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Mario Ferreiro. Foto: Santiago Mazzarovich

Progresismo pragmático

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Con Mario Ferreiro, uno de los dos candidatos progresistas a la Intendencia de Asunción.

La izquierda paraguaya había logrado cierta unidad durante el gobierno de Fernando Lugo, pero en las elecciones presidenciales de 2013 se dividió en dos corrientes: el Frente Guasú (FG), liderado por el ex presidente, y la coalición Avanza País (AP), que llevó como candidato a Mario Ferreiro. Dos años después, Ferreiro tiene el respaldo de una nueva coalición, más amplia, que lo presenta como candidato a la Intendencia de Asunción y que incluye al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). En 2012 este partido le dio la espalda a Lugo, con el que había mantenido una alianza, y permitió su destitución en un juicio político “exprés”. Ahora el FG se negó a integrar esta coalición por la presencia de los liberales, y lleva un candidato propio, el arquitecto Ricardo Meyer. Los dos postulantes, Ferreiro y Meyer, buscan evitar la reelección del actual intendente de Asunción, el colorado Arnaldo Samaniego.

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-¿Cómo está integrada la coalición que lo respalda para las municipales del 15 de noviembre?

-Después de las elecciones [presidenciales de 2013], yo volví a mi trabajo en los medios de comunicación, y hace un año comenzamos a estudiar la situación hacia las municipales. Al cabo de un análisis que llevó bastante tiempo, porque no es una decisión fácil, en abril decidí postularme a intendente de Asunción. No usamos la figura de AP, porque ésa fue una concertación nacional, e iniciamos la negociación política para una nueva concertación llamada Juntos Ganamos. La integran 14 partidos y movimientos -están por sumarse algunos más- que ahora están participando en la construcción del programa y que acompañan [la candidatura] con más de diez listas a concejales.

-Usted dice que se está conversando el programa. ¿Hay cercanías ideológicas, sobre todo con el PLRA, que está más identificado con la derecha?

-O es más de centro, por lo menos.

-O más de centroderecha... ¿Hay con ellos una coincidencia ideológica que permita hacer un programa común? ¿Esta concertación incluye un gobierno compartido si se alcanza una victoria?

-Es muy interesante: esta experiencia es distinta de la nacional, porque estamos hablando de ofrecer un programa de gobierno para la capital del país, por lo tanto está menos ideologizado que un gobierno nacional. Hay reclamos muy puntuales de la ciudadanía que pasan menos por las cuestiones ideológicas y más por la resolución de problemas a nivel técnico y práctico. Eso simplificó este tema de las diferencias ideológicas que tenemos. También hay que decir con todas las letras que ésta es una unidad necesaria porque hay que doblegar a un partido, específicamente a una cúpula partidaria, que desde hace 14 años gobierna Asunción y que está muy vinculada al presidente Horacio Cartes; cuenta con su respaldo político y financiero. También hay que reconocer que hubo mucho pragmatismo político. Tuvimos que deponer ciertas actitudes de enfrentamiento con los liberales que nos habían quedado después del juicio político. Creo que resolvimos eso con mucha madurez e hicimos una concertación en la que se respetan esos espacios, esas identidades ideológicas, pero además se construye un programa entre todos los sectores. Es un programa en el que hay un trabajo mancomunado de todos los sectores y de independientes. Eso está resuelto, está observado en el programa y está, además, estipulado en un documento político en el que nos comprometemos al cogobierno.

-Usted estuvo en el FG, una coalición de izquierda. Luego hubo una escisión y se formó AP, que también es de izquierda. Después, al llegar al Parlamento, se firmó el Acuerdo por Paraguay, con los colorados y los liberales, identificados con la derecha, y ahora su candidatura es respaldada por el PLRA… ¿Qué dirige sus acciones políticas?

