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Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, y Javier Matias Mijalchuk Darroux, nieto 130 encontrado, en conferencia de prensa, ayer, en Buenos Aires.

Foto: Emiliano Lasalvia, AFP

Las Abuelas de Plaza de Mayo presentaron al nieto 130

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“Hay muchos en mi situación: los invito a juntar coraje y acercarse a Abuelas”, dijo el nieto.

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“Quiero más que nada agradecer. Quería hablar con el corazón y agradecerles a todos los que contribuyeron con la restitución de mi identidad”, dijo ayer Javier Matías Darroux Mijalchuk, el nieto 130 recuperado por la organización Abuelas de Plaza de Mayo, en una conferencia de prensa realizada este jueves.

Javier Matías Darroux Mijalchuk es hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, ambos desaparecidos en diciembre de 1977. Según el comunicado difundido por Abuelas, Juan trabajaba en tareas administrativas en la Universidad de Morón cuando conoció a Elena, que estudiaba la carrera de contadora pública, en 1975. Iniciaron una relación, que tuvo que enfrentar la resistencia de los padres de ella, porque él tenía varios años más, y en agosto de 1977 nació su primer hijo: Javier Matías. En diciembre de ese mismo año, Juan fue secuestrado. Uno de sus primos lo vio discutiendo con cuatro hombres que lo subieron a un auto y su familia nunca volvió a saber de él. Tras varios días sin noticias, Elena, que estaba embarazada nuevamente, recibió una carta en la que su marido le decía que estaría en un lugar determinado unos días después. Ella fue a ese lugar, junto con Javier, y ambos desaparecieron.

Las familias no supieron cómo proceder, y recién en 1999 Roberto Mijalchuk, hermano de Elena, denunció las tres desapariciones, lo que derivó en que los familiares de la pareja y el niño entregaran muestras al Banco Nacional de Datos Genéticos. Sería gracias a esa información genética que Matías recuperaría su identidad. Matías siempre supo que era adoptado y en su expediente figuraba que había sido encontrado a tres cuadras de la Escuela de Mecánica de la Armada. Fue entregado por disposición judicial a un matrimonio que lo crio en la Ciudad de Buenos Aires, donde vivió hasta 1999, año en el que se mudó a Córdoba y comenzó la búsqueda de sus padres. A partir de ese momento el cruzamiento de datos y la información genética permitieron concluir que era el hijo de Juan y Elena.

La investigación judicial sobre la desaparición de los padres de Matías continúa, pero él y su tío Roberto, que inició la búsqueda cuando tenía 19 años, se reunieron.

“Hay muchos en mi situación: los invito a juntar coraje y acercarse a Abuelas”, dijo Matías en la conferencia de prensa convocada por Abuelas de Plaza de Mayo en la que se lo presentó.

Matías contó cómo vivió él todo este proceso: “Tenía que ser consciente de que del otro lado me podían estar buscando [...] mi tío me buscaba hace 40 años”, relató, antes de agregar: “Gracias, tío, por no dejar de buscarme”. “La restitución de mi identidad es una homenaje a mis padres, una caricia al alma”, añadió.

Por su parte, Roberto se emocionó ni bien empezó a hablar y el discurso que había preparado lo terminó leyendo otra persona. Además de celebrar el reencuentro, agradeció a quienes adoptaron a Matías: “No estaba con las personas que eran de su sangre, [pero] estaba con personas maravillosas que le dieron amor”.

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