“El mundo afronta una serie de crisis profundas”, frente a las cuales “la peor respuesta” serían “las políticas de austeridad que fracasaron en el pasado”, afirma el investigador Ben Tippet, autor del informe “Cómo pagar por la pandemia y una transición justa”. En ese estudio, de la organización Transnational Institute (TNI), con sede en Ámsterdam, se plantean diez propuestas para obtener recursos que pueden dar una respuesta a esta crisis en el mundo y que fueron elaboradas antes por académicos, movimientos sociales y organizaciones internacionales.
Algunas de esas propuestas incluidas por Tippet, que actualmente cursa un doctorado en la Universidad de Greenwich e investiga las causas de la desigualdad en Reino Unido, incluyen gravámenes a distintos tipos de riqueza, condonación de deuda y reencauzamiento del gasto militar. Según el informe del TNI, estas medidas permitirían generar recursos para mitigar las crisis, y también para promover el desarrollo sostenible y descarbonizar la economía.
El informe estima que durante cada uno de los próximos diez años se requieren 9.410 billones de dólares para cumplir esos objetivos, y, según sus cálculos, una decena de iniciativas podrían solventarlos, con una recaudación de 9.457 billones de dólares anuales. Cada uno de los gastos está desarrollado en el estudio, así como una estimación de cuánto se podría recabar con cada medida propuesta.
Por ejemplo, el informe señala que los gobiernos ya anunciaron, desde el 12 de junio, “11 billones de dólares en medidas fiscales para enfrentar la pandemia”. Esto “incluye todos los gastos adicionales, recortes impositivos, préstamos, inyecciones de capital y garantías” anunciados por distintos países del mundo. La mitad, 5,4 billones, consiste en “gastos adicionales e ingresos fiscales no percibidos” por el Estado, “lo que genera directamente el aumento del déficit fiscal y la deuda pública”. Otros 5,4 billones de dólares se vinculan con “préstamos, inyecciones de capital y garantías” que “podrían acrecentar la deuda pública y los déficits fiscales en el futuro”.
De acuerdo con el informe, “si bien la respuesta fiscal ayudó a mantener el sistema económico a flote, gran parte de ese dinero público benefició en forma desmedida a las grandes empresas y las industrias contaminantes”. Por otra parte, sostiene que “el Sur Global se vio impedido de implementar el mismo nivel de apoyo estatal sin precedentes que se vio en el Norte Global”. Agrega que actualmente 64 países del mundo pagan “más por el servicio de la deuda que lo que destinan a la atención sanitaria”.
En cuanto a las medidas propuestas, el documento argumenta que “el 1% más rico de los habitantes del mundo posee más del doble del patrimonio que 88% de la población mundial, o 6.900 millones de personas”. Este es uno de los argumentos para proponer impuestos a distintos tipos de riqueza. Otro es que el patrimonio está subgravado: “Apenas cuatro centavos de cada dólar de los ingresos fiscales proceden de impuestos a la riqueza”. A su vez, “la covid-19 está exacerbando la desigualdad en razón de la riqueza”, sostiene el investigador, que cita diversos estudios.
A partir de una propuesta de impuesto mundial a la riqueza que ya hizo Thomas Piketty en su libro Capital e ideología, el informe propone gravarla en forma progresiva, de tal modo que los más ricos paguen las tasas más altas. Advierte que “como no existe una autoridad fiscal internacional, esta propuesta debería plantearse a nivel nacional y redistribuirse en todo el mundo”, y recuerda que “en los últimos ocho años, la idea del impuesto a la riqueza pasó de los márgenes de la economía al terreno de la realidad política”. Según las estimaciones del estudio, “un impuesto a la riqueza multimillonaria podría recaudar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares por año”.
“Una propuesta más rápida de implementar, que tiene el apoyo de Oxfam, consiste simplemente en gravar todas las fortunas que superen los 1.000 millones de dólares con una pequeña tasa de 1,5%”, agrega. Esta medida afectaría a apenas 2.152 personas. Ese es el número de multimillonarios según datos de 2019, agrega.
Otra de las medidas propuestas por el investigador del TNI consiste en gravar la renta del capital de la riqueza privada en el extranjero, porque “son principalmente las personas más ricas del mundo las que ocultan su patrimonio en el extranjero”. Una tercera es un “impuesto a las ganancias extraordinarias de las 32 empresas más rentables del mundo”. El informe argumenta que “si bien la pandemia obligó a millones de personas a vivir en la pobreza, Microsoft, Apple, Google, Nestlé y Amazon están ganando miles de millones de dólares más de lo que habrían obtenido si la enfermedad no se hubiera propagado”.
Como antecedentes, recuerda que “tanto Estados Unidos como Gran Bretaña aplicaron impuestos sobre las ganancias empresariales extraordinarias después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a tasas de 80% y 95%”. Otro ejemplo es un impuesto de este tipo que ya fue aplicado en Indonesia a las grandes empresas tecnológicas internacionales que se beneficiaron con la crisis sanitaria, entre ellas Zoom y Netflix.
A estas propuestas se suman las de gravar las ganancias de las empresas en el extranjero, las que se transfieren a paraísos fiscales; un impuesto a las transacciones financieras; terminar con políticas de subsidios públicos a la industria de los combustibles fósiles y aplicarle a esta industria un impuesto sobre el costo de la contaminación; redirigir 10% del gasto militar a paliar la crisis sanitaria y su impacto; la condonación de la deuda, una iniciativa que promueve la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el marco de la pandemia; y una emisión de derechos especiales de giro, que el informe define como “la ‘moneda’ internacional del propio Fondo Monetario Internacional”. Por último, propone un nuevo Plan Marshall que redistribuya fondos desde el norte hacia el sur del planeta.