-En Paraguay hay que entender que el predominio histórico del Partido Colorado [PC] es muy grande, no sólo en términos de capacidad financiera o de estructura partidaria, sino también por una cuestión cultural. Cualquier opción de disputarle el poder al PC va a tener que pasar por acuerdos con todos los demás sectores, hay que tener la capacidad de negociar espacios políticos con todos. En ese sentido creo que hemos hecho un gran trabajo. Tampoco tenemos una ruptura imposible de reparar con el FG. Lo interesante es percibir que el FG, si bien cuestiona nuestra alianza con los liberales, ha hecho alianzas con ellos en 80 municipios. Parece que el problema es solamente Asunción o mi candidatura. [Desde el FG se ha argumentado que las alianzas en el interior han sido entre las bases y no con la mediación de la cúpula del PLRA, como sí sucedió en Asunción]. La unión de la izquierda es un camino que hay que recorrer. Vinimos a Uruguay a hablar con los líderes del Frente Amplio [FA], que nos pueden enseñar mucho, e incluso -¿por qué no?- mediar en ese reencuentro.

-¿A qué se podría atribuir la división del progresismo en Paraguay? Hoy existen dos vertientes en proceso de consolidación: el FG y AP. ¿La división se debe a aspectos circunstanciales, hasta personales, o hay una división ideológica más de fondo?

-Mi percepción particular, y lo digo casi más como periodista que como político, es que no hay una división ideológica profunda por la cual digamos que son incompatibles. Aparentemente, ésta es una división de las clásicas que ha tenido la izquierda latinoamericana en la historia, más vinculada con disputas de espacios predominantes de poder en ciertos momentos. Yo me ofrezco para hablar con el ex presidente Lugo en donde quiera para solucionar este problema, sobre todo para esta coyuntura. Eso no quiere decir renunciar a nuestras reivindicaciones, y eso es lo que hay que entender: uno respeta profundamente las reivindicaciones que pueda tener cada sector, pero esta vez tenemos un objetivo común superior, que es marcar una gran victoria ciudadana el 15 de noviembre en Asunción. Por ese lado es que yo sigo abierto a todo tipo de posibilidades. Creo que vamos a llegar a una unión. Ojalá el FA, con su experiencia, nos dé esa enseñanza. Es un ejemplo muy sólido.

-¿Están buscando alguna acción en particular del FA para facilitar un acercamiento?

-Es como toda familia. Ambos somos muy amigos de diversos sectores del FA, y podría ser una salida. Yo sé que lo han intentado, y valoramos muchísimo ese esfuerzo, pero tampoco queremos cargar demasiado sobre el FA un problema que es de vecinos.

-Y si no se concreta ahora, ¿tiene previsto seguir trabajando en eso con miras a 2018?

-Evidentemente que sí. Con el FG no sólo hay que intentar esta vuelta [a la unidad] para el 15 de noviembre, sino que sobre todo hay que hablar seriamente de qué va a pasar en 2018. Para eso tenemos dos años, tenemos Cámara de Diputados. Ahí, por ejemplo, hay un buen trabajo entre nuestras [dos] diputadas y el único diputado del FG; no hay una mala relación en la Cámara de Senadores; quizá ésas sean las instancias.

-Teniendo en cuenta el antecedente del PLRA con Lugo, ¿no tiene un poco de miedo?

-[Se ríe] Dicen que cuando uno se quema con leche ve una vaca y llora. Hay que recordar algo muy importante que alguna vez le dijimos también al ex presidente Lugo: los liberales no son nuestros enemigos, estuvieron en las cárceles [durante la dictadura de Alfredo] Stroessner, en las mismas salas de tortura; el PLRA tiene un testimonio de lucha con decenas de desaparecidos, torturados y muertos. Todavía tengo esa visión de que el liberal no es mi adversario ni la persona que me va a traicionar, sino mi compañero. Así lo es en su gran mayoría. Ahora será cuestión de recuperar esa confianza que teníamos antes de 2008.

-Pero hay una diferencia entre los liberales de a pie y la cúpula del PLRA…

-Seguro que sí, pero en política no se pueden agotar las instancias de negociación nunca, y además esas cúpulas también se renuevan, y hay una juventud liberal que me está apoyando ahora en Asunción que es extraordinaria. Entiendo que haya una especie de advertencia, generalmente las experiencias sirven para eso, pero veo con mucha esperanza que podamos recomponerlo. Ya es tiempo de asumir que en aquel problema que tuvimos en 2012 también hubo culpas y responsabilidades compartidas. Un matrimonio, aunque sea político, no se rompe de casualidad, sino porque ambas partes tuvieron algún grado de responsabilidad. Tengo la visión de que del reconocimiento de nuestros propios errores también puede surgir una nueva alianza que pueda darnos el triunfo en Asunción en tres meses y en el país en dos años.

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