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Manifestación convocada por el Partido de los Trabajadores "en defensa de la democracia", ayer, en Río de Janeiro, Brasil. Foto: Vanderlei Almeida, AFP

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Hubo manifestaciones a favor de Dilma Rousseff en más de 30 ciudades de Brasil.

Los sindicatos, los movimientos sociales y algunos partidos políticos de izquierda convocaron marchas en 32 ciudades para demostrar su respaldo al gobierno. El objetivo era responder a las protestas en contra del Ejecutivo de Dilma Rousseff, que movilizaron el domingo a unas 900.000 personas en todo el país. Sin embargo, las manifestaciones de ayer no significaban firmarle un cheque en blanco al gobierno, y mantenían reservas sobre su actual política económica y su ajuste fiscal.

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Acerca del recorte de gastos, el Senado de Brasil aprobó anoche una ley considerada necesaria por el gobierno para sanear las cuentas y enfrentar la situación económica con proyecciones de crecimiento poco alentadoras. El proyecto revoca exenciones tributarias en algunos sectores para aumentar la recaudación del Estado, y fue aprobado con 45 votos a favor y 27 en contra.

Ésta y otras medidas de ajuste encuentran resistencia incluso dentro del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados. Implican aumentos de impuestos, fuertes recortes del gasto público y el fin de algunas ayudas sociales, para resguardar la situación económica del país. Las últimas proyecciones prevén que el crecimiento se reduzca entre 1,5% y 2,0%, y que la inflación supere este año 9%, porcentaje que duplica el 4,5% al que aspiraba el gobierno para 2015.

Es en este marco que la Central Única de los Trabajadores (CUT), la mayor coordinadora sindical del país, muy ligada al PT, anunció el miércoles en un comunicado que las manifestaciones eran convocadas “en defensa de los derechos sociales, de la libertad y de la democracia, pero también contra la ofensiva de la derecha”, por un camino “por la izquierda” para salir de la crisis, y en contra del ajuste. La CUT manifestó su “vehemente repudio a la amenaza de golpe [de Estado] orquestada por sectores conservadores” y también “su rechazo a la actual política económica”. El comunicado también señala que la central apoya el programa de desarrollo con el que Rousseff fue electa en octubre y que no se está aplicando por la situación económica.

Las manifestaciones también fueron convocadas por el Partido Socialismo y Libertad, el Partido Comunista de Brasil, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, el Movimiento de los Sin Techo, la Unión Nacional de Estudiantes y la Unión Brasileña de Mujeres.

A pesar de las críticas, el PT dio su apoyo a las manifestaciones y llamó a participar por medio de un mensaje emitido por televisión en la noche previa a las marchas: “Llegó la hora de ir a las calles para defender los derechos de los trabajadores, las conquistas sociales de los últimos años y, por encima de todo, para defender nuestra democracia”.

“El pueblo no es bobo, abajo red Globo” era uno de los lemas, ya tradicionales en Brasil, que se escuchaban ayer en las protestas, además de “No al golpe”, en defensa de Rousseff, cuyo apoyo en las encuestas cayó a 8%, en gran parte debido a los escándalos de corrupción que afectan al oficialismo.

Siguen bajando

Las manifestaciones de ayer también rechazaron las reformas conservadoras que están prosperando en el Congreso. El miércoles de noche los diputados aprobaron, en una segunda votación, una enmienda constitucional que reduce la edad de responsabilidad penal de los 18 a los 16 años para crímenes graves como la violación, el secuestro, el robo seguido de muerte, los homicidios calificado e intencional y la lesión corporal seguida de muerte.

Fueron 320 los diputados que votaron a favor de la propuesta y 152 los que se pronunciaron en contra (entre ellos la bancada del oficialista Partido de los Trabajadores). El texto aún debe ser aprobado por el Senado.

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