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Un partidario de Donald Trump ocupa el escritorio de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ayer, en el Capitolio de Estados Unidos, en Washington.

Foto: Jim Lo Scalzo, Efe

Joe Biden dijo que el asalto al Capitolio fue “uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación”

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Los líderes demócratas pidieron al vicepresidente Pence la implementación de una enmienda constitucional para destituir a Trump; además, no se descarta otro juicio político contra el todavía mandatario.

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Leído por Abril Mederos
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Obviamente, ni el de ayer, ni el de hoy ni los que vienen serán días fáciles para Estados Unidos, cuyo sistema político vio sacudidas sus bases como pocas veces en la historia moderna luego de los violentos episodios ocurridos el miércoles en el Capitolio, en Washington, donde miles de seguidores del presidente Donald Trump se reunieron, incitados por él, en torno al Congreso en el momento en que los legisladores de ambas cámaras debían certificar formalmente el triunfo de Joe Biden en las elecciones celebradas el 3 de noviembre.

Pero lo que debía ser un acto protocolar se convirtió en una de las jornadas más lamentables de la historia del país, luego de que algunos de los militantes radicales proclives al presidente lograron ingresar dentro del Congreso, provocando la suspensión de la sesión.

Muchos de ellos son adeptos de la QAnon, la teoría conspirativa pergeñada dentro de la extrema derecha estadounidense que afirma que existe una trama secreta organizada que está operando contra Trump y sus seguidores.

Los incidentes dentro y fuera del Capitolio dejaron como saldo cuatro muertos ‒dos mujeres y dos hombres‒, decenas de policías heridos y 52 personas detenidas, aunque las agencias de seguridad del Estado siguen investigando para lograr detener a más personas involucradas en la insólita invasión al recinto legislativo.

Luego de que la Guardia Nacional se desplegara en los alrededores del Congreso y otras zonas de la capital estadounidense, donde se había declarado un toque de queda, los congresistas de ambas cámaras volvieron a sesionar durante la noche, y en la madrugada de este jueves finalmente se certificó el triunfo de Biden. Pocos minutos después, el presidente Trump expresó en un comunicado: “Aunque estoy en total desacuerdo con el resultado de la elección y los hechos me respaldan, aun así habrá una transición ordenada el 20 de enero”, día fijado para la asunción del nuevo mandatario.

Pero la extrema gravedad de la situación no se arregló con el nombramiento protocolar de Biden. Además de las enormes repercusiones que los hechos de violencia tuvieron en el exterior, ‒todos los gobiernos manifestaron su rechazo a lo ocurrido, culpando por ello en algunos casos directamente a Trump‒, en Estados Unidos el sistema político reaccionó, sobre todo, obviamente, el Partido Demócrata.

Este jueves Biden, en la presentación de su candidato para la Fiscalía durante su gobierno, Merrick Garland, abrió el evento condenando el “asalto sin precedentes” a la democracia estadounidense perpetrado por los más violentos seguidores de Trump.

El futuro mandatario, de 78 años, consideró que el ataque al Capitolio representó “uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación”. “No fue disensión. No fue desorden. No fue una protesta”, dijo Biden. “No se los puede llamar manifestantes. Eran una turba desenfrenada, insurrectos, terroristas domésticos”.

Pero más allá de lo que dijo Trump sobre la transición, su figura quedó en el ojo de la tormenta, y su innegable incitación a la violencia le valió obvias críticas desde el Partido Demócrata, pero también desde su propio partido, generando incluso la renuncia de varios integrantes de su administración, que quieren desmarcarse de los episodios del miércoles, inéditos en la historia moderna del país. La secretaria de Transporte, Elaine Chao, esposa del líder republicano en el Senado, Mitch Mc Connell, dejó su cargo y en un comunicado afirmó que estaba “profundamente preocupada” por los hechos ocurridos en el Congreso el miércoles. Otro integrante del gobierno, aunque de menor rango, que renunció por la misma razón es Mick Mulvaney, ex jefe de gabinete de Trump, quien actualmente se desempeñaba como enviado especial estadounidense en Irlanda del Norte. “No puedo seguir aquí después de lo que pasó. No se puede mirar lo de ayer y pensar: ‘quiero ser parte de eso de alguna manera’”, dijo Mulvaney a la cadena de televisión CNBC.

Paralelamente, Mark Zuckerberg, dueño de Facebook, anunció que los perfiles de Donald Trump en esa red social e Instagram están bloqueados de forma “indefinida”.

El fundador de Facebook argumentó su decisión en una publicación en la red social: “Los impactantes eventos de las últimas 24 horas demuestran claramente que el presidente Donald Trump tiene la intención de usar el tiempo que le queda en el cargo para socavar la transición pacífica y legal del poder de su sucesor electo, Joe Biden”.

