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Raúl Sendic y Susana Andrade, en el lanzamiento de la Lista 711 de Montevideo (archivo, setiembre de 2019).

Foto: Mariana Greif

Autocrítica: Lista 711 considera que el FA utilizó la ética para resolver “competencias internas”; también cuestionó el “falso relato” sobre ANCAP

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Para el sector, se perdió la conexión con las bases porque la fuerza política se “entretuvo mirándose el ombligo”

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Al igual que otros sectores del Frente Amplio (FA), el grupo Compromiso Frenteamplista (lista 711), que lidera el ex vicepresidente Raúl Sendic, elaboró un documento para aportar al proceso de autocrítica que inició la coalición de izquierda en el Plenario de octubre. En el documento, al que accedió la diaria, el sector cuestiona que la fuerza política haya cobrado “al grito” ante presiones de los medios de comunicación y la oposición en torno a la gestión de ANCAP, habilitando a “la derecha” e incluso a algunos “compañeros” a instalar “un falso relato”.

Además, critican que se haya usado la ética como una “lanza para apuntar a nuestros propios compañeros” y hablan de una campaña electoral “errática e inconsistente”, que descuidó al interior.

En el documento se repasan las políticas implementadas durante los 15 años de gobiernos del FA y se destaca que la bonanza económica permitió implementar una batería de transformaciones y reformas en materia de salud, seguridad social y educación, así como se avanzó en el proceso de descentralización y el fortalecimiento de las empresas públicas.

“Pero, ¿era para estar tranquilos?”, se pregunta el sector, y señala que el agotamiento económico en los últimos años se volvió evidente y se necesitó mayor “flexibilidad” en medidas macro y microeconómicas. Desde 2013, evalúa el sector, “la desigualdad había dejado de caer y la economía se desacelera, cae la inversión, el 10% de pobreza se convierte en un número que no fuimos capaces de reducir. La inversión pública y privada se frena y el gasto endógeno del Estado crece exponencialmente (transferencias a la seguridad social, y pago de intereses de deuda) lo que generó un déficit fiscal estructural que no se logra abatir”.

Ante el estancamiento económico, la 711 entiende que hubiera sido necesario implementar una política económica “defensiva”, que debería haber contemplado la reducción de tarifas públicas para algunos sectores, la disminución de impuestos y la promoción de sistemas de financiamiento. Para poder implementar todas estas medidas, la 711 considera que se tuvo que haber puesto el foco en “el gran capital”.

En ese sentido, para el sector, en materia tributaria tendría que haber primado uno de los “principios de la izquierda”: “Que pague más el que tiene más y no el que gana más solamente, como fue el leitmotiv de las medidas adoptadas por nuestro gobierno a influjo de quienes manejaron la economía”. También evalúan que se tendría que haber profundizado más en materia de política de vivienda, implementando un “verdadero plan de vivienda social y, en conjunto con esto, era imprescindible instrumentar políticas de vivienda que ayudaran a resolver el 10% de pobreza endémica que aún persiste”.

“Una vivienda que cuesta más de 100 mil dólares a su destinatario no puede ser considerada una vivienda de interés social. Desarrollamos un programa que con la intención de subsidiar el acceso a la vivienda de los que menos tienen, se transformó en subsidio para las empresas constructoras y agentes inmobiliarios”, evalúa.

Falta de relato por mirarse el ombligo y diferencias internas

En el documento de autocrítica, la 711 señala que, durante la “década ganada”, los gobiernos de “[Hugo] Chávez, Fidel [Castro], Lula [da Silva], Néstor y Cristina [Kirchner], Tabaré [Vázquez] y [José] Mujica, Evo [Morales], [Rafael] Correa, Dilma [Rousseff] y [Fernando] Lugo” no pudieron “revertir en forma significativa” los niveles de “desintegración y segregación”; analiza las contradicciones entre la izquierda y el progresismo, y hace un balance de los gobiernos del FA.

Para la 711, todo esto ha llevado al FA a “perder pie en lo que debe ser la base social de los cambios”: “Trabajadores, profesionales, pequeños comerciantes, estudiantes, productores, industriales, pobres y capas medias de la sociedad”. Además, el sector entiende que faltó “construir un relato que permitiera mantener la alianza entre nuestro gobierno y nuestra fuerza política con esos sectores de la sociedad. No lo hicimos desde el gobierno y tampoco desde la fuerza política que se entretuvo durante un tiempo considerable mirándose el ombligo de las diferencias y debates internos”.

