El Frente Amplio realizará el sábado un nuevo plenario nacional en el que Javier Miranda dejará la presidencia de la fuerza política, por lo cual uno de los temas que se abordarán en el encuentro, que tendrá lugar en la Huella de Seregni de forma semipresencial, será el futuro de la conducción del partido hasta la elección de nuevas autoridades prevista para el 5 de diciembre. También se analizará un informe político sobre la campaña de recolección de firmas para el referéndum contra la ley de urgente consideración (LUC) y hay varios puntos más en el orden del día, aunque es posible que varios no se traten en esta instancia.
Además del futuro de la dirección del partido y el informe sobre la campaña prorreferéndum, el orden del día prevé abordar la convocatoria a las elecciones internas con el objetivo de definir los aspectos de forma y su alcance; es decir, si se elige la presidencia en esa fecha –como sucedió en 2012 y 2016– o se define en el Congreso de octubre. También está sobre la mesa la definición del reglamento del Congreso y su modalidad: si será presencial o semipresencial y en qué grado, y el ingreso de nuevos grupos al partido.
Según indicó un representante de las bases a la diaria, está previsto que se convoque a un cuarto intermedio y se continúe el 7 de agosto. Es probable que para esa segunda parte quede pendiente la definición sobre la modalidad de las elecciones internas; el reglamento del Congreso y el ingreso de nuevos grupos. De los que solicitaron el ingreso, por ahora sólo Fuerza Renovadora cumple con 100% de los requisitos.
El Plenario va a ser semipresencial y con presencialidad ponderada: las delegaciones de sectores y bases tendrán presencialidad de 50%.
Hacia adelante
El Congreso de octubre tendrá sobre la mesa un nuevo texto de análisis elaborado por la comisión del FA que el año pasado redactó el documento de autocrítica, el cual se basa en ese mismo documento pero amplía el último punto, que trata sobre las perspectivas. La nueva versión, a la que accedió la diaria, se aprobó la semana pasada en el Secretariado del partido.
En el texto, que tiene como fecha el 11 de julio, se realiza una “caracterización de la etapa” política del último año y se trazan lineamientos estratégicos a seguir por el partido en lo que resta del período de gobierno actual y de cara a las próximas elecciones. Allí se establece que el “nuevo gobierno viene generando grandes retrocesos en la economía, la producción, los derechos, las instituciones y en el conjunto de la vida social, lo que ha profundizado notablemente la fragmentación social”, y que esto se enmarca en “la derrota electoral, política e ideológica sufrida por el Frente Amplio, la integración del gobierno de coalición y sus consecuencias”, y el escenario de emergencia sanitaria.
Pese al escenario complejo que se define en una primera instancia, en el texto se resalta el “cambio cualitativo” en “lo político y en lo anímico” que significó la recolección de casi 800.000 firmas para llevar a referéndum 135 artículos de la LUC, y se propone como desafío para el partido “asumir su responsabilidad en la organización de la resistencia a las políticas antipopulares y en la construcción de una alternativa” capaz de “aglutinar a todas las fuerzas políticas y sociales”, con el objetivo de “enfrentar estos procesos regresivos”. En este camino, se señala la necesidad de tomar “en cuenta las características especiales y la brutal dimensión de los efectos de la pandemia” a la hora de elaborar propuestas.
En el análisis frenteamplista se describe que en el contexto actual “la coalición gobernante ha mantenido, no sin problemas, su unidad de acción”, y destaca al “antifrenteamplismo” como el primer elemento de unión “por su oposición a los valores que representamos, así como sus coincidencias ideológicas, ciertos acuerdos programáticos y las posiciones en el gobierno y el aparato del Estado que, usadas con frecuencia como plataforma para la reproducción de sus aparatos políticos, están operando como un elemento de cohesión”.
Esta unidad “se apoya también en una fuerte influencia de sectores de poder entre los que se incluyen grupos y conglomerados empresariales y mediáticos que no sólo justifican sus políticas sino que cumplen un rol activo en la generación de sentido común social de corte conservador”, afirma el texto, que plantea “reconocer” esa realidad para poder “revertirla”. “Envalentonados por la victoria electoral y ciertas tendencias globales, no dudan de plantear la batalla en el campo ideológico, donde por primera vez en mucho tiempo se sienten con más fuerza. Se basan en un trabajo de erosión desarrollado durante años y en el que no ahorraron recursos muchas veces de dudosa legitimidad, pero cuya efectividad es necesario reconocer para poder revertir”, sostiene.
