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Protestas por el asesinato de la concejal y activista brasileña Marielle Franco, el viernes, en Río de Janeiro. Foto: Mauro Pimentel, AFP

Continúa la investigación policial sobre la muerte de Marielle Franco y también las manifestaciones en repudio a su asesinato

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La Policía de Minas Gerais encontró ayer en ese estado, vecino a Río de Janeiro, un auto que podría haber sido utilizado en el asesinato de la activista y edila del Partido Socialismo y Libertad (Psol) Marielle Franco, que fue asesinada el miércoles junto a su chofer, Anderson Gomes. La Policía carioca, que está a cargo de la investigación, viajó a Minas Gerais para empezar las pericias en el vehículo, cuya matrícula y color coinciden con los de un auto utilizado por los atacantes. De acuerdo con los medios brasileños, la Policía cree que al menos dos vehículos participaron en el crimen y que uno de ellos estuvo vigilando a Franco horas antes de que fuera asesinada.

La asesora de Franco que viajaba en el vehículo y sobrevivió al ataque, Fernanda Chaves, declaró ante la Policía en la madrugada del viernes, todavía impactada por lo sucedido, y, según medios brasileños, no pudo aportar elementos nuevos a la investigación. Durante el fin de semana Chaves abandonó el estado de Río de Janeiro por razones de seguridad.

Uno de los principales indicios surgidos en los últimos días es la procedencia de las balas que fueron utilizadas en el ataque. Primero lo informaron algunos medios brasileños y después lo confirmó el ministro de Seguridad Pública de Brasil, Raúl Jungmann: las balas de nueve milímetros que se dispararon contra Franco y Gomes eran de la Policía Federal. En diciembre de 2006 este organismo compró a la empresa CBC el lote UZZ-18, que luego fue distribuido entre la Policía Federal y Militar en varios estados. De hecho, estas balas ya habían aparecido en otro episodio violento en otro estado: la matanza de 17 personas en San Pablo en 2015, por la que fueron condenados tres policías militares y un agente civil.

En su comparecencia ante los medios, Jungmann desvinculó a la Policía de las balas utilizadas en Río de Janeiro y en San Pablo. Dijo que “hace unos años” parte del lote fue robado cuando estaba en la estatal Empresa Brasileña de Correos para ser distribuido en otros estados. “La Policía Federal ya abrió más de 50 investigaciones por esa munición desviada. Por eso yo creo que esas cápsulas encontradas en la escena del crimen fueron efectivamente robadas”, dijo.

Sin embargo, la Empresa Brasileña de Correos emitió ayer un comunicado en el que desmiente esa versión. “En el pasado reciente no hay ningún registro de un incidente” vinculado con el robo de municiones, manifestó la compañía estatal en el documento. El presidente de la empresa, Guilherme Campos Júnior, dijo al diario O Globo que desconoce de dónde sacó Jungmann esa información. “El ministro debe tener alguna información con la que nosotros no contamos. Si la tiene, espero que nos la brinde”, dijo.

Por otra parte, unas 500 personas se reunieron ayer en el complejo de favelas de Maré para repudiar el asesinato de la dirigente, que nació y creció allí. La movilización era encabezada por mujeres jóvenes y negras, como Franco, que llevaban una pancarta que decía: “¡Marielle y Anderson, presente! ¡Hoy y siempre!”. Entre otros, participó en la movilización el líder del Psol en Río de Janeiro, el diputado estadual Marcelo Freixo, quien además era amigo personal de Franco. “No vamos a dejar las calles hasta que el crimen se resuelva”, dijo. Ya hay actividades previstas para toda la semana, tanto en Río de Janeiro como en otros estados, para mantener viva la memoria de la activista y dirigente política.

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