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Dilma Rousseff llega en un colegio electoral en Porto Alegre, estado de Rio Grande do Sul, durante la jornada de elecciones municipales del domingo. Foto: Gustavo Roth, AFP

El Partido de los Trabajadores sufrió una caída fuerte en las municipales del domingo

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Las elecciones municipales de Brasil se terminarán de dirimir con un balotaje el 30 de octubre, pero los resultados de la primera vuelta electoral del domingo permiten sacar algunas conclusiones. El Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva no logró repetir los resultados de 2012, que lo habían convertido en el segundo partido con más gobiernos en el país. En el caso del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), las victorias no fueron parejas para todos sus sectores, y los menos favorecidos en ciudades importantes como San Pablo y Río de Janeiro fueron los que integran el actual gobierno.

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Las elecciones de 2012 renovaron al PMDB como el partido que contaba con más gobiernos municipales de Brasil y pusieron, por primera vez, al PT como el segundo en esa lista. Las elecciones de ayer mantuvieron al PMDB en su posición, con un número de municipios cercano a los 1.021 que ya tenía, y restituyeron al PSDB al segundo lugar de la lista, aunque con un fuerte crecimiento, ya que gobernaba en 695 municipios y se estima que, cuando terminen todos los escrutinios, lo hará en más de 800.

En esa lista el PT cayó al décimo lugar. Su derrota fue contundente, y si las previsiones de las encuestas son correctas, estas serán las peores elecciones municipales del partido desde las de 1985, cuando fue a las urnas por primera vez.

El PT gobernaba en cuatro de las 26 capitales de estados de Brasil, y ahora lo hará en una: Río Branco. Podría acceder a otra, Recife, en la segunda vuelta, aunque según las encuestas es poco probable.

En esta primera vuelta el PT conquistó 251 alcaldías, menos de la mitad de las 635 que obtuvo en 2012. En esa instancia el partido había logrado gobernar en 17 de las 93 ciudades más grandes de Brasil y ahora no alcanzó ninguna, aunque en siete de ellas pudo pasar a la segunda vuelta. Ni siquiera en el nordeste del país, donde el partido ha alcanzado sus mejores resultados, la jornada fue buena para el PT. Ni la presencia de la ex presidenta Dilma Rousseff ni la de Lula lograron contrarrestar el desgaste del partido que estuvo 13 años en el poder y que es el que tiene a más personas condenadas por la red de corrupción de Petrobras, aunque son otros los partidos que tienen a más acusados entre sus filas.

Pero la derrota más visible del PT es la de San Pablo, la capital del estado homónimo, que históricamente estuvo en manos del PSDB y que el PT consiguió arrebatar en 2012 con la postulación de Fernando Haddad. Ahora el alcalde se presentó a la reelección pero quedó segundo, con 16,7% de los votos, lejos del 53,3% obtenido por el empresario João Doria, con quien el PSDB recuperó su principal bastión.

La victoria de Doria es una de las 12 que obtuvo el PSDB en esta primera vuelta en las 93 ciudades más importantes de Brasil, mientras que para el balotaje participará con 19 candidatos, de tal manera que podría obtener un tercio de los gobiernos municipales de esas ciudades y pasar de gobernar 18 a gobernar 31, en otra muestra del crecimiento del partido en estos comicios.

Por su parte, el PMDB obtuvo siete gobiernos en las 93 ciudades más importantes de Brasil y tiene posibilidades de alcanzar otras 15. Actualmente gobierna 11. Así, el PMDB repite algo que ya es tradicional en este partido: las numerosas victorias en las zonas rurales y ciudades pequeñas, donde sus filiales se mueven con mucha independencia respecto de sus autoridades nacionales.

Otra de las mayores derrotas en estas elecciones fue la del Partido Socialista Brasileño, que en 2012 sorprendió al obtener nueve gobiernos en las ciudades más importantes de Brasil pero el domingo logró solo una, aunque accedió a la segunda vuelta en otras nueve.

Concentrados y dispersos

El resultado global muestra una mayor fragmentación en cuanto a los gobiernos municipales en un país que cuenta con 34 partidos representados en el Congreso. En 2012 eran 26 los partidos que gobernaban al menos un municipio y ahora serán 31, un número que puede aumentar en la segunda vuelta. Según un análisis realizado por el diario O Estado de São Paulo, ese aumento se produce porque los partidos chicos ganaron municipios en manos de otras de esas organizaciones políticas, y no porque se los arrebataran a los grandes partidos. De acuerdo a los datos de la justicia electoral, los cinco partidos con más alcaldes gobiernan 60% de las ciudades brasileñas, como hasta ahora, mientras 4,9% de estas se encuentran en manos de partidos pequeños, la mitad que en 2012.

Sin embargo, en estas elecciones los denominados partidos nanicos (enanos) en Brasil lograron victorias con mayor visibilidad: sus candidatos pasaron a segunda vuelta en Curitiba, Belo Horizonte, Maranhão y Río de Janeiro, todas capitales estaduales. Esto fue leído por analistas como una demostración de que parte de los brasileños están desencantados no sólo del PT, sino de la política tradicional de su país.

