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Donald Trump, candidato presidencial republicano, durante una ceremonia de conmemoración por las víctimas de los ataques del 11 de setiembre de 2001, ayer, en la ciudad de Nueva York. Foto: Spencer Platt, Afp

Clinton y Trump tuvieron un fin de semana de desaciertos en el último tramo de la campaña

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Una serie de declaraciones desafortunadas volvieron a afectar la manera en que los estadounidenses perciben a la demócrata Hillary Clinton y al republicano Donald Trump, considerados los candidatos a la Casa Blanca más impopulares en la historia de Estados Unidos.

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En la recta final de una campaña electoral que empezó hace más de un año, los candidatos deben tener especial cuidado al expresarse públicamente: muchos votos dependerán de lo que proyecten en esta última etapa. Sobre todo, si pretenden conquistar al codiciado grupo de los votantes indecisos.

Pero fue un fin de semana de deslices para los dos bandos. Trump tuvo que cargar con los dichos de su hijo mayor, Donald Trump Jr., quien afirmó que su padre no tendría piedad con los indocumentados una vez que llegara a la presidencia. En una entrevista publicada el jueves en la cadena de Las Vegas News 3, el primogénito de Trump aseguró que su padre deportaría a los 11 millones de indocumentados que hay en Estados Unidos si llegara a ganar las elecciones en noviembre. “Creemos en la inmigración, pero tiene que hacerse bien, no se puede iniciar una relación basada en un fraude”, agregó Trump Jr.

El hijo del empresario causó un gran rechazo en las redes sociales cuando le preguntaron si existe la posibilidad, entonces, de deportar a la activista mexicana Astrid Silva, una de las caras más visibles de los indocumentados en ese país. “Sí, hay una posibilidad. La política de mi padre ha sido esa”, contestó Trump Jr. “Posiblemente sea una buena mujer. Lo entiendo. Pero las cosas se tienen que hacer bien”, agregó.

Silva, que se hizo conocida en 2014 cuando el presidente Barack Obama la mencionó en un discurso para frenar la deportación de casi cinco millones de personas, consideró los comentarios de Trump Jr. “ofensivos” y “alarmantes” tanto para ella como para todas las familias de indocumentados que viven en el país. “Confirmó lo que yo ya sabía: Donald Trump creará una fuerza de deportación para acorralarme, detenerme y deportarme, tanto a mí como a mi familia. Eso es aterrador”, dijo Silva en un comunicado difundido el viernes. El candidato republicano, siempre activo en las redes sociales, prefirió no hacer comentarios al respecto.

Mal momento para Hillary

Clinton también tuvo su cuota de desaciertos en estos días. El viernes de noche, en un acto de recaudación de fondos en Nueva York, la candidata demócrata dijo que la mitad de los seguidores de Trump son personas “deplorables”. Según Clinton, esa mitad está integrada por los votantes “racistas, sexistas, homófobos, xenófobos e islamófobos” que respaldan esta faceta del republicano. En la otra mitad, explicó, está la gente que siente que “el gobierno la defraudó, que la economía la defraudó, que no le importan a nadie, que nadie se preocupa por lo que pasará con sus vidas ni con su futuro y que están desesperados por un cambio”. La ex secretaria de Estado aclaró que hay que “entender” y “empatizar” con todos ellos, ya que depositan en Trump la esperanza de que sus vidas serán “diferentes” si él llega a la Casa Blanca, aunque no coincidan con todo lo que propone.

El equipo de campaña del empresario no tardó en reaccionar. “Lo realmente deplorable no es sólo que Clinton haya cometido un inexcusable error frente a ricos donantes y que unos periodistas que estaban por ahí la hayan atrapado, sino que reveló lo poco que le preocupan las mujeres y los hombres trabajadores de Estados Unidos”, dijo Jason Miller, el asesor de comunicación de Trump. El candidato republicano respondió en otro comunicado, en el que se preguntó: “¿Cómo puede ser presidenta de nuestro país cuando tiene tanto desprecio y desdén por tantos estadounidenses?”. En su cuenta de Twitter, Trump consideró que este “desliz” de Clinton se reflejará en las encuestas.

Al día siguiente, Clinton salió a disculparse: “Anoche fui extremadamente genérica, y eso nunca es bueno. Me arrepiento de haber dicho ‘la mitad’, fue equivocado”. Sin embargo, aclaró que “no dejará” de denunciar “la intolerancia y la retórica racista” de la campaña que Trump construyó “sobre prejuicios y paranoia”.

La candidata demócrata volvió a ser el centro de atención ayer, cuando se descompuso durante el acto para recordar a las víctimas del ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001, y tuvo que retirarse antes de lo previsto. Un video publicado en redes sociales muestra a Clinton cuando abandona el acto. Se ve que las piernas no la sostienen y que uno de sus asistentes la toma del brazo, una imagen que no ayuda a aplacar los rumores que corren desde hace meses sobre su estado de salud, y que el propio Trump utilizó para debilitar su campaña.

Aunque ayer no comentó nada sobre este incidente, Trump planteó varias veces interrogantes sobre la salud de Clinton y cuestionó más de una vez si la candidata tiene la energía suficiente como para ser presidenta. Algunos medios replicaron esas dudas ante los recurrentes ataques de tos que tiene la ex secretaria de Estado, que en varios actos tuvo que interrumpir su discurso para pedir un vaso de agua.

El mes pasado, el empresario retó a su rival a publicar su historial médico. “Yo no tengo ningún problema en hacerlo. ¿Hillary?”, escribió en Twitter. Clinton dijo a la cadena ABC que no iba a sumarse a la “estrategia loca” del empresario, y su equipo insiste en que tiene un excelente estado de salud.

Esta campaña de Trump sobre la salud de Clinton animó a otros detractores a hablar sobre el tema. Tal es el caso del ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, quien en varias ocasiones dijo que bastaba con escribir “Hillary enferma” en internet para encontrar pruebas sobre su estado. En la misma línea, una portavoz del equipo de Trump había afirmado que Clinton padecía de “disfasia” -dificultad para hablar- y aseguró que durante la campaña se “toma mucho tiempo libre”. El propio Trump se burló en Twitter de que su rival “está siempre durmiendo”. Entre las numerosas teorías que afloraron, sus detractores le atribuyen dolencias como Parkinson, epilepsia e incluso “trastornos neurológicos”, condiciones que asocian con la conmoción cerebral que tuvo la candidata en diciembre de 2012.

Lisa Bardack, la médica personal de Clinton, sostiene que la candidata está “en excelente condición física y apta para desempeñarse como presidenta de Estados Unidos” y, ante los rumores, ha dicho que no presenta ninguna secuela de lo que pasó hace cuatro años. Anoche, Bardack dijo que Clinton había sufrido un “resfrío vinculado con procesos alérgicos”, que persistió, y que se le diagnosticó neumonía. Agregó que debe hacer reposo, lo que afectará sus actividades de campaña. Acerca de lo ocurrido de mañana, Bardack aclaró que Clinton había sufrido “un golpe de calor y deshidratación” pero que ya estaba mejor. Varios demócratas que estaban presentes en el acto habían dicho que lo que le pasó fue “lógico”, ya que el clima era “sofocante”.

Los traspiés de Clinton y Trump coincidieron con el inicio, el viernes, del proceso para votar por correo en Carolina del Norte, el primer estado del país en hacerlo. Desde ese día, los votantes registrados en Carolina del Norte pueden solicitar las papeletas a la Junta Estatal de Elecciones y votar por adelantado. De esta manera, quedó inaugurada la cuenta regresiva que terminará el 8 de noviembre.

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