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Una persona manifiesta, ayer, frente a la embajada de Turquía, en Moscú, Rusia. Foto: Yuri Kochetkov, EFE

Conflicto en el aire

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Putin calificó de “traición” el ataque de Turquía contra un avión ruso en la frontera con Siria.

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Turquía derribó ayer un avión de combate ruso cerca de la frontera con Siria. Según un comunicado del gobierno turco, dos de sus aviones cazas atacaron al avión en la frontera sirio-turca por haber violado el espacio aéreo de Turquía, “a pesar de las diez advertencias enviadas en cinco minutos”.

El Ministerio de Defensa ruso confirmó que su caza fue abatido y sostuvo que en ningún momento entró en espacio aéreo turco. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que el avión “estaba en el aire cuando fue atacado a una altitud de 6.000 metros”, y que en ese momento se encontraba “a una distancia de un kilómetro de la frontera con Turquía”. Incluso precisó que cayó “a cuatro kilómetros” de esa frontera.

Según muestran varios videos difundidos por la prensa turca, los dos pilotos del avión ruso lograron lanzarse en paracaídas antes del ataque, y las Fuerzas Armadas rusas enviaron un helicóptero para intentar rescatarlos. Sin embargo, el helicóptero también fue atacado y se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia “en territorio neutral”, de acuerdo con lo manifestado por el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Serguéi Rudskoi. En este segundo ataque, un infante de marina ruso murió. Además, Rudskoi confirmó la muerte de uno de los pilotos y explicó que todavía no se conoce el paradero del otro.

A raíz de esto, Turquía solicitó una reunión con el Consejo del Atlántico Norte, máximo órgano decisorio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), compuesto por los embajadores de los 28 países aliados, para informar sobre lo sucedido en la frontera entre Turquía y Siria. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “instó a la calma” y a “rebajar tensiones” entre Rusia y Turquía. Dijo que la alianza se “solidariza” con Turquía, a la vez que apoya su “integridad territorial”. Además, Stoltenberg destacó que lo “importante” es que “todos” se guíen “por el objetivo global de derrotar a Estado Islámico (EI)”, incluso Rusia, que, según afirmó, dirige “la mayoría de sus ataques” hacia “objetivos en partes de Siria donde EI no está presente”.

Putin, por su parte, dijo que este incidente “se sale de los marcos de la lucha contra el terrorismo” y lo calificó de “golpe a traición” por parte de “cómplices del terrorismo”. En este sentido, subrayó que “hace tiempo” que constata que “hacia Turquía se dirige una gran cantidad de petróleo y derivados del crudo de los territorios ocupados en Siria”, y advirtió que “este trágico acontecimiento tendrá graves consecuencias para las relaciones ruso-turcas”. A la vez, criticó a Ankara por dirigirse a la OTAN antes de comunicarse con Moscú. “Como si nosotros hubiéramos derribado un avión turco y no ellos uno nuestro”, dijo, y se preguntó: “¿Quieren poner a la OTAN al servicio de EI?”.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que el incidente no se debió a “enemistad” hacia otro país, sino a que el Ejército turco utilizó su “legítimo” derecho de reaccionar ante una incursión en su territorio. “Todo el mundo debe respetar el derecho de Turquía a proteger sus fronteras”, dijo, e insistió en que el avión se encontraba en su espacio aéreo y que se tomó la decisión de derribarlo recién después de una decena de advertencias que los pilotos “ignoraron”.

El incidente también hizo eco en Estados Unidos, donde un portavoz militar dijo a la agencia de noticias Reuters que se trata de un asunto entre los gobiernos de Turquía y Rusia, y que las operaciones antiterroristas de la coalición liderada por Washington en Siria e Irak siguen adelante “como estaba planeado”.

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