, porque estos últimos obtuvieron 64 escaños.

Tampoco es posible pensar en una alianza con los numerosos diputados que sumó el grupo de los no inscriptos en esas grandes bancadas, porque en su mayoría son euroescépticos nacionalistas y de ultraderecha. Cuentan con 105 escaños, pero están en contra de las políticas impulsadas por el PPE, que domina el Parlamento desde hace años. Ya existe otro grupo euroescéptico de derecha, Europa Libertades y Democracia, que tampoco se inclina a establecer una alianza con el PPE. Por lo tanto, a Juncker sólo le quedan opciones que se sitúan a su izquierda.

Los primeros ministros de Reino Unido, David Cameron, y de Hungría, Víktor Orbán, tampoco mostraron entusiasmo por Juncker. Por su parte, Hollande recordó que en Francia uno de cada cuatro votantes apoyó al ultraderechista Frente Nacional (FN) y consideró que “no se trata sólo de un problema francés, sino de toda la UE”. El socialista afirmó: “Quiero que Europa cambie. Tiene que escuchar lo que ocurrió en Francia”. Hollande teme alimentar al euroescepticismo si no se respeta el resultado de las urnas.

En cualquier caso, si Juncker llegara a ser designado, los resultados más probables serían que fuera electo con votos de la izquierda o perdiera la elección, caso en el que se celebraría un nuevo plenario para votar a otro candidato.

Ante la falta de acuerdo, el Consejo Europeo resolvió empezar por definir prioridades para el próximo presidente de la CE. El presidente del consejo, Herman van Rompuy, hará consultas con los grupos parlamentarios antes de que se defina el candidato.

“Las discusiones sobre los nombres vienen después de las discusiones sobre la agenda y sobre las cosas a hacer, y yo estoy mucho más interesado en discutir cómo gastar bien el dinero europeo para poder crear trabajo”, dijo el primer ministro italiano, el centroizquierdista Matteo Renzi, gran vencedor de la elección del domingo en su país, ya que fue uno de los únicos dirigentes europeos que recibió un amplio respaldo en las parlamentarias del bloque.

Algunos medios comenzaron a barajar posibles candidatos alternativos (aunque los ciudadanos no votaron con sus nombres presentes). Se habla de personalidades que pertenecen al PPE, a S&D y también de algún independiente.

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