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Foto: Pablo Vignali

Un pingüino frenteamplista

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Estudiaba ingeniería cuando se involucró con el movimiento estudiantil chileno que en 2010 y 2011 hizo manifestaciones masivas reclamando la gratuidad de la educación durante el gobierno de Sebastián Piñera. Se recibió, pero apenas empezó el ejercicio profesional, porque en 2013 fue electo diputado. Desde ese lugar impulsó la renovación de la política chilena: es uno de los artífices del Frente Amplio (FA), la fuerza política que se creó en enero y en las elecciones del 17 de noviembre dio la sorpresa al obtener 20,3% de los votos. En esa misma jornada fue reelecto como diputado siendo el tercer candidato más votado en todo el país, con sólo 30 años. Hace unos días estuvo en Montevideo, donde participó en una actividad organizada por el sector frenteamplista Ir.

“No tenemos que ser los protagonistas en esta segunda vuelta”, dice Giorgio Jackson a la diaria. Sin embargo, el porcentaje de votos obtenido por el FA hizo que los dos candidatos que mañana disputan la segunda vuelta se dirigieran constantemente a su dirigencia y sus votantes, dándoles un espacio central. Si bien el novel partido decidió no apoyar a ningún candidato, sí comunicó que Piñera “representa un retroceso” y en los últimos días varios dirigentes anunciaron que votarán por el candidato oficialista Alejandro Guillier.

La pregunta que se impone es cómo evaluás el resultado de las elecciones del 17 de noviembre.

El resultado nos sorprendió, a nosotros y a todos los analistas políticos. Por un lado, porque se había generado una sensación de victoria muy desmesurada por parte de la derecha, las encuestas aportaron a ese clima. Por otro lado, parecía que era minoritario el diagnóstico que habíamos hecho desde los movimientos sociales y algunos sectores políticos, con la idea de que había que profundizar las reformas y ahondar una línea de transformación. Creo que ese diagnóstico se confirmó y que para la segunda vuelta hay una cancha muy abierta en la que Piñera se ha mostrado bastante desesperado, porque ni siquiera tenía en sus cálculos la posibilidad de perder.

Al otro día de las elecciones, Beatriz Sánchez atribuyó a ese clima el hecho de no haber pasado a la segunda vuelta.

Sí, absolutamente. No tiene sentido llorar sobre la leche derramada, pero es evidente que para el futuro no pueden tomarse tan en serio las encuestas. No es que estén manipuladas, no creo eso, pero restringen el debate y sus interpretaciones sí son muy interesadas.

¿Qué te parece que refleja el respaldo que obtuvo el FA?

Refleja que la oposición social que no evaluaba bien al gobierno de [la presidenta Michelle] Bachelet no era necesariamente porque no quería transformaciones, como se trató de instalar, sino que también había una corriente que consideraba que eran muy lentas o poco profundas. Había flancos de oposición por los dos lados al gobierno de Bachelet. La votación también refleja que fuimos capaces de conectar con una sensación de descontento y rabia, y al mismo tiempo con la esperanza de que no era imposible hacer esos cambios que se pedían y demandaban en las calles, sino que era un tema de voluntad política y de fuerza. Eso no sólo se refleja en la figura muy carismática y de mucho liderazgo de Beatriz Sánchez, también lo hace en la alta votación parlamentaria, que nos posiciona como una fuerza imprescindible para discutir de política en Chile, ya no como algo irrelevante o insignificante, sino como un actor que no se puede desconocer.

A tu partido, Revolución Democrática (RD), le fue particularmente bien, y vos como candidato a diputado lograste una muy buena votación, ¿a qué creés que se debe?

Nos fue muy bien, todavía estamos un poco abrumados; sólo en nuestros escenarios más optimistas obteníamos estos resultados, y en la última semana se veía como algo poco probable: tendremos 20 diputados como FA, ocho diputados de RD [y otros dos que fueron electos bajo el lema del partido pero no pertenecen a él], un senador y probablemente la bancada de mayor equidad en términos de género. Sería muy apresurado decir un porqué, tenemos que procesarlo con más tiempo, pero mi impresión es que hubo una muy alta votación al FA y a RD de los sectores más jóvenes y de quienes no confiaban en las coaliciones políticas tradicionales, que están muy desprestigiadas. Ahí hay una combinación que permitió a RD salir bien reconocida dentro del proceso de articulación y conducción del FA.

RD sale consagrada de las elecciones como el principal partido del FA.

Sí, creo que se reúnen varias cosas para que eso suceda. Primero, que tuvimos que reunir una cantidad muy grande de afiliados, más de 33.000, para poder tener primarias presidenciales. En marzo teníamos un mes y medio para hacerlo y salimos por las calles en todo Chile a juntar firmas, eso nos dio un salto gigante en nombre, el partido se hizo conocido.

Antes de que el FA tomara una decisión para la segunda vuelta, RD hizo una consulta a su militancia y llevó una postura ya adoptada. ¿Eso puede haber condicionado la decisión del FA, si se combina con el fortalecimiento que obtuvo RD en las elecciones?

