En un comunicado hecho público por el Kremlin, el presidente ruso, Vladimir Putin, reiteró la necesidad de “poner fin a las hostilidades” que está generando el conflicto bélico entre armenios y azeríes en la región de Nagorno Karabaj, territorio situado dentro de las fronteras de Azerbaiyán pero que históricamente ha sido reivindicado como propio por los armenios, que de hecho gobiernan el territorio que oficialmente se denomina República de Artsaj.
En el texto publicado por Moscú y citado por la agencia de noticias rusa RT se destaca que el enfrentamiento “provocó graves pérdidas en ambos bandos, incluidas bajas entre la población civil”. Antes de esta declaración rusa, las autoridades armenias y azeríes informaron que desde que estalló la violencia en la región caucásica, el 27 de setiembre, el conflicto costó la vida de varias decenas de civiles.
Desde ambas tiendas las acusaciones mutuas son la tónica, y ninguna de las partes está dispuesta a ceder. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, afirmó el fin de semana que la única solución al litigio es que los armenios se retiren de Nagorno Karabaj, algo que significa una declaración de guerra para los armenios. Desde Bakú se aseguró ayer que los ataques armenios alcanzaron la ciudad de Ganjá, la segunda más importante del país, mientras que desde la República de Artsaj se reportan ataques diarios contra la capital, Stepanekert, y otras localidades vecinas.
Armenia obviamente está involucrada de lleno en la defensa de lo que considera su integridad territorial; el primer ministro habló este lunes con Putin sobre la cuestión, en la que juegan roles importantísimos actores externos. Rusia, que es un aliado de Armenia –de hecho, existe un pacto militar entre ambos países e incluso los rusos tienen una base en el país– y Turquía, que apoya en forma incondicional con armas y tropas a Azerbaiyán, otra nación musulmana.
Mientras el conflicto recrudece, la situación sigue generando reacciones internacionales, con la enorme diáspora armenia a la cabeza. En territorio armenio, es decir, en Armenia y la República de Artsaj, viven alrededor de tres millones de personas, pero los armenios distribuidos en todo el mundo son aproximadamente 12 millones. Se trata de los descendientes de los centenares de miles de armenios que dejaron su tierra tras el genocidio que comenzó en 1915, en el que fueron asesinadas alrededor de dos millones de personas a manos de los turcos, que nunca reconocieron tal hecho como un crimen de Estado, a pesar de la evidencia.
Mec Yelern –Gran Crimen– es la denominación armenia para este hecho trágico en su historia, que quedó en la más absoluta impunidad y que es motivo de enorme rebeldía para los armenios que en todo el mundo se encuentran actualmente movilizados por la gravedad del conflicto. Una muestra de ello es una declaración realizada el domingo por la embajada de Armenia en Argentina, país en el que vive la mayor comunidad de América Latina, con aproximadamente 125.000 habitantes. En el texto se explicita en forma muy concreta una idea: “No permitiremos un nuevo genocidio”.