“Nos estamos acostumbrando a ver fila de ollas populares. No deberían existir como tal. El Estado debe hacerse cargo de resolver lo alimentario y no mediante el trabajo voluntario de las ollas”, expresó a la diaria Andrea Dorta, de la Olla Popular de Palermo, integrante de la Red de Ollas al Sur y de la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS) Ollas por Vida Digna. Esta coordinadora convocó el martes a una concentración en la plaza Independencia bajo la consigna “Por trabajo, pan y techo. Las ollas decimos basta”, a la que asistieron centenares de personas vinculadas a los merenderos y ollas populares que desde el año pasado vienen sosteniendo la alimentación diaria de miles de uruguayos.
“Estamos diciendo basta, después de un año y medio en que las ollas populares aparecieron tapando espacios que el gobierno había dejado vacíos, cubriendo las tareas de un Estado ausente. En ese tiempo, las ollas han entendido que la organización, el articularse en redes, es la respuesta solidaria que desde el pueblo hay que hacer para problematizar esto. Porque hay que encarar una reflexión política y social sobre por qué hay ollas populares en este país, y por qué estamos haciendo de algo precario algo permanente” dijo Esteban Corrales, también de la Olla Popular de Palermo.
Para Corrales, “no es tanto que el problema sean las ollas populares sino las carencias de derechos, el hambre, la falta de trabajo, de vivienda digna, de salud, de educación. La crisis alimentaria está atada a la carencia de todo. Esa es nuestra responsabilidad, asumir un compromiso por la defensa de esos derechos”.
En la plaza se montaron gazebos en los que distintas coordinaciones de ollas y merenderos prepararon la cena para los que fueron a la concentración y para “quien se arrime, si lo necesita”. Sandro Lavega, de la Olla Telba Juárez, de La Tablada, contó a la diaria que esta olla empezó “el año pasado, con gurises más jóvenes”, de entre 20 y 22 años –él tiene 38–. “Arrancamos todo a pulmón, yendo por los almacenes, pidiendo a las vecinas, haciendo rifas, y eso continúa hasta hoy. Cocinamos lunes, miércoles y viernes al mediodía y llegamos a repartir 300 viandas, pero lo normal son 150”, agregó.
“Gobierno ausente, ollas presentes”, decía una enorme pancarta desplegada de cara a la Torre Ejecutiva. Además de decenas de pancartas y carteles de todo tipo, hubo petardos, cuerdas de tambores, estampado de remeras con distintos motivos relacionados con la concentración, y hasta una delegación multitudinaria de Solidaridad Carbonera, que llegó por 18 de Julio con banderas aurinegras gritando: “Si esto no es el pueblo, el pueblo donde está”. Este grupo de hinchas de Peñarol impulsó la creación de decenas de merenderos y ollas durante la pandemia.
En la proclama que la CPS hizo circular, se expresa que durante el último año y medio “el gobierno no hizo lo necesario para asegurar la alimentación de todas y todos”, y que “hoy hay más de 60.000 nuevos desocupados, los salarios se ajustaron a la baja, las tarifas aumentaron y aumentaron de manera escandalosa los productos básicos de la canasta familiar”. En ese marco “cientos de iniciativas solidarias surgieron desde los barrios con la misión impostergable de que la gente no pasara hambre”. “Al día de hoy sabemos que más de 200.000 personas se encuentran en inseguridad alimentaria en Uruguay y 320.000 son las personas en situación de vulnerabilidad social. Semanalmente las ollas de la Coordinadora que se encuentran organizadas en 17 redes y/o coordinadoras sirven 150.000 porciones de comida en ollas y merenderos”, agrega la proclama.
En el texto también se critica el accionar de la organización Uruguay Adelante, que firmó un convenio de cooperación con el Ministerio de Desarrollo Social para proveer de alimentos a alrededor de 300 ollas y merenderos.
Según la coordinadora, “en este mismo momento donde hay cientos de personas haciendo cola para comer, los mercaderes del hambre que administran los fondos cedidos por un Estado ausente en los problemas de fondo hacen sus cuentas. Se vuelcan importantes recursos públicos para que una organización sin la más mínima idoneidad técnica les dijera a miles de personas lo que tenían que comer, tratando de resolver la emergencia alimentaria como si fuese el catering para un cumpleaños de quince”.
La CPS exige que “se termine con el negocio del hambre”, y expresa que las ollas “no pueden ser una política pública, la precariedad no puede ser solución a la crisis, mucho menos privatizar, tercerizar y desmantelar el Estado”. “De una vez por todas el Estado se tiene que hacer cargo. En este país que exporta comida, donde se festejan las tremendas ganancias que da la exportación de carne, no puede haber una sola persona pasando hambre”, añaden.