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Villa 31, Buenos Aires. Foto: Iván Franco (archivo, marzo de 2013)

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La medición de la pobreza en Argentina es otro campo de batalla entre gobierno y oposición.

El diario La Nación publicó el viernes el dato de que más de la cuarta parte de los argentinos vive bajo la línea de pobreza. La cifra impactó porque difiere mucho de la evaluación que hace el gobierno y porque aviva la discusión sobre la credibilidad de los indicadores sociales y económicos en Argentina.

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La estadística de la que se hacía eco La Nación provenía de un informe elaborado por ex técnicos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censo), que fueron cesados de sus cargos en 2007. Según esta fuente, 25,1% de los argentinos era pobre a fines de 2014, mientras que un año antes el cálculo era de 20,7%. Sin embargo, en la comparación con el primer semestre de 2014 se ve una desaceleración de cuatro décimas en esa evolución, que aclaran que se produce por “cuestiones estacionales”.

El documento, que fue presentado ese mismo día en un acto que organizan cada mes los ex trabajadores del Indec y que se denomina “el abrazo al Indec”, afirma que a fines de 2014 había en Argentina 2.161.000 indigentes, lo que significa que 5,6% de la población no podía acceder a la canasta mínima alimenticia.

Según La Nación, existen otros informes privados todavía más pesimistas. La consultora Ecolatina indicó que 2014 terminó con 27% de la población bajo la línea de pobreza y la variación interanual del porcentaje de personas pobres es prácticamente igual a la que presentan los ex trabajadores del organismo oficial. Según esa fuente, la indigencia alcanza en ese mismo período a 10% de los argentinos y presentó un alza de 3,3 puntos porcentuales. “El crecimiento es más que importante, ya que implica que el año pasado 2,2 millones de personas cayeron en la pobreza y otros 1,2 millones en la indigencia. De esta manera, la pobreza afectó durante el año pasado al mismo porcentaje de la población que en 2009”, afirmaron, haciendo referencia al año de la crisis financiera internacional. Según el informe, las causas de este aumento están en “la devaluación de enero de 2014 y el ajuste anual sobre los salarios”.

Cuestión de empalme

El Indec dejó de publicar las estadísticas sobre pobreza en abril de 2014. El entonces jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, argumentó que la decisión se había tomado por “problemas de empalme” entre series. La canasta básica alimentaria y la canasta básica total “tienen metodologías de cálculo diferentes”, destacó, y agregó que la modificación estructural que estaba viviendo el cálculo del Índice de Precios al Consumo (IPC) hacía imposible el “empalme” de las mediciones y su comparación. En esa instancia, Capitanich afirmó además que el gobierno había “erradicado” la pobreza.

El actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, no fue sutil ante las críticas recibidas por este tema y dijo que “el Estado no está para contar pobres”. Consultado sobre el informe elaborado por los ex técnicos del Indec, Fernández dijo que “no hay estudios privados sobre pobreza” y que simplemente “hay un señor que revolea un número”.

La discusión sobre la medición de la pobreza ya había estado presente en las semanas previas, cuando el ministro de Economía, Axel Kicillof, sugirió que la razón del gobierno para no difundir la cifra está en que hacerlo significaría la “estigmatización” de los ciudadanos en esa situación. Además, el ministro dijo que el anterior índice de pobreza, publicado hasta 2007, “le venía muy bien a la oposición”.

Por su parte, el actual director del Indec, Norberto Itzcovich, objetó la acusación de que hay una carencia de información oficial sobre pobreza, y negó que exista de parte del gobierno la intención de “ocultar una realidad” que reflejaría que las cifras “son similares” a las de fines de los años 90.

En una columna de opinión publicada en el diario Ámbito Financiero, Itzcovich dijo que “no resulta fácil definir qué es la pobreza” y calificó como “inaudito, mentiroso y malintencionado acusar al gobierno de no generar indicadores creíbles”. Para Itzcovich “puede rozar el ridículo” sostener que hay 25% de pobres, así como manifestar que Argentina vive una situación igual o peor que la de 2001. En esa nota, el director cuestionó el método de medir el ingreso, considerando que “puede ser que alguien considere pobre a una familia cuyos ingresos no superan determinado monto”, y otro “puede considerarse pobre si no le alcanza su ingreso para pagar la cuota del 0 kilómetro [...], mientras que otro lo es si no puede adquirir una cantidad determinada de alimentos (o calorías) diaria, semanal o mensual”.

Por otra parte, puso el acento en las mediciones como las del Banco Mundial y afirmó que hace estimaciones “sin corregir ingresos y utiliza como línea de pobreza 4 dólares por día y 2,5 dólares por día como línea de indigencia, según paridad del poder adquisitivo”, y se preguntó si la pobreza debía estar ligada a la fluctuación diaria del tipo de cambio y si era correcto pensar que “el día que se devalúa la moneda hay más pobres”.

Para Itzcovich, “no resulta fácil definir (si se es intelectualmente honesto) qué es la pobreza o cuándo una persona o un hogar es pobre o no lo es” y afirmó que se trata de una discusión “que se da a nivel internacional permanentemente, desde hace años”. Aseguró que en la década del 90 la medición de la pobreza “servía para que los cientistas sociales justificaran sus ingresos mediante la realización de infinidad de artículos, análisis y consultorías”, y destacó que los gobiernos de entonces “aconsejados por los economistas y consultores de siempre”, no tuvieron en cuenta las necesidades de los sectores más vulnerables de la población.

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