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David Cameron, primer ministro británico, durante un discurso sobre la reforma de la Unión Europea, ayer, en Londres, Reino Unido. Foto: Kirsty Wigglesworth

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El primer ministro británico expuso los planes de reforma que le reclama a la UE para apoyar la permanencia de su país en el bloque.

Tal como prometió cuando renovó su mandato, el primer ministro británico, David Cameron, lanzó formalmente la negociación para la reforma de las relaciones con la Unión Europea (UE), paso previo al referéndum de 2017, en el que se definirá si Reino Unido permanece o no en el bloque. En una carta enviada ayer al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, Cameron enumeró los planes de reformas para el bloque, que giran en torno a cuatro grandes temas: economía, competitividad, soberanía e inmigración.

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El primer ministro explicó ayer en un discurso que esta negociación es “esencial” para convocar al referéndum que se llevará adelante en dos años, y aseguró que entre los objetivos principales de las reformas que plantea se encuentran los de proteger la seguridad económica y nacional de Reino Unido y convertir a la UE en un bloque más competitivo.

En el aspecto económico, Cameron propone que la UE cambie la regla que establece que la moneda del bloque es el euro y reconozca la existencia de varias monedas, a la vez que plantea que no haya discriminación ni desventajas para ninguna empresa por tener una moneda diferente. También pide la protección de la integridad del mercado único, y que los cambios que se introduzcan en el funcionamiento de la eurozona sean voluntarios para los países que no usan el euro, y no obligatorios.

Cameron considera que la UE sólo puede estimular la competitividad si recorta las regulaciones que impone a las actividades económicas, en especial “las cargas impositivas a las empresas”. En su carta afirma que el bloque europeo “debería hacer más para cumplir con su compromiso de una libre circulación de capital, bienes y servicios”.

Además, el gobernante quiere poner fin al principio de “unión cada vez más estrecha” entre los países europeos y “reforzar el papel de los parlamentos nacionales”, concediéndoles el derecho a poder vetar decisiones adoptadas por el Parlamento Europeo.

Finalmente, en materia de inmigración -el punto del plan que más polémica generó-, Londres propone limitar la libre circulación de los ciudadanos de los otros 27 miembros del bloque hacia Reino Unido. En este sentido, el texto expone la necesidad de “asegurar” que “cuando nuevos países sean admitidos en la UE, la libertad de circulación no se aplique a estos estados miembros hasta que sus economías se acerquen más a las del resto”. Cameron pretende, además, restringir el acceso de otros europeos a las ayudas sociales y económicas británicas, estableciendo como requisito que los extranjeros vivan y “contribuyan” en Reino Unido durante al menos cuatro años “antes de que puedan recibir prestaciones vinculadas al empleo o vivienda social”.

Cameron dijo que Reino Unido permanecería en una UE reformada, pero no aseguró la salida del bloque si no consigue llegar a un acuerdo. Destacó que la decisión final surgirá del referéndum.

La Comisión Europea (CE) -el órgano ejecutivo de la UE- expresó mediante su portavoz, Margaritis Schinas, que “a primera vista” percibe elementos “que parecen factibles” -como aumentar el papel de los parlamentos nacionales- y otros “que son difíciles”, como el punto referido a una “unión cada vez más estrecha” entre los países miembros. También señaló que “algunos elementos son altamente problemáticos”, como aquellos que “tocan las libertades fundamentales” del mercado interno y, en cierto punto, hasta “discriminan”, en referencia a la exigencia de Londres sobre esperar a que los futuros miembros de la UE tengan el mismo nivel económico que el resto de los socios. De todas formas, agregó que para la CE, la carta del primer ministro “es el comienzo de las negociaciones” y “no el final”.

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