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Ramiro Alonso

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En menos de un mes, el 2 de julio, se celebrarán las primarias de la coalición de derecha, Chile Vamos, en las que el candidato más fuerte es Sebastián Piñera, también favorito de cara a las nacionales del 19 de noviembre. Para alcanzar la candidatura de su alianza, el ex presidente debe ganar en la interna y enfrentar las distintas denuncias de corrupción que se siguen presentando en su contra.

A comienzos de mayo, Piñera presentó su precandidatura presidencial y divulgó las bases de su programa de gobierno. Entre los principales retos, aparecen la situación económica —propone “volver a crecer, crear empleos y mejorar los salarios”—, la seguridad pública, los sistemas de educación y salud, que considera necesario mejorar, así como “las pensiones, la integración y la calidad de vida” de los adultos mayores. Pero el ex presidente también propone una reforma política amplia que incluye la revisión del período presidencial, la limitación de la reelección de autoridades —sin aclarar cuáles— y la reducción del número de integrantes del Congreso. Algunos analistas de izquierda han advertido que este cambio podría ser una excusa para dar marcha atrás en la reforma electoral aprobada por el gobierno de Michelle Bachelet, que sirvió para paliar problemas de subrepresentación de varias regiones que generaban desigualdad política. Además, Piñera propone crear un “museo de la democracia” y un “Consejo de Presidentes de la República” que, se presume, reuniría a todos los ex mandatarios en una especie de organismo asesor.

Algunas de sus propuestas han sido más polémicas. Entre ellas, se destaca un nuevo método de acceso a la educación superior, mediante un sistema único de becas y créditos administrado por el Estado, con muchos menos beneficios para los estudiantes que el actual. En términos económicos, Piñera promueve una reforma impositiva que implicaría bajar los tributos a las empresas de 27% a 24%, el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, una revisión de la reforma laboral y la adopción de medidas duras para controlar el déficit fiscal, como el congelamiento de las contrataciones en el Estado y el pago de viáticos y horas extra. Además, propone para el sistema de pensiones una reforma similar a la que impulsa el gobierno actual, con un aumento de 10% a 14% de los aportes patronales. La diferencia se encuentra en quién administraría ese 4% que se agrega: en el proyecto del gobierno lo haría una institución estatal, y en el de Piñera las resistidas administradoras de fondos de pensiones.

La presentación de los lineamientos políticos en caso de llegar al gobierno es uno de los requisitos para inscribir precandidaturas en Chile, y por eso algunas de las propuestas están presentadas de forma muy superficial. Piñera dijo que trabajará en estas iniciativas durante toda la campaña previa a las primarias del 2 de julio y que, si las gana, presentará un programa de gobierno en setiembre, dos meses antes de las elecciones.

Además de anunciar las propuestas, Piñera se refirió a qué hará con su patrimonio si gana nuevamente las elecciones: “No solamente [haré] lo que la ley establece, que lo vamos a cumplir de forma absoluta y total, sino que vamos a ir mucho más allá en cuanto al número de personas que se van a someter a esta ley, mucho más allá en cuanto a número de activos que se van a incorporar a los mecanismos de fideicomisos ciegos y mucho más allá en otras materias”. Sin embargo, no ha dado precisiones de cuáles serían los pasos concretos que dará.

Con cautela

Qué hará con su dinero Piñera si vuelve a ganar las elecciones es uno de los principales cuestionamientos en esta campaña, no sólo de sus opositores, sino también de sus aliados, en especial del senador Manuel José Ossandón, otro de los precandidatos en la interna de Chile Vamos. “Tengo un currículum limpio de imputaciones e investigaciones penales”, subrayó Ossandón en una entrevista con el canal Chilevisión, en referencia directa a Piñera.

Si el ex presidente representa a una derecha empresaria y neoliberal, Ossandón es la apuesta de la derecha más conservadora y católica, que rechaza el matrimonio de personas del mismo sexo y el aborto. Ossandón es el precandidato que más presión ha puesto sobre Piñera en las últimas semanas, sobre todo porque ha recordado las múltiples investigaciones que se han abierto en contra del ex presidente y de su familia, vinculadas a posibles casos de corrupción y de tráfico de influencias durante su mandato. “Yo no tengo prontuario, [...] no te puedo dar una clase de cómo eludir impuestos porque no lo he hecho”, dijo en una entrevista. Sus críticas han llegado a tal punto que otros integrantes de Chile Vamos le han pedido, públicamente, que modere su tono.

Pero Ossandón no es el único que pone sobre la mesa las investigaciones de corrupción, de las que Piñera intenta alejarse. El jefe de campaña del ex presidente, su primo y ex ministro Andrés Chadwick, pidió que la Justicia actúe rápidamente para “demostrar” que el precandidato no está involucrado con casos de corrupción. Pese a estos intentos, las noticias siguen surgiendo: el Centro de Investigación Periodística reveló la semana pasada una nueva offshore de la familia Piñera, la tercera. Además, según documentos a los que accedió The Clinic, fue utilizada para la compra de 118.000 hectáreas del Parque Tenteuco, una de las zonas protegidas de Chile que están en manos de privados, en este caso de la familia Piñera. Ante las nuevas denuncias, el ex presidente dijo que la compra la hizo como “un acto de amor a la naturaleza”, motivado porque quería “preservar y conservar esa naturaleza”.

El trío de precandidatos de Chile Vamos lo completa Felipe Kast, un representante de la derecha más conservadora del país, que respaldó a la dictadura y hasta el día de hoy visita de forma periódica a los represores presos por violaciones a los derechos humanos. “Yo no hablo de dictadura, hablo de gobierno militar”, dijo Kast en entrevista con el informativo del canal Mega.

La diferencia entre los seguidores de Ossandón y Kast y los de Piñera reside en que la mayoría de estos últimos reniega del pasado pro dictadura de la derecha chilena y hace hincapié en la necesidad de mirar al futuro. En esa línea se encuentra el propio Piñera, que en 1998, cuando Augusto Pinochet era detenido en Londres, participaba en un acto que exigía su liberación y, desde el estrado, aseguraba: “El senador Pinochet y su familia están viviendo hoy tiempos difíciles en Londres, y por eso merecen toda nuestra solidaridad. [Su detención] constituye un agravio y un atentado a nuestro Estado, a lo más profundo de nuestra soberanía, de nuestra independencia y de nuestra dignidad”. No es un caso aislado: en marzo Piñera confirmó que participaría en las internas de Chile Vamos en un acto en el que algunos de los presentes gritaron, en dos oportunidades, “Viva Chile y Pinochet”. En entrevistas posteriores, el ex presidente se desmarcó de esos gritos: “No me gustó. Hay que separar esa parte del pasado del presente. Justamente en eso va nuestra candidatura”.

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