Los resultados también confirman otra de las tendencias que mostraban las encuestas: la victoria de los partidos del centrão, tal como se denomina a los que respaldaron a Eduardo Cunha como presidente de la Cámara de Diputados de Brasil hasta el final y que son asociados con una visión de la política más enfocada en los intereses sectoriales -del agro o la religión, por ejemplo- que en cuestiones ideológicas. Sus candidatos pasaron a la segunda vuelta en siete de las 93 ciudades más grandes de Brasil.

Si bien los partidos más antiguos del país mantuvieron o incluso mejoraron su posicionamiento, los resultados muestran que sus sectores tradicionales fueron rechazados. Los ejemplos más claros de esto son los de Río de Janeiro y San Pablo.

Cambio de perfil

Mientras la atención política se enfocaba en el impeachment y las novedades de la investigación judicial sobre la corrupción en Petrobras, el 20 de marzo João Doria ganaba la candidatura del PSDB a la alcaldía de San Pablo. La obtuvo cuando se retiró su rival en las internas, Andrea Matarazzo, que había recibido el apoyo del ex presidente Fernando Henrique Cardoso -de quien fue ministro- y del canciller José Serra. La disputa fue sangrienta: Matarazzo llegó a acusar a Doria de cometer delitos electorales, como la compra de votos, para finalmente irse del PSDB paulista y unirse al PMDB, por el cual fue candidato a vicealcalde de Marta Suplicy, la ex senadora del PT que pasó al PMDB para asegurar su presencia en las elecciones paulistas.

La disputa entre Matarazzo y Doria escenificaba una ruptura de fondo en el PSDB, que se mantiene desde antes de las elecciones de 2014 y seguramente se extienda hasta 2018. El PSDB tiene desde hace unos años dos hombres fuertes: el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, y el ex gobernador de Minas Gerais, el hoy senador Aécio Neves. En la previa de las últimas elecciones presidenciales hubo un acuerdo dentro del partido para que el candidato fuera Neves, pero un amplio sector respaldó a Alckmin, que en esa instancia fue reelecto gobernador de San Pablo.

Esa división del partido quedó expuesta una vez más cuando el PSDB dudó antes de respaldar el impeachment a Rousseff. En ese momento Alckmin consideraba que no debía votarlo porque quería evitar aliarse con Cunha, sobre quien ya pesaban acusaciones de corrupción, mientras que Neves abogaba por hacerlo para tener una buena relación con el gobierno que sucedería al de Rousseff una vez que esta fuera derrotada.

El debate interno revivió cuando Temer solicitó al PSDB que colaborara con su gobierno, una posición defendida por otro de los líderes partidarios, el actual canciller Serra. Mientras Serra planteaba que era un error permanecer en la oposición y no unirse a un “gobierno de unidad”, tal como fue presentado el Ejecutivo de Temer, Alckmin y su sector argumentaron que el PSDB debía mantenerse al margen para no verse perjudicado en las elecciones de 2018 por malos resultados gubernamentales.

Quien inclinó la balanza fue Neves, que de los tres es el que tiene una influencia más grande en los diputados y senadores del PSDB y sigue siendo el presidente del partido, pese a que su figura fue la más desgastada al final de todo este proceso. El PSDB finalmente decidió que no respaldaría orgánicamente al PMDB, pero sí sería su aliado en el Congreso, y consideró que si Serra quería ocupar un lugar en el Ejecutivo podría hacerlo.

De esta forma, aunque en el plano local haya salido fortalecido de estas elecciones, en el nacional el PSDB perdió visibilidad, y ni siquiera ocupa cargos de liderazgo en el Congreso (como el de presidente de cada cámara), que son ocupados, por ejemplo, por Demócratas, otro partido de derecha que respalda al actual gobierno en el Legislativo.

Con la victoria de Doria en primera vuelta en San Pablo, algo que no había sucedido nunca en la historia paulista, Alckmin sale definitivamente fortalecido para hacerle frente a cualquier otra figura del PSDB que se perfile para disputar la presidencia en 2018.

Gusto a poco

En Río de Janeiro el derrotado fue el sector más tradicional del PMDB, liderado por Temer y los hombres fuertes de su Ejecutivo, como su ministro de Presidencia, Eliseu Padilha. En esa capital gobernaba el PMDB, pero su candidato, Pedro Paulo Carvalho, quedó fuera de la segunda vuelta. Si bien Temer no participó en la campaña electoral en ninguna ciudad, uno de los pilares de la campaña de Pedro Paulo fue el apoyo del presidente a su candidatura, algo que lo perjudicó, según las lecturas posteriores a la votación. Algo similar pasó con la candidatura de Marta Suplicy en San Pablo, que también se considera una derrota del sector más tradicional del PMDB.

Según O Estado de São Paulo y O Globo, la mayoría de los candidatos del PMDB que lograron buenos resultados en San Pablo y Río de Janeiro no son nombres que hayan estado asociados a la cúpula del partido sino que han tenido una acción política limitada al terreno local, en el cual hicieron hincapié en sus campañas.

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