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Manifestación para condenar el ataque contra la sede del semanario satírico francés Charlie Hebdo, ayer, en París. Foto: Martial Trezzini, Efe

Yo soy Charlie

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La condena al ataque contra la revista francesa se extendió por el mundo.

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Las reacciones generadas por la matanza de ayer en el local de Charlie Hebdo dejaron claro que lo ocurrido fue mucho más que un ataque contra una revista. La frase “Je suis Charlie” se repetía en las redes sociales, en las páginas web de los diarios franceses y en los carteles que llevaban los miles de manifestantes que salieron a las calles en París, Lyon, Nantes, Toulouse, Marsella y otras ciudades.

Primero marcharon en silencio, muchos de ellos con lápices y lapiceras en las manos, y después gritaron consignas como “Charliberté”, que juega con el nombre de la revista y con las palabras “tanque” y “libertad”. Al mismo tiempo, otros manifestantes se concentraban ante las embajadas francesas en Alemania, España, Bélgica y Reino Unido.

El rechazo a este atentado unió a gobiernos de los países de Europa, Rusia, Estados Unidos, Irán y Turquía. Manifestaron su condena el rey de Marruecos y la reina de Inglaterra. Lo mismo hicieron la Liga Árabe, la Organización de las Naciones Unidas y los gobiernos latinoamericanos. La presidenta de Brasil condenó este “acto de barbarie”, el de Colombia dijo que con el atentado se violaron “derechos universales”, y el de Costa Rica que “no hay justificación alguna” para un acto con el cual “se manda un mensaje muy claro de odio hacia quienes informan”. En los distintos mensajes se repetía la idea de que este atentado tuvo como objetivo la libertad de prensa, la libertad de expresión o la libertad a secas.

El gobierno de Dinamarca condenó el “brutal” atentado y recordó que el diario danés Jyllands-Posten sufrió amenazas en 2005 por publicar caricaturas de Mahoma. También fueron amenazados entonces el autor de esas caricaturas, el dibujante Kurt Westergaard, y la revista Charlie Hebdo, que las reprodujo. Hoy cumple una condena de diez años de cárcel un somalí residente en Dinamarca que en 2010 entró a hachazos a la casa de Westergaard, que pudo llamar a la Policía a tiempo.

Ayer, este dibujante de 79 años calificó de “terrorífico” el ataque contra Charlie Hebdo. Según citó la agencia de noticias española Efe, que también manifestó su repudio al ataque, Westergaard dijo sobre la revista francesa: “Tienen unos dibujos satíricos muy ácidos y vigilan a las fuerzas autoritarias. Les da igual si son islamistas, católicos o políticos”. También el escritor británico Salman Rushdie, que fue amenazado por ofender al Islam con su novela Los versos satánicos, se refirió al ataque y dijo, de acuerdo con Efe, que se pasó de respetar la religión a tenerle miedo.

Justo ahora

El contexto en el que ocurre este atentado también fue un elemento a tener en cuenta para algunos dirigentes. El movimiento islamófobo alemán Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), muy activo en los últimos meses y que convocó una manifestación el lunes, entiende que el ataque cometido en Francia refuerza sus argumentos. “Los islamistas, contra los que Pegida advierte desde hace 12 semanas, mostraron hoy en Francia que no saben comportarse en democracia y que sólo contemplan la violencia y la muerte”, manifestó Pegida en su página de Facebook, informó Efe. El movimiento llamó a actuar antes de que “una tragedia como ésta ocurra en Alemania”.

De cerca

Consultado por la diaria por correo electrónico, el dibujante uruguayo Pancho Graells (www.pancho.graells.fr), ex caricaturista de Marcha, quien además fue colaborador de Le Monde y de varias otras publicaciones francesas, lamentó la pérdida de “colegas queridos y respetados”, en particular “cuatro de ellos”, Cabu, Honoré, Tignous y Wolinsky, con quienes “tenía relación desde hace mucho tiempo”. Dijo que con Cabu se veían “todas las semanas”, porque ambos trabajaban en Le Canard Enchaîné, el otro gran semanario satírico francés. Para Pancho, el de ayer “fue un atentado no sólo contra Charlie Hebdo, sino contra Francia entera, contra esa Francia que permitía la existencia de Charlie Hebdo”. Concluyó: “Difícil creer en una idea de religión que necesita del crimen y el terror para imponerse. Parece que en pleno siglo XXI ciertos energúmenos todavía creen que es posible matar ideas”.

“Europa sufre de xenofobia, racismo e islamofobia y este tipo de actos de terror los incitan aún más”, dijo ayer el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Cavusoglu. Aclaró que el gobierno que integra está contra el terrorismo, pero también cree que “se debe respetar la cultura religiosa de toda persona y se debe luchar contra la islamofobia”.

También el gobierno libanés condenó el ataque, y el ex primer ministro de ese país, Saad Hariri, dijo que “aquellos que utilizan el nombre del profeta [Mahoma] para cometer los actos más atroces no atacan sólo las relaciones entre el Islam y Francia, sino también al propio Islam”. Agregó que “el ataque armado en la capital francesa constituye una puñalada para centenares de miles de musulmanes que Francia acoge desde hace una década”.

Por su parte, el gobierno de Irán destacó que lo ocurrido es ajeno al Islam. Algo similar expresó el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán y rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur: “Estamos horrorizados, sorprendidos por la brutalidad y el salvajismo de lo ocurrido; ése no es el comportamiento musulmán, el Islam condena cualquier muerte, cualquier atentado contra la vida”. Boubakeur rechazó cualquier intento de vincular este crimen con su religión.

Sin divisiones

Dentro de Francia, el repudio al ataque unió a los partidos políticos. El presidente François Hollande pidió a su país que esté “unido” en defensa de los valores de la República. Su rival político y ex presidente Nicolas Sarkozy, de la derechista Unión por un Movimiento Popular, condenó este atentado “salvaje a uno de los principios republicanos”, la libertad de expresión, y pidió “medidas fuertes contra el terrorismo”. El ultraderechista Frente Nacional, contrario a la inmigración, en particular de musulmanes, emitió declaraciones moderadas y manifestó su horror por el atentado y su tristeza por las víctimas. Su líder, Marine Le Pen, dijo que “se debe proclamar alto y fuerte el rechazo absoluto al islamismo radical” y que el país debe unirse en defensa de su libertad de información y de prensa.

Las manifestaciones de dolor se veían en diversos ámbitos, pero en particular en aquellos cercanos al semanario de humor. Un dibujante de Charlie Hebdo, Willem, dijo al diario Libération, donde también trabaja, que la revista satírica “es un periódico que ha sido decapitado, como en Siria, en Irak... Es [algo] único en el mundo que un periódico sea asesinado de esta manera”. Algunas de las principales empresas periodísticas anunciaron en un comunicado: “Frente al horror, los grupos Radio France, Le Monde y Francia Télevisions anuncian que ponen a disposición de Charlie Hebdo y de sus equipos el conjunto de sus medios humanos y materiales necesario para que Charlie Hebdo siga viviendo”.

“Perdí a todos mis amigos hoy”, dijo el ex director de la revista Philippe Val en una entrevista en la radio France Inter. Después de recordar a esos amigos asesinados, dijo que “no se puede dejar que el silencio se instale” y agregó: “Ahora es necesario que nos unamos contra este horror. El terror no debe impedir la alegría de vivir, la libertad, la expresión -voy a usar palabras tontas-, la democracia, es todo eso lo que está en juego”.

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