Por otro lado, se señala que en el manejo de la pandemia el gobierno ha “aprovechado” las “fortalezas preexistentes del país y luego el crédito de imagen pública logrado en esa etapa inicial”. Asimismo, se afirma que “el rol trascendente jugado por el Grupo Asesor Científico Honorario ha sido un acierto del gobierno, y a su vez se transformó en su peor fiscal”. Con esto en mente, plantea la necesidad de “tomar nota del papel relevante jugado por la comunidad científica nacional en el cuidado de la sociedad” y “de los frutos que puede dar la alianza entre política y ciencia y del imprescindible refuerzo que requiere nuestro país en materia de ciencia, tecnología e innovación como camino al desarrollo integral, basado en las fortalezas construidas durante largo tiempo”.
Nueva síntesis de izquierda
Como “tarea concreta” para esta etapa que comienza, es decir, el resto del período de gobierno, el FA se propone “la construcción de una nueva síntesis de izquierda y progresista capaz de concitar nuevamente el apoyo de grandes mayorías nacionales”, y plantea que el proceso de su construcción “tendrá que ser necesariamente abierto y plural, y comprender el intercambio y el debate teórico a que nos obliga una realidad cambiante, novedosa y desafiante”. Esa síntesis se erigirá como una “respuesta opositora basada en una crítica fundada y a la vez en propuestas de soluciones y alternativas” a la crisis social económica y para ello se requerirá de “no sólo alianzas sino de un llamado a la movilización de todos los sectores afectados. El Frente Amplio debe ubicarse, junto a sus aliados del campo popular, acompañando la protesta”, se afirma.
Con el fin de alcanzar esa síntesis, no se debe “recorrer un camino idéntico que en el pasado”, sino tener en cuenta que hay “una sociedad más diversa y compleja, afectada de manera profunda por nuevos procesos de fragmentación e individualismo y por el surgimiento de nuevas demandas y, consecuentemente, nuevos actores, muchos de ellos con vitalidad y capacidad de movilización”, con los que la oposición deberá articular.
Como parte de este “bloque” que el FA promoverá, deberían estar incluidos “el movimiento sindical, el movimiento estudiantil, el movimiento feminista, las organizaciones del mundo cooperativo, las organizaciones de derechos humanos, el arco de organizaciones y redes sociales que se articulan de manera diversa en torno a nuevas demandas (género, ambientales, diversidad sexual, étnico-raciales, culturales, deportivas, etcétera) y grupos como los pequeños productores rurales, los trabajadores independientes, los micro y pequeños empresarios, los empresarios que necesitan y buscan el desarrollo nacional sostenible, los actores de la economía social y el sector intelectual”, se enumera.
Asimismo, como parte de la estrategia electoral, se puede proyectar “una alianza circunstancial, con sectores que no necesariamente adscriben a un programa tan amplio y diverso, pero que, fruto de la crisis y la falta de oportunidades, también buscan salidas colectivas”, se indica.
La batalla cultural
En otro pasaje del texto se introduce la necesidad de “reconstruir” o “concebir una nueva ‘hegemonía cultural’” con un “predominio en el campo de las ideas” como factor que le permitió al FA “llegar al gobierno y estar en condiciones de llevar adelante grandes cambios” en el pasado. Para esto se debe “asumir como una línea estratégica central el debate en el campo de las ideas y valores” y reconocer que durante el ejercicio de los gobiernos del FA este aspecto se ha “descuidado, y ganó espacio en nuestra sociedad las posturas individualistas, falsamente meritocráticas”.
En el plano internacional, el FA debe “conjugar la defensa de los derechos humanos y sus firmes principios antimperialistas, antioligárquicos, antipatriarcales, antirracistas, así como de no intervención y autodeterminación de los pueblos, procesando sus posturas ante temas concretos en el marco de debates amplios, fraternos y donde el norte sea la búsqueda de amplios consensos que respondan a los acuerdos congresales vigentes sobre lineamientos de política internacional”, se añade.
También se advierten algunos flancos a combatir de cara a las elecciones nacionales de 2024. Por ejemplo, se destaca que en su propuesta político-electoral el FA debe evitar la “microfragmentación que corre el riesgo de desnaturalizarlo como fuerza política”, que se refleja en “la aparición cada vez con más fuerza de proyectos personales que en la búsqueda de expresión electoral, de hecho, ponen en riesgo la esencia del Frente Amplio”.
A modo de reflexión final, el documento plantea que el cincuentenario del FA, que se conmemoró este año, “es una oportunidad para la recuperación de la mística frenteamplista”. “Combinado con la hazaña que significó la enorme y sacrificada movilización llevada adelante en condiciones de pandemia por la militancia frenteamplista junto [a] militantes de las organizaciones sociales convocantes al referéndum por la LUC, abre cauce a un nuevo diálogo, fecundo y franco con toda la sociedad, dejando en claro que somos una parte fundamental e insoslayable de la democracia uruguaya”, concluye.