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Luis Alberto Heber, el 6 de mayo, en la Torre Ejecutiva.

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Larrañaga tuvo “una nueva impronta” en el Ministerio del Interior y el gobierno busca continuidad con Heber

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Según el politólogo Antonio Cardarello, logró “un impacto importante en la opinión pública”; Lacalle Pou dijo que se mantendrá “el respaldo a la Policía”

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Leído por Abril Mederos
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El súbito fallecimiento del ministro del Interior, Jorge Larrañaga, representó un golpe duro para el Partido Nacional (PN) y el gobierno, pero también fue un desafío para el presidente Luis Lacalle Pou, quien se enfrentó a la tarea de definir a su sucesor en los albores de una gestión que, al menos desde el punto de vista de la aprobación pública, venía viento en popa.

El elegido fue Luis Alberto Heber, quien este lunes escribió en su cuenta de Twitter: “Hay orden de no aflojar”, tras el anuncio de Lacalle Pou sobre su designación, realizado por la misma red social. El mandatario destacó que Heber “continuará un proceso de cambios, defensa de los uruguayos, respeto y respaldo a la Policía”. En su lugar al frente del Ministerio de Transporte y Obras Públicas quedará el exintendente de San José y subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, José Luis Falero.

Larrañaga cosechó altos porcentajes de simpatía –según Equipos Consultores, era el segundo líder con mejor imagen en el PN, sólo después del presidente– y contaba con el respaldo del Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo (Sifpom) –el más grande de los sindicatos policiales, con 9.000 afiliados en todo el país, pese a su nombre–, que no dudó en manifestar su pesar por la pérdida. Su presidenta, Patricia Rodríguez, calificó a Larrañaga como “uno de los mejores ministros, que supo conquistar el honor y el corazón de sus subordinados”.

“Jorge Larrañaga era uno de los ministros mejor evaluados del gobierno, y con tendencia creciente. En marzo el gobierno recibía 54% de aprobación al desempeño en materia de seguridad pública. Además, Larrañaga creció fuerte en su imagen personal en los últimos dos años. Estaba casi en el mejor momento de toda su trayectoria política”, escribió este domingo en su cuenta de Twitter el director de Equipos Consultores, Ignacio Zuasnábar.

El domingo, en el velatorio, que tuvo lugar en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, Lacalle Pou, visiblemente acongojado, afirmó que Larrañaga “se fue en el mejor momento, había encontrado su lugar y le cabía el cargo 24x7, como se dice en la jerga policial”.

Una impronta distinta

El politólogo Antonio Cardarello consideró que es difícil hacer una evaluación de los resultados de la gestión y acerca de si “logró realmente mover la aguja en términos de seguridad”, dado que su desempeño estuvo “contaminado por la pandemia”, pero “más allá de esa disputa”, opinó que “lo cierto es que [Larrañaga] tenía una impronta bastante distinta a la de [el exministro del Interior, Eduardo] Bonomi”.

De su impronta Cardarello destacó su “muy buen relacionamiento” con los funcionarios policiales y su “respaldo a la función policial”. “Muchas veces se habla de que el Frente Amplio [FA] también había fortalecido a la Policía, le había aumentado el salario, le había dado equipamiento, etcétera, pero creo que [Larrañaga] hizo hincapié en destacar la función y la importancia de los policías, y creo que eso fue muy bien recibido por los funcionarios, por un lado, y, por otro lado, provocó un impacto importante en la opinión pública”, afirmó.

Cardarello destacó que a diferencia del caso de Bonomi, “que continuamente era de los ministros más criticados de la administración del FA”, en este caso “el MI estaba realzando la figura de Larrañaga”. Esto lo atribuyó, “más que al cambio de política”, al “diferencial” que fue, justamente, ese “relacionamiento con la fuerza policial” y su “comunicación”.

Por otra parte, indicó que el discurso más “punitivista” de Larrañaga es “gran parte del logro”, porque “hay todo un sector de la población que venía desde hace muchos años, desde 2009, con que la seguridad era el principal tema de preocupación, entonces, más allá de las medidas, lo que la gente quería también era un discurso, una propuesta” alineada en ese sentido.