Lo interesante es que todo el FA tuvo espacios de discusión en más de 100 barrios, donde se juntaban decenas de personas a discutir qué había que hacer para la segunda vuelta. En general las distintas orgánicas llegaron a una conclusión bastante similar, la misma que RD, que creo que refleja un análisis bastante responsable dentro del FA. Por un lado, ya no somos una fuerza testimonial, sino que representamos a un quinto de los que votaron, lo que es mucho, y por eso también nuestras acciones tenían una repercusión en el escenario nacional. Evidentemente, si gana Piñera será un retroceso gigantesco, pero no sentíamos que fuera representativo unirse a la campaña de Guillier, porque hay mucha desconfianza y sería poco consecuente con la crítica que hemos venido haciendo a ese proyecto histórico. Lo que hicimos fue invitar a Guillier a que tomara alguna de nuestras propuestas, que hiciera gestos para convencer a la militancia, porque nosotros no somos dueños de esos votos. Dejamos abierto a que cada militante participara en las elecciones, que no votara a Piñera y que votara a conciencia. A buen entendedor, pocas palabras.

¿Guillier ha dado esos pasos en la campaña para el balotaje?

Como que los da un día y al día siguiente retrocede. Mi impresión es que está buscando un equilibrio para no perder votos, como todo candidato antes de la segunda vuelta, pero creo que está en un punto que no le va a permitir ganarle a Piñera. Si no se mueve un poco hacia propuestas dirigidas al votante que espera transformaciones más radicales y de fondo, no va a hacer que las personas se levanten de la casa para ir a votar.

El gobierno de Michelle Bachelet sí tuvo ansias de reformas profundas, pero algunas se quedaron a mitad de camino por problemas dentro de Nueva Mayoría en el Parlamento. ¿No es un poco ingenuo pensar que Guillier sí podría comprometerse con propuestas del FA como terminar con las administradoras de fondos de pensiones o dar gratuidad total a la educación?

Ese fue parte del debate que se dio. Tenemos una postura de humildad al entender que [los votantes] no nos mandataron a nosotros a ir a buscar votos para la segunda vuelta, no tenemos que ser los protagonistas en esta segunda vuelta, pero entendemos que una gran cantidad de las personas que nos votaron son antipiñeristas, por lo tanto, van a ir a votar igual. Sin embargo, Guillier se contenta con los antipiñeristas, no va a ganar. Lo mejor que podíamos aportar como dirigencia era advertirle que los votos de quienes están un poco más desconfiados no se pasan como un buzo, sino con aspectos programáticos. Si hubiéramos adoptado una posición distinta, habríamos hipotecado la posibilidad de seguir incidiendo en la política, porque perderíamos la confianza que logramos conseguir.

En este marco, Guillier podría haber adoptado propuestas del FA, pero después no poder llevarlas adelante.

Las propuestas del FA son técnicamente viables, pero necesitan voluntad política. El tema es que hay tanta unión entre la elite política histórica de la Nueva Mayoría y el poder fáctico económico, que no se animan. El no atreverse a manifestarlo demuestra que esa unión sigue, y para que veamos la posibilidad de un gobierno transformador es necesaria una manifestación de voluntad. Ahí está la principal duda de por qué no generar una sintonía más fina [entre el FA y Nueva Mayoría]. Mi impresión es que en el mediano y largo plazo debería haber una coordinación, sobre todo con los sectores que no se sienten cooptados por el poder económico.

El FA, como oposición, ¿va a ser uno si gana Piñera y otro si lo hace Guillier?

Vamos a ser una oposición dialogante, constructiva y a la vez rebelde. Es evidente que será distinto tener algo de tierra fértil para construir algunas reformas a tener la resistencia absoluta de la regresión conservadora que representa Piñera. [Si gana Guillier] vamos a pararnos desde la oposición con autonomía del proyecto de Nueva Mayoría, pero probablemente se den más espacios para una agenda común que si gana Piñera; ahí me cuesta mucho pensar en un espacio en el que pueda haber convergencia.

En abril entrevistamos a Romina von Borries, quien entonces era portavoz el FA, y ella planteaba una posición mucho más rígida con respecto a Nueva Mayoría, pero a su vez decía que había otros sectores, como RD, más abiertos a alianzas. En un eventual gobierno de Guillier, ¿eso sería un desafío para la unidad del FA?

Un gobierno de Guillier representa más oportunidades y más desafíos para el FA. Si gana Piñera, todos vamos a ser oposición, todo se funde y se confunde. Si gana Guillier, hay oportunidades para avanzar en algunas agendas, pero hay otras que las vamos a resistir, por lo cual va a tener que aliarse con la derecha para aprobarlas. En este sentido, es un escenario de más espacios de diferenciación en aquellas áreas en las que Nueva Mayoría explicite que no quiere avanzar, aunque estén en su discurso. A su vez también es un riesgo para la identidad del proyecto político colaborar con algunas agendas en las que se pueda avanzar, quizás no tanto como nos gustaría, pero sí suficiente como para justificarlo. Hay una posibilidad de que desde afuera se observe una mimetización que vamos a tener que saber administrar, [si gana Guillier] va a haber un desafío político de coordinación y unidad que hasta ahora no hemos enfrentado.

