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Un grafiti con el lema "¿Qué será lo próximo?", ayer, en el centro de Atenas, Grecia. Foto: Orestis Panagiotou, Efe

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Si aprueba duras reformas, Grecia seguirá en la zona euro y podrá negociar un tercer rescate.

Lo único que parece haber logrado el gobierno griego en las negociaciones con los demás países del euro es mantener esa moneda, contar con la posibilidad de solicitar un tercer rescate y que el fondo que estará a cargo de gestionar y controlar los ingresos que generen las privatizaciones griegas no tenga sede en Luxemburgo sino en Atenas. Todo lo demás que incluye su acuerdo con Europa va en contra de lo que el gobierno griego quería y había prometido a los votantes.

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Grecia sigue atravesando una crisis financiera grave. Se anunció que sus bancos seguirán cerrados y continuará el corralito hasta nuevo aviso, a pesar del acuerdo alcanzado ayer, que permite a Atenas solicitar un tercer rescate. Esto se debe a que el Banco Central Europeo (BCE) decidió no aumentar la ayuda de emergencia que otorga desde hace 15 días a los bancos griegos, que permiten retiros diarios de hasta 60 euros por persona y están a punto de quedarse sin liquidez. Ayer, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, admitió que era “complejo” aprobar medidas de emergencia para aliviar la situación griega, a la espera de un plan definitivo de rescate que podría demorar cuatro semanas. Mientras tanto, la falta de liquidez podría obligar al país a emitir su propia moneda y salir del euro en los hechos.

Todo el acuerdo, incluso el inicio de negociaciones para un tercer rescate, quedó pendiente de que el gobierno de Alexis Tsipras demuestre que va a aplicar lo que le exigen los países de la zona euro y el BCE.

Según fue acordado ayer, después de 17 horas de negociaciones, Tsipras tiene hasta mañana para aprobar sus primeras reformas. Primero, debe aumentar el IVA en casi todos los sectores que lo tenían reducido, incluso el de la gastronomía, uno de los pocos que no están en crisis, y en el que pasará de 6,5% a 13%. El objetivo es que Grecia ahorre 1% de su Producto Interno Bruto (PIB).

El segundo punto que Tsipras debe aprobar de inmediato es “la sostenibilidad del sistema de las pasividades”, un primer paso hacia una reforma más profunda en ese ámbito. El gobierno debe empezar por aprobar la desaparición paulatina de la “ekas”, una pensión que reciben las personas más pobres. Es una de las medidas más dolorosas para Tsipras, que sin embargo se alegró ayer de haber logrado que no bajen los sueldos y aumentar los impuestos a distintos productos y bienes de lujo, así como a los sueldos más altos. También destacó las medidas contra la evasión fiscal. “La carga quedará repartida de manera más justa. No son los que pagaron en años anteriores que van a seguir pagando esta vez”, dijo.

La tercera medida que Grecia debe aprobar ahora es la independencia de su oficina estadística, para asegurar que los números que publique sean creíbles. Esto apunta a poner fin a lo que algunos en Bruselas consideran un engaño griego inicial, la supuesta presentación de falsas estadísticas en 1981 para poder entrar a la Unión Europea. Por último, antes del miércoles el Parlamento griego debe adecuar su legislación al Tratado de Estabilidad Europeo, que implica la puesta en marcha de una autoridad fiscal y de un mecanismo “casi automático” de recortes que se active en caso de incumplimiento de las metas de superávit primario. Anoche ya trabajaba en esto.

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Una vez que todo eso haya sido votado, y en forma paralela a otras muchas reformas prometidas, se abrirá el paso a un “posible futuro acuerdo” sobre la apertura de una nueva línea de crédito por parte del Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE). Estos “requisitos previos” se deben a la necesidad de “reconstruir la confianza con las autoridades griegas”, según la primera frase del documento de siete páginas acordado ayer “por unanimidad”, según el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Tsipras dijo que las medidas contempladas en el acuerdo son las que votó el Parlamento griego el viernes. Admitió que “refuerzan la recesión” pero agregó: “Espero que los 35.000 millones de euros [unos 39.300 millones de dólares] de medidas [de ahorro] y la reestructuración de la deuda permitirán que los mercados y los inversores entiendan que el Grexit [la salida de Grecia de la zona euro] pertenece al pasado”.

Pero la reestructuración de la deuda no aparece como un hecho en el texto. Allí se afirma que el Eurogrupo está dispuesto a “considerar, si es necesario, posibles medidas adicionales”, entre las que se menciona, entre paréntesis, un eventual “prolongamiento de los períodos de gracia o de los plazos de pago” para responder a las necesidades de financiamiento bruto.

Sin embargo, el convenio aclara que eso sólo será posible si se aplican las medidas que se acuerden en el marco de un nuevo programa de financiamiento y después de que se haya realizado una inspección que así lo compruebe. Además, el texto agrega que la cumbre de gobernantes de la zona del euro “destaca que los recortes nominales de la deuda no pueden realizarse” y que “las autoridades griegas reiteran su compromiso inequívoco de cumplir con sus obligaciones financieras hacia todos sus acreedores plenamente y en los plazos”.

En paralelo, Atenas, que mantiene impago su último vencimiento de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), enfrenta hoy un nuevo pago a acreedores privados, por 20.000 millones de yenes (unos 16 millones de dólares), por una deuda que emitió el Estado en 1995. El 20, debe enfrentar otros vencimientos con el BCE y con el FMI.

Respecto del FMI, Tsipras también tuvo que capitular. El texto establece que deberá volver a pedir ayuda financiera a esa institución cuando venza, el año que viene, el programa que está en curso. Además, el gobierno griego deberá consultar a esa institución financiera internacional que, al igual que Bruselas y el BCE, aprobará cualquier proyecto de reforma vinculada al acuerdo antes de que sea sometida al Parlamento griego.

Aunque el texto no da más detalles, también establece que Tsipras debe dar marcha atrás en las reformas que aprobó desde que llegó al gobierno en enero que vayan en contra de los compromisos asumidos por gobiernos anteriores con la llamada “troika” (FMI, BCE y la Comisión Europea), con la que, además, deberá “normalizar relaciones”.

Uno de los pocos logros de Tsipras es que evitó que el fondo que gestionará y controlará los fondos de las privatizaciones griegas tenga sede en Grecia y no en Luxemburgo, como reclamaba Alemania. Ese organismo estará a cargo de gestionar unos 50.000 millones de euros que deben ingresar por la privatización de ferrocarriles, puertos, empresas y otros bienes públicos. Esa entidad será administrada por su gobierno, con la supervisión de la troika. Una mitad del fondo deberá servir para financiar inversiones (a pedido de Tsipras) y pagar la deuda, y la otra para capitalizar a los bancos.

Mañana, cuando se voten las primeras medidas impuestas a Grecia, los sindicatos de empleados públicos realizarán su primer paro de 24 horas en contra de Tsipras. Además, ayer el gobierno no descartaba cambios en su composición, con la posibilidad de que renunciaran los ministros más “radicales” en su oposición a lo acordado. Lo mismo podría ocurrir con varios diputados, y en Bruselas algunas voces reclamaban un “gobierno de unidad nacional” como una prueba más de la voluntad griega de dar confianza. Es real la posibilidad de que la alianza de izquierda que llevó a Tsipras al poder, Syriza, se desarme y sean necesarias elecciones anticipadas para poder realizar estas reformas, que nada tienen que ver con su programa de gobierno.

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