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Daniel Jadue. Foto: difusión, s/d de autor

Daniel Jadue: “En Chile no queda espacio para la política de lo posible, hay que hacer la política de lo necesario”

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Alcalde y candidato a la presidencia chilena por el Partido Comunista.

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Las elecciones municipales se suelen mirar con atención en Chile en busca de pistas de lo que puede ocurrir meses después, cuando se celebran las legislativas y presidenciales. Junto a las de este año, las del 15 y el 16 de mayo, se eligieron además los integrantes de la Convención Constitucional, que fue reclamada en las protestas de 2019 y aprobada en un plebiscito en 2020 por cerca de 80% de los votantes. El resultado trajo una enorme sacudida a la política chilena. La mayoría de los partidos que han gobernado en las últimas décadas sufrió una fuerte caída, al tiempo que la izquierda y las candidaturas independientes salieron fortalecidas.

En la comuna ‒o municipio‒ de Recoleta, en la región de Santiago, el alcalde Daniel Jadue, del Partido Comunista, fue reelecto con 64% de los votos. El dirigente, arquitecto y sociólogo, es también uno de los candidatos a la presidencia de Chile, y la mayoría de las encuestas le atribuyen el primer lugar en intención de voto. Seis sondeos lo colocan primero y otros dos registran el mismo porcentaje de respaldo para Jadue y para Joaquín Lavín, candidato de la derechista Unión Demócrata Independiente.

El siguiente paso para Jadue serán las primarias del 18 de julio, en las que competirá con Gabriel Boric, del Frente Amplio, por liderar una alianza de izquierda que dispute el gobierno en las presidenciales de noviembre. Sobre el proceso electoral y las transformaciones que está experimentando su país, conversó con la diaria.

A partir de las elecciones de mayo muchos han dicho que en Chile hubo un cambio. ¿Qué lectura hace usted?

El cambio se produce por una acumulación de fuerzas bastante larga, que tiene algunos hitos fundamentales previos a las elecciones de mayo, una larga acumulación de fuerzas contra el sistema que cristalizó en la revuelta que nace el 18 de octubre de 2019. Después, en la imposición que hizo el pueblo chileno a gran parte del sistema político del diseño de una salida institucional [la de una nueva Constitución], y luego en la aprobación en plebiscito de la convocatoria a una nueva constitución por un porcentaje sin precedentes. El Apruebo recibió el respaldo de 80% de la población. Luego, en la elección de convencionales, constituyentes, alcaldes y gobernadores, se cristaliza la derrota de los defensores del modelo neoliberal, y hay un avance de los sectores antineoliberales. Pero además, entre los sectores antineoliberales se da un proceso muy interesante, que se ha dado otras veces en la historia de Chile: el resurgimiento del pueblo de Chile como sujeto político más formal.

“Hay un cambio y un desplazamiento del mínimo común denominador del pensamiento contemporáneo en Chile hacia la izquierda”.

Se percibe un entusiasmo nuevo en la política, quizás a partir de la movilización, con nuevos candidatos y mayor participación.

Yo creo que más que un entusiasmo nuevo es el punto cúlmine de este proceso de acumulación que lleva 30 años. Aquí, si se miran los últimos 30 años, uno empieza a ver que las son las mismas, y que la diferencia se encuentra en que antes la gente que estaba de acuerdo con estas demandas llegaba a números de 50.000, luego 200.000, luego un millón, luego dos millones. Uno percibe que no es un sentimiento nuevo, sino que hay un cambio y un desplazamiento del mínimo común denominador del pensamiento contemporáneo en Chile hacia la izquierda.

¿Un eventual gobierno de izquierda puede dar respuesta a esas demandas, las del movimiento feminista, de los pueblos originarios, los reclamos contra la represión?

Sin duda un gobierno democrático y popular que esté alineado con estas demandas tiene que incorporar estas transformaciones en su programa de gobierno, porque de otra manera lo único que haría sería una contribución a un nuevo estallido social y a una nueva revuelta, pues ya no hay tiempo para volver a desilusionar al pueblo de Chile; no queda espacio para volver a hacer promesas que no lleguen, no queda espacio para intentar una vez más la política de lo posible. Hoy día, la política que hay que hacer, de manera muy tajante, muy clara, es la política de lo necesario. Si no, esto podría volver a ponernos en una situación de estallido social que podemos saber cuándo parte pero no cuándo termina.

En cuanto al problema de fondo, que es la gran desigualdad, ¿se puede avanzar en medidas que mejoren la distribución de la riqueza, pese a la resistencia que puede oponer la élite chilena?

