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Silvino Báez y Graciela Sosa, padres de Fernando Báez, participan en una manifestación frente a la sede del Congreso argentino, a un mes de la muerte del joven, tras recibir una golpiza de un grupo de rugbiers en Villa Gessell, Argentina.

Foto: Ronaldo Schemidt, AFP

Una multitudinaria marcha en Buenos Aires reclamó justicia por Fernando: “¡Quiero que paguen por lo que le hicieron!”

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El caso del joven asesinado por un grupo de rugbiers en Villa Gesell sigue monopolizando la agenda de Argentina.

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Los videos, cortos y mal grabados -algunos incluso sin sonido- inundaron los medios argentinos dejando imágenes sueltas: un grupo de jóvenes se resiste a ser retirado de un local bailable y uno de ellos se pasa el dedo índice por el cuello mirando a otra persona en lo que parece ser una amenaza. El grupo vuelve a aparecer golpeando a una persona que está en el piso y que no parece resistirse, y luego reaparece en una filmación de una cámara de seguridad donde los jóvenes se abrazan y se palmean la espalda. La última grabación de la noche es en un local de McDonald: hacen el pedido, pagan, comen.

En algún lugar entre una filmación y otra murió Fernando Báez Sosa como consecuencia de los golpes. No pasó mucho tiempo antes de que los medios argentinos dieran a conocer todos los detalles de esa noche, de “Fernando” y de “los rugbiers”.

Fernando era hijo único, tenía 19 años, vivía en Recoleta y se había inscrito en la Universidad de Buenos Aires para estudiar abogacía. Estaba veraneando en Villa Gesell con varios ex compañeros de un colegio privado. Fue asesinado un día antes de que se volviera con sus amigos el domingo.

“Los rugbiers” involucrados eran diez, aunque ahora podrían ser 11. Tienen entre 18 y 20 años y son de Zárate, una localidad de la provincia de Buenos Aires. Varios de ellos jugaban en el Club Náutico Arsenal de Zárate. Ninguno de ellos quiso declarar ante la justicia y sus familiares apenas se dirigieron a los medios de comunicación. Los testimonios de sus vecinos o de jóvenes que los conocían de la noche son los únicos que han trascendido; algunos dicen que eran “chicos normales”, otros llegan a asegurar que representaban “el terror” de la noche de Zárate. En los últimos días también han aparecido, sobre todo en la televisión argentina, personas que dicen ser víctimas de golpizas de los rugbiers en otros episodios en boliches de Zárate.

Ya comenzaron las instancias judiciales por el caso. El defensor de la familia de Fernando es el mediático abogado Fernando Burlando, el mismo que defiende a Juan Darthes, que le pidió a su novia que se instalara un chip para conocer siempre su ubicación y que en 2015 participó en Bailando por un sueño. El abogado de los rugbier es Hugo Tomei, quien la semana pasada, cuando dos de sus defendidos fueron liberados de la prisión preventiva, dijo que los medios de comunicación le generaban “vergüenza” porque estaban distorsionando la realidad para que sus defendidos parecieran culpables.

Los otros ocho rugbiers siguen en prisión preventiva, dos de ellos imputados como coautores -Máximo Thomsen (20) y Ciro Pertossi (19)-, ya que habrían sido los que más golpes dieron a Fernando y uno de ellos le habría dado la patada en la cabeza que causó su muerte. Otros seis fueron imputados como partícipes necesarios y los dos liberados siguen siendo parte de la investigación aunque no había pruebas suficientes como para probar su participación y mantenerlos en prisión preventiva.

El estudio de Burlando trabaja para encontrar a un undécimo rugbier que habría participado en la golpiza. Los abogados aseguran que todos deberían estar presos y que la muerte de Fernando no fue un accidente, una situación que se les fue de las manos, sino que los rugbiers se organizaron y planificaron cómo asesinarlo.

El tema inundó la televisión argentina: abogados del estudio de Burlando, amigos y familiares lejanos de Fernando, psicólogos que analizan la actuación de los rugbiers, juristas que explican las posibilidades judiciales que se abren, patovicas que repiten que son normales las golpizas a la salida de los boliches. Cada tanto aparece la madre de Fernando, se dirige a los medios, pide justicia y agradece por mantener la atención en este tema porque, considera, hace que la justicia actúe más rápido.

La madre de Fernando volvió a ser protagonista este martes, en una marcha que se hizo porque se cumplió un mes de su muerte. Miles de personas se reunieron frente al Congreso para pedir que se haga justicia. Graciela se dirigió a los presentes aferrada a Silvino, el padre de Fernando: “No estoy bien, pero, al verlos a todos ustedes, me dan la fuerza para seguir luchando por mi hijo, ¡quiero justicia! ¡Quiero que paguen por lo que le hicieron!”. Luego siguió: “Con la ayuda de ustedes se va a hacer realidad que se haga justicia por mi hijo y todas las víctimas de violencia”.

La movilización se repitió en varios puntos de Argentina, incluido Villa Gesell. Allí se hizo una misa en la que participaron miles de personas frente al boliche Le Brique, donde falleció Fernando.

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