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Mujeres marroquíes en una calle de Chefchaouen, al noroeste de Marruecos, el 19 de enero. Foto: Manuel Cohen, AFP

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El Parlamento marroquí aprobó una ley contra la violencia de género que criminaliza, por primera vez en la historia del país, el acoso sexual contra las mujeres. La norma –que estaba en debate desde hacía más de una década– supone un gran avance en cuanto introduce nuevos delitos vinculados con la violencia contra las mujeres, en algunos casos aumenta las penas y propone medidas de protección a las víctimas. Sin embargo, según denunciaron organizaciones civiles marroquíes e internacionales, en muchísimos aspectos se queda corta.

Febrero va a quedar marcado en el calendario marroquí como el mes en el que la larga lucha por los derechos de las mujeres obtuvo su primer triunfo. El miércoles 14, la Cámara de Diputados aprobó con 168 votos a favor, 55 en contra y ninguna abstención una ley que, por primera vez en la historia del país, incluye medidas contra la violencia de género. El proyecto de ley fue aprobado por el gobierno en marzo de 2016, pero el proceso de aprobación en el Parlamento tomó casi dos años.

El debate en las dos cámaras fue complicado y, en muchas ocasiones, los parlamentarios tuvieron la sensación de que no se avanzaba: propusieron 224 modificaciones en el período en que el proyecto estuvo en discusión, aunque el gobierno sólo aceptó 28.

La legislación establece penas de prisión de hasta seis meses para las personas que cometan acoso sexual contra las mujeres y duplica la sanción si, por ejemplo, el acosador trabaja en el mismo lugar que la víctima. Además, prevé una multa que puede llegar hasta los 6.500 dólares para quienes lanzan insultos denigrantes, discriminatorios y machistas contra una mujer.

Después de la aprobación en Diputados, la ministra marroquí de Solidaridad, Igualdad y Desarrollo Social, Basima Hakaui, explicó que la nueva legislación incluye “definición de conceptos, disposiciones penales, medidas preventivas e iniciativas de protección” a las víctimas de la violencia de género. A la vez, agregó, establece un mecanismo integrado de atención institucional y endurece las penas para los que cometen esa forma de violencia.

Sin embargo, y a pesar de los grandes pasos que da en relación con los derechos de las mujeres, la mayoría de las asociaciones marroquíes defensoras de la mujer, con el apoyo de organismos internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han calificado esta ley de “insuficiente”.

Ya en mayo de 2016, días después de que el gobierno aprobó el proyecto, Amnistía Internacional pidió que se incluyan “salvaguardas más firmes”. En particular, solicitó que se incorporen “definiciones exhaustivas de los actos de violencia”. La ley define la violencia contra las mujeres como “cualquier acto causado por discriminación basada en el sexo que tenga como resultado un daño físico, psicológico, sexual o económico para las mujeres”, una definición que se asemeja a la que establece la Declaración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero que no ahonda sobre otras formas de violencia contra las mujeres que tienen lugar en el ámbito familiar, en la calle, o la ejercida por agentes del Estado.

La organización también cuestionó el hecho de que el texto no aborda los obstáculos que encuentran las víctimas para acceder a la Justicia y a los servicios de apoyo y protección, y tampoco propone estrategias para “combatir los prejuicios y los estereotipos discriminatorios tanto en la ley como en la práctica”.

La nueva norma tampoco resuelve otras cuestiones, muy arraigadas en la cultura del país, como la prohibición del adulterio –que se castiga con hasta un año y medio de cárcel– y de las “relaciones sexuales entre personas del mismo sexo” –por las que los marroquíes pueden enfrentar entre seis meses y tres años de prisión–. Lo mismo sucede con las disposiciones vigentes que toleran los llamados homicidios en nombre del “honor”, ya que la iniciativa contempla la reducción de condenas para quienes agreden a “mujeres adúlteras” o familiares que tienen un supuesto comportamiento sexual “indebido”, pero no elimina totalmente el castigo.

Una encuesta publicada la semana pasada por ONU Mujeres revela cuán naturalizada está la violencia hacia las mujeres en ese país de mayoría musulmana. El estudio reveló que 38% de los hombres opina que la esposa “a veces merece ser golpeada”, mientras que 62% considera que “una mujer debería tolerar la violencia en aras de mantener unida a su familia”. Otra cuestión que recoge el sondeo consiste en la noción, respaldada por 40% de los varones, de que, si el marido sostiene financieramente a la familia, su esposa está obligada a mantener relaciones sexuales con él siempre que él tenga ganas.

Por otro lado, la mitad de los hombres encuestados (50%) dijo que la idea de la igualdad de género no forma parte de “las tradiciones y la cultura marroquíes”.

Espacios libres de acoso

Otros datos recogidos por ONU Mujeres revelaron, semanas atrás, que 63% de las mujeres marroquíes han sufrido violencia psicológica, física, sexual o económica por parte de un hombre alguna vez en su vida y detallaron que, en uno de cada tres casos, las agresiones tienen lugar en espacios públicos.

Tomando esta última premisa como base, la marroquí Safaa el Jazouli, especialista en telecomunicaciones, lanzó a principios de febrero una aplicación que consiste en ubicar en un mapa los cafés y otros establecimientos del país que las mujeres puedan visitar sin sentirse acosadas. Se llama Finemchi (“¿Dónde voy?” en árabe). Para la creadora, la iniciativa ayudará a las marroquíes a “reconquistar los espacios públicos”, según dijo a la agencia de noticias Efe.

El Jazouli contó que la idea surgió de su “propia experiencia”, ya que a la hora de salir con sus amigas no tiene “mucho para elegir” y, explicó, la mayoría de los lugares en los que se sienten cómodas “no son de fácil acceso”.

También dijo que es común que la clientela en los locales de comida sea mayoritariamente masculina, especialmente en los cafés, y en particular en los días en que se retransmiten partidos de fútbol internacionales. Esto se traduce en varios problemas para las mujeres que eligen entrar a esos lugares. “De entrada, está el acoso verbal, así como las miradas insistentes que pueden parecer inocuas, pero que degradan considerablemente la comodidad de la mujer en el establecimiento. Y, a veces, esto puede transformarse en agresiones físicas”, dijo El Jazouli.

Para determinar si un lugar es “women friendly”, la aplicación tiene en cuenta elementos específicos, como el historial de casos de acoso en el lugar o el código de vestimenta recomendado, con el objetivo de construir “un directorio femenino y de calidad” en las principales ciudades de Marruecos. La creadora también espera que Finemchi sirva para “sensibilizar” a los responsables de los cafés y los restaurantes con respecto al problema del acoso hacia las mujeres. “Queremos decirles que, si su establecimiento no está en Finemchi, es porque quizá haya mejoras que hacer”, concluyó.

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