Yo creo que efectivamente están dadas las condiciones para que se pueda avanzar. La élite hoy día no tiene ni el espacio de movimiento ni la fuerza electoral para detener los cambios. Tampoco puede, como hizo en otros tiempos, presentarse a sí misma o a los militares como, entre comillas, una reserva moral de la patria. Eso ya no es posible. Han hecho el peor gobierno de la historia y están metidos todos en una cantidad de fraudes tal que la gente ya no les cree. No les cree ni siquiera las campañas de terror. Por lo tanto, creo que se avecinan cambios y que estamos ante la posibilidad histórica de propinarle una derrota estratégica a los defensores del modelo neoliberal.

En el caso de Carabineros, cuya imagen también ha recibido golpes en los últimos años, con escándalos de corrupción, ¿es posible una reforma que permita una democratización de esa fuerza o que impida que se repita una represión como la que se vivió en las protestas de 2019?

No sólo es posible, es indispensable. Nadie va a poder gobernar si no enfoca este tema como prioritario. Habría que hacer no sólo una reforma, sino que simultáneamente, con la reforma hay que hacer un proceso de intervención civil de Carabineros, de tal manera que el tiempo que demore la reforma en concretarse no se mantenga la misma Policía que hoy día tenemos.

“Llegamos a un punto en Chile en que si no se avanza en resolver las demandas sociales, las deudas históricas, esto se va a convertir en un hervidero”.

Ayer estuvo en la región de la Araucanía hablando sobre la situación del pueblo mapuche, la demanda por las tierras ancestrales, que en algunos casos están en manos de grandes empresas. ¿En ese aspecto hasta dónde se puede avanzar?

Llegamos a un punto en Chile en que si no se avanza en resolver las demandas sociales, las deudas históricas, esto se va a convertir en un hervidero. No es que sea posible o no sea posible, es que efectivamente no hay espacio para volver provocar a un pueblo que ya dejó de creer en el sistema político y que si el sistema político no responde como debe sencillamente le va a pasar por arriba.

Usted ha criticado la manera en que el gobierno de Sebastián Piñera abordó la pandemia. ¿Cómo lo habría hecho un gobierno suyo, o cómo la abordaría en un futuro?

Lo primero es que abandonaría la visión exclusivamente hospitalocéntrica que ha desarrollado este gobierno y le daría mucho más recursos, poder y atribuciones a la atención primaria de la salud, de tal manera de fortalecer los procesos de trazabilidad, pesquisa temprana, seguimiento y aislamiento de los contactos. Generaría una inversión en más residencias sanitarias para que los aislamientos [de personas con coronavirus] se hagan lejos de casa, y evitar así promover el contagio intrafamiliar. Además, incorporaría una serie de tratamientos alternativos que se están utilizando en todas partes del mundo, sin sentarse a esperar que tengamos investigaciones terminadas, y esto con el afán de poner todas las alternativas en función de salvar vidas.

¿Qué tipos de tratamientos?

Estamos hablando de que en algunos países se está empleando la ozonoterapia, en otros países se están utilizando medicamentos que aquí se usan muy poco, como avifavid o el mismo interferón. Y además abordaría el tema con un poco menos de sesgo político.

¿En qué sentido existió un sesgo político?

Creo que lo que se ha hecho en Chile tiene un sesgo político muy grande en todo orden de cosas, en la definición de la estrategia. Chile se enmarca en cómo abordaron la política los gobiernos empresariales. Hay una línea absolutamente fracasada, que tiene que ver con cómo los presidentes empresarios del mundo trataron de poner por sobre la necesidad de llegar a las personas el objetivo de que la economía no sea afectada, y eso terminó afectando seriamente a las personas y también a la economía. Esto tiene que ver con la falta de medidas más estrictas de confinamiento al inicio de la pandemia, con la visión hospitalocéntrica y el diseño de las estrategias de las cuarentenas y el confinamiento móvil.

El mes que viene usted compite en primarias dentro de la izquierda. ¿Qué diferencias hay entre su candidatura y la de Boric?

La verdad es que tenemos diferencias, pero no es tiempo de ponerlas sobre la mesa. Creo que nosotros tenemos un proyecto país donde las coincidencias son mucho mayores, y las diferencias se van a procesar después de las primarias, a través de incorporar o de sacar elementos de uno y otro programa para construir el programa oficial.

La mayor parte de los medios masivos en Chile está ligada a sectores económicos de extrema derecha y por lo tanto tienen agenda política, no funcionan como medios de comunicación, sino que funcionan más como medios de control social”.

¿Cómo evalúa el papel de los medios con respecto a las elecciones y al movimiento social?