Entre el mérito y el confort

Luis Eduardo Morás, sociólogo y director del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad Derecho de la Universidad de la República, opinó que la gestión de Larrañaga “tuvo indudables méritos”, entre ellos, “su acertada estrategia comunicacional ante una opinión pública dispuesta a encontrar y confiar en un líder que pudiera darle una esperanza de cambio”, y la obtención de la “fidelidad” de los “mandos policiales”, una fidelidad “que no pudo lograr el FA durante buena parte de la gestión, teniendo resultados acordes a los medios disponibles”.

En diálogo con la diaria, Morás destacó que Larrañaga “logró seducir al funcionario policial y a sus representantes gremiales, a pesar de la pérdida salarial que como funcionarios públicos previsiblemente experimentarán en el período”, y en ese sentido apuntó que “podrá alegarse que contó con la benevolencia de un gremio con poca memoria, pero algo favorable debió hacer para que en un acto inédito en la historia se encendieran las sirenas en su homenaje”, en referencia al evento que tuvo lugar el sábado por la noche en las inmediaciones del Palacio Legislativo.

Por otra parte, el sociólogo resaltó que, en cierta medida, la gestión de Larrañaga “siempre pudo moverse en una zona de relativo confort”, primero por el “crédito otorgado a toda nueva administración de gobierno, en un área además muy sensible para una opinión pública que mayoritariamente mostraba señales de profundo rechazo a la anterior gestión”, y en segundo lugar por la situación excepcional de la pandemia. En definitiva, señaló que el fallecimiento del ministro se produjo en “su mejor momento” y que deja “un legado de logros que el tiempo pondrá en su lugar”. “A sus sucesores les corresponde la difícil tarea de encargarse de hacerlos permanentes y de superar los límites del modelo”, aseveró.

“Un camarada más”

“Él supo conquistar a sus trabajadores, que no es poca cosa”, afirmó la presidenta de Sifpom en diálogo con la diaria. Rodríguez destacó la “empatía” del jerarca con los funcionarios y su capacidad de “lograr que se sintieran respaldados, que sintieran que si miraban para el costado el ministro iba a estar ahí”. Aseguró que en los grupos de Whatsapp y otros ámbitos de diálogo del sindicato los trabajadores lamentaron la “gran pérdida de un ministro que tomaron como uno más de la fuerza”.

“No está bueno comparar, cada uno tiene su impronta y cada uno, seguramente, habrá querido hacer lo mejor. Pero no vi con ningún otro [ministro] tantas muestras de respeto y de considerarlo casi un camarada más”, aseguró Rodríguez, y agregó que “la vara queda altísima” para quien ocupe su lugar en adelante. “No sé quién será el destinatario para ese lugar, pero es una elección bastante compleja”, aseveró.

En la misma línea, el licenciado en Seguridad y asesor del Ministerio del Interior Robert Parrado opinó que el principal logro de la gestión de Larrañaga fue “devolverle la confianza perdida a la Policía Nacional”, así como “el respeto a la función y el reconocimiento a la Policía en su quehacer cotidiano”. Asimismo, sostuvo que “en la medida en que logró que la Policía no fuera tan reactiva sino más proactiva”, eso “impactó en la prevención y en la disuasión del delito”. “Logró ser esa figura de ‘primer policía’, que no es ser policía, sino estar en la primera línea de acompañamiento, de cercanía”, apuntó.

“Juego de piezas”

El politólogo Óscar Bottinelli, director de Factum, se refirió en VTV noticias al “juego de piezas” que debió hacer el presidente tras la repentina muerte de Larrañaga, y sostuvo que genera “una consolidación” de la “hegemonía” de hombres de Lacalle Pou dentro del gabinete. Repasó que con los últimos ingresos –el de Falero y el de Martín Lema, semanas atrás– los ocho ministros blancos responden al mandatario, y “no queda representado el grupo de cuatro senadoras y poco más de la mitad de los intendentes que no son del grupo de Lacalle Pou.

Bottinelli señaló que desde 1985 hasta la fecha se trata del presidente que tiene mayor dominio de su partido. “Hay una consolidación, casi una hegemonía en la estructura política que se refleja en su persona dentro del PN”, añadió. También auguró que la figura de Falero cobrará relevancia, porque su rol como ministro de Transporte “va a potenciar el papel, dado” por el presidente, de diálogo y negociación con las intendencias, que ya viene cumpliendo como subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

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