“Creemos que los riesgos de permitir que el presidente continúe usando nuestro servicio durante este período son simplemente demasiado grandes. Por lo tanto, estamos extendiendo el bloqueo que hemos colocado en sus cuentas de Facebook e Instagram de manera indefinida y al menos durante las próximas dos semanas, hasta que se complete la transición pacífica del poder”, afirmó Zuckerberg.

Consecuencias políticas

Desde el Partido Demócrata, poco después de los episodios en el Capitolio, comenzaron los llamados para que Trump sea destituido de su cargo en forma inmediata, más allá de que su mandato esté muy cerca de su final.

Más de un centenar de legisladores demócratas le pidieron en una carta al vicepresidente Mike Pence que aplique la enmienda 25 de la Constitución estadounidense. Esta enmienda, particularmente en su sección cuarta, aborda situaciones en que un presidente no puede cumplir con su tarea, pero a la vez no presenta su renuncia en forma voluntaria. Para que se aplique, Pence y la mayoría del gabinete de Trump tendrían que declarar al actual mandatario incapaz de cumplir con los deberes de la presidencia y destituirlo. Pero analistas estadounidenses estiman que Pence no está dispuesto a dar ese paso, en la misma línea que otros dirigentes republicanos. La otra forma en que Trump puede ser destituido de la presidencia es mediante un juicio político en el Congreso, donde se precisaría que al menos dos tercios de cada cámara votaran a favor de la iniciativa.

Trump ya fue objeto de un juicio político en diciembre de 2019. En aquel momento la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aprobó dos artículos de impeachment tras acusar a Trump de abuso de poder y obstrucción del Congreso. Los legisladores demócratas acusaron a Trump de retener 391 millones de dólares en ayuda a Ucrania para presionar y forzar a que el país europeo investigara al actual presidente electo y a su hijo, por presuntas irregularidades en empresas que este último tenía allí. Pero luego de que la resolución fuera aprobada en la cámara baja, en febrero del año pasado el Senado, de mayoría republicana, votó en favor de absolver al presidente por el caso.

La idea de un nuevo juicio político fue expresada por varios legisladores demócratas y reafirmada por su líder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, una acérrima adversaria de Trump, quien este jueves, en una conferencia de prensa, dijo: “Me uno al líder demócrata del Senado [Chuck Schumer] para pedirle al vicepresidente que destituya a este presidente invocando inmediatamente la enmienda 25”. Pelosi agregó luego que “si el vicepresidente y el gabinete no actúan, el Congreso puede estar preparado para seguir adelante con el juicio político”.

Pelosi calificó a Trump de “una persona muy peligrosa que no debería continuar en el cargo”, aunque su mandato termine en dos semanas. “Esto es urgente. Esta es una emergencia de la mayor magnitud”, dijo la dirigente demócrata. “Al llamar a este acto sedicioso, el presidente ha cometido un asalto indecible a nuestra nación y a nuestro pueblo”, expresó al finalizar su contacto con los medios.

Otro tema abordado por varios legisladores y analistas fue la actuación de las fuerzas de seguridad en los alrededores del Capitolio. Muchos se extrañaron por cómo, aun habiendo vallados y un importante operativo en torno al edificio legislativo, algunas personas lograron entrar al edificio, lo cual no dejó de generar suspicacias.

Uno de los que se refirió a este tema fue el senador republicano Lindsey Graham. Este senador por Carolina del Sur, de 65 años, cuya relación con el presidente ha tenido idas y vueltas, expresó este jueves en una conferencia de prensa que “cualquiera que haya estado encargado de defender el Capitolio falló en sus deberes”, y agregó que dichas personas serían juzgados por un consejo de guerra si estuvieran en el Ejército.

“Lo primero que se tiene que hacer es responsabilizar a los que no defendieron al Capitolio de la nación mientras el Congreso estaba en sesión”, dijo Graham, quien durante largos años integró la Fuerza Aérea estadounidense. El senador republicano pidió la formación de un grupo de trabajo integrado por representantes de ambos partidos para determinar cómo estos “terroristas domésticos” pudieron ingresar ‒algunos de ellos incluso portando armas‒ al edificio del Capitolio. “¿Cómo pudo suceder esto 20 años después del 11 de setiembre?”, se preguntó Graham. “Es inimaginable que algo así pudiera ocurrir”, agregó.

Posteriormente, cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con llevar adelante la enmienda 25 para sacar a Trump del poder, Graham dijo que no. El senador afirmó no veía posible esa alternativa y que pretendía, en cambio, una “trasferencia del poder en forma pacífica”.

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