El sector cuestiona que varias discusiones quedaron solamente en el ámbito del gobierno y la fuerza política no participó en las definiciones, por ejemplo, en torno a “si había que fortalecer el Estado o si había que fortalecer la libre competencia del mercado, si había que invertir y desarrollar las empresas públicas o si eran ‘gastos desordenados”, si había que apoyar a las empresas autogestionarias y cooperativas o era un impulso voluntarista e idealista, si teníamos que tener un banco de fomento o si el BROU tenía que comportarse como un banco cualquiera de plaza, si había que reformar la Caja Militar o si había que dejarla como estaba”.

La ética usada para resolver “competencias internas”

“No supimos manejar correctamente la crisis interna que nos generaron los embates de la derecha, que utilizando estrategias ya vistas en otros lugares de Latinoamérica, como son la judicialización de la política, nos marcaron la agenda y nos obligaron a tomar malas decisiones políticas”, señala la 711. Además, se afirma que las respuestas del FA fueron “erráticas, poco claras y en muchos casos contradictorias, cobrando al grito, dejándonos absorber por la presión que ejercían los medios de comunicación y nuestros opositores políticos”.

A modo de ejemplo, se refieren a lo que sucedió con ANCAP. “¿En qué se apartó la gestión de ANCAP de lo que decía nuestro programa de gobierno? ¿Qué se hizo en ANCAP a espaldas del gobierno y sus ministros? Sin embargo, dejamos que la derecha e incluso alguno de nuestros compañeros instalaran un relato falso sobre la gestión de ANCAP”. En referencia al día en que los dirigentes de la entonces oposición –“los señores de las gabardinas” – presentaron la denuncia ante la Justicia por ANCAP, en la que “exponían toda serie de acusaciones sobre [Raúl] Sendic y la gestión de Ancap y Alur”. “¿Fuimos capaces de defenderla? No. Primó la mezquindad interna sin medir consecuencias futuras. No fuimos capaces siquiera de valorar que esas denuncias fueron cayendo una a una por inconsistentes”.

Según el sector, hubo otras situaciones que “también contribuyeron a la pérdida de credibilidad”, y mencionan la liquidación de Pluna, la “caída” del proyecto de Aratirí, “la no concreción del puerto de aguas profundas”.

En referencia al proceso que llevó a Sendic a renunciar a la vicepresidencia de la República, Compromiso Frenteamplista considera que “los debates sobre la ética y los tiempos del Tribunal de Conducta Política pueden ser muy interesantes para nosotros, pero lo son más todavía para la prensa que se encanta de tenernos entretenidos en estos temas, mientras la derecha impone su visión hegemónica”.

“A pesar de los errores que puedan haber cometido, la ética no puede ser usada como si fuera una lanza para apuntar a nuestros propios compañeros, más aún cuando los alcances reales de esos errores son discutibles pero a veces han sido utilizados y convertidos en ‘casos’ por nosotros mismos y hasta han sido utilizados para resolver competencias internas”. “No debemos dejarnos arrastrar por los egos y mezquindades que, como en todos los ámbitos, pueden surgir en el sistema político”, considera el sector.

Las elecciones

La lista 711 reconoce que el FA llegó a las elecciones con “serias dificultades”; entre ellas, se señala la falta de un “liderazgo consistente en la conducción del FA”, la ausencia de apoyo a los comités de base y la pérdida de la “capacidad de discusión y análisis” de los organismos colectivos de dirección, en los que “se impuso el funcionamiento digitado desde la cúpula con votaciones ya predecidas y planificadas”.

Sobre este último punto, el sector agrega: “Parecían triunfos, una votación unánime en un Plenario o una resolución ya cocinada y preparada con anticipación, pero a la larga esos triunfitos se convierten en un tremendo vacío de contenido y participación”.

A juicio del sector, la campaña fue “errática e inconsistente” y se descuidó el interior. “La exposición pública de los candidatos no fue buena y llegaron a negar el Programa de gobierno del FA que llevó meses de discusión”, en referencia a las declaraciones del candidato a la presidencia Daniel Martínez, que en el debate presidencial en noviembre del año pasado dijo que el programa de la coalición de izquierda “no mandata”.

“Coincidimos en afirmar que una elección no se gana en la campaña, pero no podemos dejar de anotar estos elementos para que sirvan de experiencia y aprendizaje. Todo espacio que cedemos lo ocupará nuestro adversario con toda su fuerza”, concluye el sector.

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