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El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente estadounidense Joe Biden, ayer, en la villa La Grange, en Suiza.

Foto: Peter Klaunzer, EFE

Putin y Biden se reunieron en Ginebra para tratar de superar conflictos

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Ucrania, los derechos humanos, los ciberataques y el armamento fueron algunos de los puntos que trataron.

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Leído por Abril Mederos.
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“Les damos la bienvenida a la capital de la paz”, les dijo este miércoles el presidente suizo, Guy Parmilin, a sus pares de Rusia, Vladimir Putin, y Estados Unidos, Joe Biden, al recibirlos como anfitrión de la cumbre que los dos visitantes mantendrían en la villa La Grange, situada en la ciudad de Ginebra.

Esa mansión tiene carácter histórico, ya que albergó en 1864 la primera convención en la que se reguló el tratamiento que los países deben dar a los prisioneros de guerra. El miércoles el lugar estaba rodeado de vigilancia, con las calles paralizadas y adornadas con las banderas de Estados Unidos y Rusia. El primero en llegar al lugar fue Putin, pese a que muchas veces ha hecho esperar a otros –desde la canciller alemana Angela Merkel hasta el papa Francisco–, y 11 minutos después llegó Biden con su comitiva.

Después de un apretón de manos afuera de la villa La Grange, los presidentes fueron fotografiados en la biblioteca de la mansión, acompañados por sus cancilleres, el ruso Serguéi Lavrov y el estadounidense Antony Blinken.

“Se han acumulado muchas cuestiones en las relaciones ruso-estadounidenses”, dijo Putin. “Espero que nuestro encuentro sea productivo”, agregó, y le agradeció a Biden por “su iniciativa de celebrar esta reunión”. El mandatario estadounidense también le dio las gracias a su par ruso por haber concretado el encuentro, y agregó: “Siempre es mejor verse cara a cara”. El demócrata de 78 años manifestó también que en el encuentro intentarían determinar cuáles eran sus intereses mutuos y cuáles sus desacuerdos, y “discutir los asuntos de una manera profesional y predecible”.

Mientras tanto, los fotógrafos se agolpaban para tratar de captar las imágenes de los dos gobernantes, y Putin no respondió cuando uno de los periodistas le preguntó si le tenía miedo al opositor Alexéi Navalni, encarcelado en Rusia después de haber sido envenenado con el agente nervioso Novichok. Ese fue uno de los asuntos que serían tratados posteriormente, en el encuentro entre los líderes que se extendió por casi tres horas.

Tal como se había decidido antes de la cumbre, una vez que terminó no hubo conferencia de prensa conjunta, sino que los dos presidentes hicieron declaraciones por separado. El primero en hacerlo fue el mandatario ruso, de 68 años, que destacó la cordialidad de la reunión.

“Creo que no hubo ninguna hostilidad; por el contrario, nuestro encuentro se desarrolló en clave de principios: nuestras opiniones difieren sobre muchos puntos, pero, a mi juicio, ambas partes han mostrado voluntad para comprender al otro y buscar vías de acercar posturas”, dijo Putin, quien agregó que, si bien “en esta situación no puede haber confianza”, sí “hubo un destello de esperanza”.

De las elecciones de 2020 a Navalny

Putin afirmó también que el ministerio de Relaciones Exteriores de su país y el Departamento de Estado estadounidense seguirán avanzando en las relaciones entre los dos países, y que el embajador ruso, Anatoli Antonov, volverá a Washington.

Antonov había dejado la embajada en marzo, después de que Biden respondiera en forma afirmativa a la pregunta “¿cree que Putin es un asesino?”, planteada por un periodista, y responsabilizara al gobierno de Rusia por una supuesta interferencia desde ese país en las elecciones de noviembre de 2020. Por esa última acusación, Washington expulsó a diplomáticos rusos y le impuso sanciones a Rusia en abril. A su vez, Moscú adoptó medidas recíprocas.

Después de ese episodio, durante el mes Estados Unidos sufrió dos ataques que bloquearon sistemas informáticos a cambio de un rescate y que fueron dirigidos contra Colonial Pipeline, la mayor red de oleoductos del país, y contra JBS, una gigantesca empresa dedicada al rubro frigorífico. En ambos casos, se atribuyó los ataques a un grupo de piratas cibernéticos ligados a Rusia.

