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Dilma Rousseff durante la ceremonia de inauguración de la tercera Conferencia Nacional de la Juventud, en Brasilia. Foto: Adriano Machado, Efe

Reglas de juego

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La Justicia definió las reglas para el juicio político a Rousseff y dio al Senado un papel fundamental.

El Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil emitió ayer un fallo favorable al gobierno después de debatir sobre el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff. Entre otras cosas, estableció que es la Cámara de Senadores, y no la de Diputados, la que tiene la última palabra sobre si iniciar o no el juicio político. La decisión del STF podría causar la suspensión del receso de verano en el Congreso brasileño.

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El STF consideró inadecuada la mayoría de las decisiones que ha tomado el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, referentes al juicio político con el que se busca la destitución de la presidenta, y basó su decisión en gran medida en los antecedentes del juicio contra Fernando Collor de Mello en 1992.

Una de las pocas cosas que según el STF Cunha hizo bien fue aceptar a trámite el pedido de juicio político contra Rousseff sin darle antes la oportunidad de presentar descargos. Éste es uno de los puntos que había cuestionado el Partido Comunista de Brasil en un recurso que presentó ante esa corte en defensa del gobierno. Sin embargo, esta posición del STF también le conviene al oficialismo, porque si hubiera aceptado el reclamo, el tema volvía a foja cero, lo que retrasaría todo el proceso, cuando el interés del gobierno es que termine lo antes posible.

De ahí en más, Cunha se equivocó en sus acciones y en sus convicciones sobre cómo seguiría el proceso, concluyó el tribunal. Tras la aceptación del pedido de juicio político se debía conformar una comisión especial que daría su opinión sobre esa iniciativa, aunque la decisión final quedaría en manos del plenario de Diputados.

Cada líder de bancada designó diputados para integrar esa comisión, y la mayoría era contraria al juicio político, por lo cual la oposición pidió presentar una lista alternativa con nombres que sí eran favorables a llevar adelante ese proceso. Cunha lo permitió y ayer el STF anuló esa decisión, porque fue incorrecto aceptar la presentación de una segunda lista. Además, Cunha permitió que la elección entre ambas listas se hiciera por voto secreto, lo que el tribunal consideró otro error: señaló que la Constitución prevé votaciones secretas sólo para ciertas situaciones, y ésta no se encontraba entre ellas. Por lo tanto, la votación, en la que ganó la lista que tenía más diputados favorables al juicio político, fue anulada.

Según Cunha, la mera aceptación del proceso de juicio político en una votación del plenario de Diputados debía tener como consecuencia la separación del cargo de presidenta de Rousseff por 180 días durante los cuales debía llevarse adelante el proceso, que tiene lugar en el Senado. Según el tribunal se trata de otro error: el Senado es el que tiene la palabra final sobre si se inicia o no el juicio político. Y si aprueba su inicio, recién entonces la presidenta debe ser separada del cargo, estableció el STF. Así ocurrió en 1992, en el juicio contra Collor de Melo, y también los porcentajes en el Congreso se mantienen: para aprobar el juicio político son necesarios dos tercios en la cámara baja y sólo la mitad en la cámara alta.

Implicados

Uno de los que había sostenido que el Senado tenía un papel fundamental era el presidente de esta cámara, Renan Calheiros. Al igual que Cunha, Calheiros pertenece al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que es dirigido por el vicepresidente Michel Temer. El PMDB respaldó a Rousseff en las elecciones y forma parte del gobierno, sin embargo, los tres líderes mantienen posiciones muy distintas en estos días: Cunha se declaró opositor del gobierno hace meses y actúa en consecuencia, Calheiros sigue apoyando a Rousseff y Temer ha tomado distancia de la mandataria aunque tampoco se ha pronunciado a favor de su destitución, que lo dejaría a él en la presidencia de Brasil.

Estas diferencias de posturas entre Temer y Calheiros generaron una fuerte tensión en la interna del PMDB que tomó estado público en los últimos días. El PMDB es central en la política brasileña porque tiene la bancada más grande en el Congreso, aunque en el Senado tiene el mismo número de bancas que el Partido de los Trabajadores: 19.

En Diputados el PMDB está partido casi a la mitad entre quienes están a favor o en contra de Rousseff, pero el líder de la bancada, Leonardo Picciani, pertenecía al primer grupo. Supuestamente, su apoyo al gobierno le valió la destitución, que ocurrió cuando 36 de los 69 diputados del PMDB firmaron una carta en este sentido. La Ejecutiva Nacional del PMDB, liderada por Temer, decidió después de esto impedir el ingreso de nuevos diputados a la bancada del partido, para que no cambiara el tanteador, lo cual afecta, por ejemplo, las designaciones para la comisión especial que tratará el juicio político. Calheiros manifestó públicamente su rechazo a esa decisión y acusó a Temer de ser responsable por la división del partido y de estar más preocupado por los cargos que por el país.

Como una muestra de la inestabilidad actual de la política brasileña, ayer la recolección de firmas que se había impulsado contra Picciani tuvo en respuesta otra a su favor. El cargo le fue devuelto gracias a que tres diputados que habían firmado en su contra en esta ocasión lo apoyaron.

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