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Público durante la votación en la Cámara de Diputados de Brasil, del Plan Nacional de Educación. / Foto: José Cruz, Agência Brasil (archivo, mayo de 2014)

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Brasil se propone universalizar el acceso a la educación y duplicar su inversión en este sector.

El Congreso brasileño aprobó el Plan Nacional de Educación 2014-2024, que duplica de manera progresiva el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) que se destina a la educación, para pasar de 5,3% a 10% para 2024. Como contrapartida se exige una serie de objetivos entre los que figura la eventual universalización de la educación preescolar.

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El proyecto fue enviado por el Ejecutivo al Parlamento en 2010, con la intención de establecer metas a cumplir entre 2011 y 2020, pero su tratamiento en las distintas cámaras fue postergado hasta ahora. Finalmente fue aprobado en la Cámara de Diputados, a última hora del martes, con lo que quedó pronto para su promulgación por parte de la presidenta Dilma Rousseff.

El Plan Nacional de Educación establece diez metas claras para universalizar la educación en todos los niveles para los niños y adolescentes de cuatro a 17 años, y el objetivo de que en 2024, 50% de los niños de tres años asistan a centros educativos.

Para lograr esas metas se proponen varias estrategias. Éstas incluyen mecanismos para acompañar a cada estudiante de forma individual, un monitoreo de la asistencia a clases de los hijos de quienes se benefician con programas de transferencia de renta -aunque la no asistencia no condiciona el acceso a la prestación- y la promoción activa de la búsqueda de niños fuera de la escuela en horarios de clase. También se aumentará 50% el número de escuelas de tiempo completo; para ello se invertirá en la construcción de canchas polideportivas, laboratorios, bibliotecas, baños y otros tipos de infraestructura y equipamiento.

Además, se aumentarán las becas y el financiamiento para quienes se eduquen en centros privados de enseñanza. Esos recursos se podrían destinar al pago de mensualidades, las matrículas o los materiales de estudio.

También se promoverá la educación técnica, principalmente para los estudiantes que dejaron de asistir a clases, con el objetivo de triplicar la matriculación para 2024, para lo cual se aumentará en 50% las becas para este tipo de centros de estudios.

Entre los objetivos del plan se incluye la alfabetización de todos los niños que pasen por los primeros tres años de la enseñanza primaria, ya que actualmente 15,2% de los niños de ocho años son analfabetos, según datos de diciembre de 2012. También se intenta elevar la tasa de alfabetización de la población de 15 años o más, de 88,6% a 93,5% para 2019 y a 100% para 2024.

Por otro lado, se exigirá una mayor preparación a los cuerpos docentes. La meta es aumentar a 75% el porcentaje de educadores recibidos de carreras de formación docente que trabajen en cada escuela. También se establece que para 2024 se titulen anualmente -como profesores o con especializaciones- 85.000 personas. Con este objetivo se va a aumentar la oferta de educación terciaria y de posgrados, se van a cambiar los programas de estudio y se exigirán calificaciones educativas y técnicas para los ascensos en la carrera -estas últimas dos son exigencias de los profesores, que se mantienen en conflicto-.

La mayor inversión en educación ha sido un objetivo de Rousseff 
desde que comenzó su mandato, en enero de 2011. Desde entonces impulsó una iniciativa que heredó del ex presidente Lula da Silva para que las ganancias que se obtengan por la explotación del petróleo en el presal se distribuyan en todos los estados, y no sólo en los que tienen ese recurso, para que cada uno de ellos destine al menos 10% de su PIB a la educación para 2024. Con este proyecto, Rousseff comprometió al gobierno central a realizar el mismo esfuerzo.

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