Para evaluar el papel de los medios en Chile hay que remitirse primero a la estructura de propiedad de los medios. La mayor parte de los medios masivos en Chile está ligada a sectores económicos de extrema derecha y por lo tanto tienen agenda política, no funcionan como medios de comunicación, sino que funcionan más como medios de control social. Y han operado no para reflejar la realidad, sino para crear una realidad que no es consistente con lo que uno ve en la calle. De hecho, se demoraron de manera significativa en abordar el tema de las violaciones a los derechos humanos cuando surgió la revuelta de octubre. Se demoraron de manera excesiva en poner en tela de juicio e intentar sacar a la verdad los errores en la estrategia contra la pandemia, y finalmente eso ha hecho que los medios de comunicación en Chile hayan bajado su credibilidad de manera significativa el último año.

¿Cree que también la dirigencia política, o parte de esa dirigencia, perdió credibilidad?

Creo que la pérdida de credibilidad uno la tiene que analizar por sector, y nunca caer en generalizaciones que son más simples y burdas y que no representan más que un discurso interesado de algunos sectores que están francamente en caída libre. ¿A qué me refiero? Por ejemplo, el Partido Comunista ha multiplicado casi por dos su votación en la lista de concejales, y ha multiplicado casi 4,5 su votación en las elecciones de alcaldes. A un partido que tiene ese desempeño uno no lo puede meter en la misma bolsa que a un partido que ha perdido 80% de su cuadro electoral. Claramente son dos realidades significativamente distintas.

¿Qué errores cometió esa dirigencia que perdió apoyo?

Yo creo que el sistema político en su gran mayoría fue generando una distancia creciente, hasta convertirla en insalvable, entre la burbuja que habitan la mayoría de ellos y la realidad que vive el pueblo de Chile. Y eso terminó traicionándolos, terminó impidiendo que fueran capaces de leer lo que estaba pasando.

Usted proviene de la comunidad palestina de Chile. Ante la crisis reciente en Gaza, varios parlamentarios oficialistas y opositores chilenos hicieron un cuestionamiento conjunto a la ocupación israelí de territorios palestinos, y el Senado hizo un minuto de silencio por las muertes en ese momento del conflicto. ¿Cómo lo vio usted?

Como lo veo siempre. No hay un conflicto entre palestinos e israelíes, hay una ocupación militar ilegal de una potencia extranjera sobre un territorio que no le pertenece. Esta ocupación es la extensión de una política de exterminio físico y político que lleva décadas, y la comunidad internacional ve con silencio cómplice y otorgando inmunidad e impunidad a la potencia ocupante. Por lo tanto, me parecen muy bien las muestras de solidaridad de la institucionalidad chilena.

¿Un gobierno suyo buscaría en su política exterior un acercamiento a la región o hacia un determinado socio estratégico? ¿Hacia dónde miraría?

Soy partidario de la integración latinoamericana, de la integración de los pueblos, de los sistemas y de las economías, y creo que en términos de las relaciones estratégicas con las potencias, vamos a privilegiar la relación con las potencias que no tengan afanes intervencionistas fuera de sus fronteras.

Usted ha destacado algunos programas de su gestión en Recoleta, como los centros educativos que brindan un lugar a adolescentes que no tenían un espacio para reunirse en grupo, o las políticas de farmacias y ópticas populares, con precios más accesibles. ¿Esos planes se pueden trasladar a un eventual gobierno, o quedan en el ámbito municipal?

Efectivamente, una de las líneas del programa de trabajo del próximo gobierno que nosotros vamos a protagonizar es nacionalizar todas las iniciativas populares de la comuna de Recoleta. Son las que nos han llevado a estar ubicados en el imaginario colectivo donde estamos hoy en día, y creemos que Chile está esperando que efectivamente eso pase.

“Buscamos reconocer constitucionalmente el trabajo doméstico y remunerarlo con cargo al Presupuesto General de la Nación”.

¿Considera necesario tener un gabinete paritario o incluso una fórmula paritaria, o las propuestas sobre igualdad de género transitan por otros caminos?

Eso está considerado, pero es sólo una parte de las propuestas que llevamos. Está como propuesta fundamental para la superación del patriarcado el establecimiento de un sistema nacional de cuidado que disminuya la carga que hoy en día asumen las mujeres en el cuidado de niñas, niños, adolescentes y adultos mayores con dependencia media o severa, de tal manera que les permita enfocarse en la emancipación y en la lucha por la autorrealización personal sin la carga que el patriarcado les pone. Al mismo tiempo, estamos planteando la transformación de Chile en un Estado feminista y paritario en toda la estructura de gobierno y toma de decisiones, y buscamos reconocer constitucionalmente el trabajo doméstico y remunerarlo con cargo al Presupuesto General de la Nación.

¿Qué expectativas tiene sobre la segunda vuelta del domingo, en la que se definen los gobiernos de varias regiones?

Yo la expectativa que tengo es que la derecha no gobierne ningún metro cuadrado en las regiones de Chile.

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