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Acto para llamar a la acción sobre el cambio climático, el 30 de noviembre de 2015, en Roma. Foto: Tiziana Fabi, AFP

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Las reducciones propuestas por los países para la cumbre del clima no son suficientes.

A diferencia de Copenhague, para la cumbre del clima que se desarrolla en París, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) propuso que cada país presentara sus propios objetivos de reducción de gases de efecto invernadero. Las propuestas que llegaron -algunas de ellas muy ambiciosas- no son suficientes para que el aumento de la temperatura para el año 2100 se mantenga por debajo de la barrera de dos grados.

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Debido al cambio climático, aumentó hasta cinco veces la probabilidad de que ocurrieran eventos como la ola de calor que hubo en Argentina entre diciembre de 2013 y enero de 2014, la que hubo en Europa a mediados del año pasado o la inundación de la capital de Indonesia en enero de 2014 (que causó la muerte de 26 personas). A esta conclusión llega un informe presentado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos unas semanas antes de la conferencia de la ONU sobre cambio climático, que comenzó ayer en París.

Entre 2005 y 2014 se registró un promedio anual de 335 desastres meteorológicos en el mundo, casi el doble que de 1985 a 1995. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos seleccionó 28 de ellos para analizar si estaban vinculados con el cambio climático y concluyó que en 14 sí había una incidencia, informó el diario español El País.

Esta cumbre del clima, conocida como COP21, tuvo un funcionamiento distinto al de la anterior, que se llevó a cabo en 2009 en Copenhague. En los últimos meses cada país informó a la ONU qué compromisos estaba dispuesto a asumir en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

El Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus iniciales en inglés) manifestó que si no se reduce la emisión de gases de efecto invernadero la temperatura se elevará, para el año 2100, entre 3,4 y 4,8 grados con respecto al nivel previo a la Revolución Industrial, un aumento cuyas consecuencias todavía no se pueden medir. La propuesta del IPCC es que se logre una reducción de emisiones que permita mantener ese aumento en dos grados.

El antecedente a un acuerdo de estas características es el Protocolo de Kioto, que en 1995 estableció las reducciones concretas que tenía que hacer cada país desarrollado desde ese año hasta 2015. Los estados que adhirieron a ese protocolo cumplieron con las metas, pero fueron sólo 37 (entre ellos los 28 de la Unión Europea) y pese a su reducción de 22%, la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo aumentó 24% entre 2000 y 2010.

Justamente, como pocos países se adhirieron al Protocolo de Kioto porque consideraron que era inviable fijar, para todos, una meta común (aunque ésta fuera sólo de 5%), para esta instancia en París la ONU propuso que cada país fijara sus propias metas en función de sus posibilidades. Esas metas fueron incluidas en el borrador de un principio de acuerdo que se terminó de redactar a fines de octubre. Según las estimaciones de la propia ONU, si los países cumplen con los compromisos que se autoimpusieron la temperatura subirá “como mínimo” 2,7 grados, o sea que no se alcanzaría el objetivo de los 2 grados.

Cuestiones subjetivas

Los diez países o bloques regionales más contaminantes son (en orden según el porcentaje de gases de efecto invernadero emitidos en 2012) China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia, Japón, Brasil, Indonesia, México e Irán. Los diez son responsables de 72,8% de las emisiones de 2012 y los primeros cuatro concentran 56,4%, según los datos de la ONU. China es el país más contaminante, con 25,4% del total, pero si se mide la emisión por habitante desciende varios lugares, y encabeza la lista Estados Unidos (19,9%), seguido por Rusia (16,2%) y Japón (10,5%).

En esta cumbre parece haber un grado mayor de acuerdo en lo que fue el principal escollo de Copenhague: quién debe pagar por la adaptación que tienen que hacer los países en desarrollo para reducir sus emisiones y paliar los efectos ya existentes del cambio climático. El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo al llegar a la cumbre que su país asumirá su responsabilidad y que aportará a ese “fondo verde”. En el mismo sentido se pronunció Angela Merkel, la canciller de Alemania -uno de los países más contaminantes de la Unión Europea-. Además, Estados Unidos y China han tenido reuniones preparatorias para este encuentro, al que llegaron con algunos puntos acordados, como la necesidad de que Washington haga aportes al fondo verde o de que Pekín se proponga un objetivo alto de reducción de emisiones: entre 60% y 65% por punto de Producto Interno Bruto (PIB) para 2030 respecto de 2005. Esto implica emitir entre 35% y 40% de lo que emitía en 2005 para producir una unidad de su PIB.

El de China es el objetivo más alto, quizá porque es, entre los países más contaminantes, el que menos medidas ha tomado para reducir emisiones. En ese top 10 la mayoría de los objetivos son de entre 25% y 30% para 2030 o 2025 (siempre respecto de 2005), y se destaca Brasil, con la meta de una reducción de 37% para 2025.

Si bien China llega a esta cumbre con una posición más abierta a las negociaciones, en comparación con Copehnague, India no hace lo mismo. El gobierno de Pranab Mukherjee propone reducir entre 33% y 35% las emisiones por punto de PIB a cambio de recibir 187.000 millones de euros entre 2015 y 2030 para transformar su industria, que todavía funciona a base de carbón.

Antes del 11 de diciembre, cuando termina la cumbre, los distintos países tendrán que negociar para conseguir una reducción mayor que permita alcanzar el objetivo de mantener el aumento de la temperatura por debajo del tope de 2 grados. Quién reducirá más no será el único punto de debate; otro de los aspectos en los que hay muchas diferencias es si el acuerdo será vinculante. Lo que sí está fuera de debate es que no existirán sanciones a quienes lo incumplan, porque se consideró que si las hubiera, muchos países se resistirían a comprometerse y se podría repetir la experiencia de Kioto: un acuerdo bueno, pero de poco alcance.

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