Así como el FA han surgido en otros países agrupaciones que van a la izquierda de los gobiernos o partidos tradicionales de izquierda, como Podemos en España, el Movimiento 5 Estrellas en Italia o el Partido Socialismo y Libertad en Brasil. A medida que pasa el tiempo, a nivel nacional, esas formaciones van ocupando lugares que, si bien son relevantes políticamente, no son los apropiados para lograr esas transformaciones que se buscan. ¿Temen que lo mismo le pase al FA?

A nivel parlamentario, ni Guillier ni Piñera contarían con mayoría en el Congreso; el escenario para los próximos cuatro años va a ser juntar mayorías ley a ley. En cuanto al poder más ejecutivo, lo que se viene ahora es un trabajo territorial más pausado, con más formación política de los cuadros con miras a las elecciones locales de 2020. Tenemos, por primera vez, un espacio sin elecciones encima para poder hacer trabajo territorial. Claro que está en la perspectiva del FA disputar el Poder Ejecutivo; simplemente, no va a ser ahora.

Otras agrupaciones que han surgido en Chile a la izquierda de Nueva Mayoría no han logrado mantenerse después de las instancias electorales, ¿qué cambios le hacen falta al FA en la interna para no seguir ese camino?

Honestamente, creo que no hay un escenario imaginable dentro de la política y el contexto chileno que haga pensar que el FA puede morir de aquí a las próximas elecciones. Puede tensionarse, algunos se saldrán y otros ingresarán, pero como actor político llegó para quedarse. La capacidad de crecer y de conectar con las personas va a depender mucho de nuestra capacidad de administrar este creciente poder. No va a ser fácil, nunca nos vimos enfrentados a algo de este tamaño, pero es un buen problema.

Mencionaste la posibilidad de acercarse a sectores de Nueva Mayoría que no estén cooptados por el poder económico, ¿cómo te imaginás ese proceso?

Si como FA queremos gobernar es porque queremos ser mayoría, y para hacerlo no basta con las agrupaciones que tenemos hoy en día ni con los votos que alcanzamos en estas elecciones. Primero va a ser necesario crecer como FA, creo que el resultado electoral va a derivar en más militancia y cantidad de cuadros en las organizaciones del partido. Pero además debemos tener la capacidad, sin perder autonomía, de conversar y proyectar agendas comunes con quienes desde Nueva Mayoría nos permitan hacer alianzas coyunturales en proyectos específicos. Así vas creando el imaginario colectivo de un gobierno frenteamplista que pueda tener mayoría en el Congreso, incluso con otros partidos que no integren el FA, pero apoyen su agenda, y de esa manera construir la gobernabilidad, que no llega solamente por la elección, sino que se construye en años. Independientemente de que se pueda criticar con la dureza que sea, hay un marco de entendimiento, sobre todo con aquellas fuerzas que creemos que pueden ser aliadas en el futuro, y son relaciones que es importante cuidar y fortalecer.

¿Cuáles podrían ser los sectores más afines de Nueva Mayoría?

Hay sectores del Partido Comunista, del Partido Socialista, o los más veteranos de la Democracia Cristiana... No están representados en la dirigencia de sus partidos sino más bien en la base histórica y cultural, todos esos sectores también caben en la convocatoria que está haciendo el FA como una alternativa a Nueva Mayoría. El FA tiene hartas posibilidades de crecer, pero debemos tener una vocación de mayoría, porque de lo contrario nos podemos contentar con hablarle a un nicho que está convencido, pero renunciar a la posibilidad de ejecutar.

En la izquierda latinoamericana la renovación de liderazgos se ha presentado como un problema, y vos ya anunciaste que este va a ser tu último mandato como diputado; ¿hay una intención en el FA de, ya desde el punto de partida, no caer en eso?

De otras experiencias en América Latina y el mundo hemos aprendido que la construcción política, cuando se basa en caudillos, lo que genera es una vulnerabilidad de los proyectos políticos que los hace insostenibles, porque es mucho más fácil derrumbar a una persona que a una idea. Quiero aportar un grano de arena en ese sentido. Junto con Gabriel [Boric] y Blado [Milosevic] somos la primera generación de diputados frenteamplistas, entonces para nosotros era importante apostar por la renovación, no eternizarnos en un mismo espacio de poder, porque si no, uno se acomoda. Lo vimos también como la oportunidad para mandar una señal política en este sentido, aunque hayamos tenido porcentualmente las tres mejores votaciones de Chile, porque la construcción política demanda que en nuestros territorios también abramos la cancha para que puedan emerger otros liderazgos.

¿Cuáles podrían ser los pasos siguientes?

A mí me falta mucha formación, salí de la universidad, trabajé un semestre y fui a hacer campaña para ser diputado. Profesionalmente no me he desarrollado, intelectualmente tengo mucha curiosidad sin satisfacer y me gustaría tener una pausa de esta vorágine reaccionaria de la política contingente del día a día.

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