La ciberseguridad también figuró entre los asuntos que trataron los mandatarios. “Acordamos comenzar consultas sobre este tema, que, en mi opinión, es sumamente importante”, dijo Putin. Por otra parte, los dos gobernantes conversaron sobre un posible intercambio de personas presas en Rusia y Estados Unidos. “Lo hemos debatido. El presidente Biden planteó el asunto al referirse a los ciudadanos de Estados Unidos que se encuentran en prisiones en la Federación de Rusia. Puede haber ciertos compromisos en este tema”, adelantó.

Acerca de Navalny, Putin dijo que el dirigente opositor buscaba ser detenido. “Ese hombre sabía que estaba infringiendo la ley vigente en Rusia. Tenía la obligación de comparecer [periódicamente ante autoridades] como persona con dos condenas de prisión condicional”, pero “ignorando a sabiendas –quiero subrayarlo–, este requisito legal, ese señor se marchó al extranjero para recibir tratamiento, y las autoridades no exigieron su comparecencia. En cuanto salió del hospital y publicó sus videos en internet, se planteó esa exigencia”. Putin dijo que Navalny “no se presentó” ante las autoridades una vez que recibió el alta, y por eso se pidió su captura. “Siendo consciente de ello, vino [a Rusia]. Considero que quería y buscaba deliberadamente ser detenido. Hizo lo que quería”, concluyó el presidente ruso, según citó la agencia de noticias Sputnik.

Sobre la decisión judicial rusa de declarar organización extremista a la Fundación para la Lucha contra la Corrupción, liderada por Navalny, Putin dijo que esa organización “incitaba públicamente a disturbios masivos e instigaba públicamente a los menores a participar en protestas callejeras, lo cual está prohibido por la ley rusa”. Agregó que además “daba instrucciones públicas de cómo hacer, por ejemplo, cócteles molotov, para usarlos contra fuerzas del orden, difundiendo datos personales de policías”. Más tarde, en su propia conferencia, Biden dijo que le transmitió a Putin que, si Navalny muere en la cárcel, ese hecho tendría consecuencias “devastadoras” para Rusia.

Además, ante la pregunta de un periodista, Biden consideró una “comparación ridícula” la que hizo Putin entre Navalny y quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero, según citó el diario inglés The Guardian. El presidente estadounidense dijo que había una gran diferencia entre un asalto armado al Capitolio y marchar en reclamo de elecciones libres.

Por su parte, Putin advirtió que, si la cuestión es discutir sobre derechos humanos, Washington no tiene las manos limpias, porque mantiene abierta la cárcel de Guantánamo, que “no se ajusta en absoluto a ninguna ley, ni al derecho internacional, ni a las leyes estadounidenses”, y cuestionó también los centros de detención clandestinos de la CIA “que se abrieron en diferentes países, en particular en estados europeos, y en los que se aplicaban torturas”.

Más puntos críticos

Otro punto de discusión en la agenda del encuentro fue Ucrania. Al respecto Putin consideró: “Sólo tenemos una obligación: facilitar la aplicación de los acuerdos de Minsk. Si la parte ucraniana está dispuesta a ello, seguiremos este camino, sin ninguna duda”. A su vez, el presidente estadounidense le manifestó el “compromiso inquebrantable de Estados Unidos con la soberanía e integridad territorial de Ucrania”.

Más tarde, Biden dijo que ni su par ruso ni él quieren una nueva Guerra Fría, y que durante la reunión le manifestó a Putin que no tiene una agenda contra Rusia sino “a favor del pueblo estadounidense”. Al igual que el presidente ruso, Biden concluyó que “hay perspectivas genuinas de mejorar de forma significativa las relaciones entre ambos países sin que ninguno renuncie a ni una sola cosa basada en sus principios y valores”.

En una declaración conjunta, citada por la agencia Efe, los dos presidentes destacaron que “Rusia y Estados Unidos han demostrado que aun en períodos de tensión son capaces de lograr progresos en el cumplimiento de objetivos comunes para garantizar la predictibilidad en el ámbito estratégico, disminuir los riesgos de conflicto armados y la amenaza de una guerra nuclear”.

“La reciente prolongación del tratado Start III es una muestra de nuestro apego al control de las armas nucleares. Hoy reafirmamos nuestro apego al principio según el cual en una guerra nuclear no puede haber vencedores y nunca esta debe ser desatada”, agregaron, y manifestaron su determinación de seguir dialogando sobre “seguridad estratégica” para “sentar las bases del futuro control de armamentos y de las medidas de disminución de riesgos”.

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