En el marco del Día Internacional de las Luchas de las Personas en Situación de Calle, la Universidad de la República (Udelar), junto con organizaciones sociales como El Abrojo y Ni Todo Está Perdido (Nitep), una organización creada por personas que están o estuvieron en situación de calle, convocaron este viernes a una concentración en la explanada de la Intendencia de Montevideo. Con carteles con consignas que reclamaban acciones, pero también con mensajes de ánimo y lucha, una centena de personas se reunió en un semicírculo a escuchar las vivencias de quienes han habitado o habitan la indigencia y se organizan en busca de una vida digna.
Los reclamos de esta población son hacia el gobierno, pero también hacia la sociedad toda: se exige el derecho a la vivienda, mayor y mejor apoyo por parte del Ministerio de Desarrollo Social y oportunidades de trabajo digno, así como otras herramientas de inserción social. Pero también se pide respeto, un trato humano y empático: “Somos iguales, vecino, no mire para el costado”, enfatizaba uno de los oradores, que recientemente había podido ingresar a una pensión y abandonar los refugios.
Además, desde la Udelar y las organizaciones se planteó alarma por el número de personas en esta situación, que supera los 4.000, y se presume que en el censo de personas en situación de calle que está próximo a salir se podrían estar contabilizando familias con niños menores a cargo, cosa que, según catedráticos de la Udelar, no pasaba desde la crisis de 2002. La población en situación de calle en Montevideo aumentó 16% entre 2020 y 2021.
Un problema del patriarcado y el capitalismo
Si bien la doctora en Políticas Sociales y de Vivienda Fiorella Ciapessoni asegura que la población en situación de calle está altamente masculinizada (en torno a 87%) y que el rango etario mayoritario es el de entre 30 y 45 años, las mujeres y las infancias se hallan dentro de los sectores vulnerables, sobre todo a la violencia y a las secuelas psicológicas que quedar en la calle puede suponer. Asimismo, Nitep considera que el problema de la indigencia es un resultado de la economía capitalista, la sociedad de consumo y el patriarcado, por eso en su proclama llaman a combatirlos.
“Es un tema de machismo también que muchas veces los varones que quedan sin techo sientan una fuerte vergüenza que los desanima y les impide acercarse a sus familias”, explicó a la diaria el antropólogo e investigador Marcelo Rossal, quien considera que las precariedades que conducen a las personas a pernoctar o vivir en espacios públicos son tanto personales como estructurales o de contexto, pero que la mirada de la sociedad y sobre todo de los actores del gobierno y la academia debe ser sobre aquellas cosas que nos competen a todos: “Incluso en diálogo con quienes están en estas organizaciones podemos ver la atribución de culpa, el ‘me dejé estar’, y no está mal, pero debemos ver más allá de las acciones personales, porque esa desidia no tiene el mismo origen ni el mismo coste para todos, y ahí está lo estructural”, explicó Rossal.
Asignaciones familiares
Katherine Spurr, integrante de Nitep que vivió más de un año en las calles y refugios, conversó con la diaria y destacó el trabajo colectivo como lo que ayuda a muchos a obtener una vida digna y acceso a una vivienda. Explicó que desde el trabajo social le preocupa cómo cada vez aparecen en las calles más personas “con herramientas”, como estudios y experiencia laboral, y admite que esto demuestra que hay muchos uruguayos permeables a acabar en las calles por distintos motivos.
“Lo más importante es la educación de los niños y el apoyo a sus madres”, enfatizó Spurr, y explicó que el apoyo no debe ser sólo económico, sino socioeducativo: “Ahora les quitaron la asignación a un montón de madres que no sabían que debían renovar cada cinco meses la constancia escolar o cómo se hace el trámite. La mayoría de esos niños van a la escuela, las familias pobres mandan a sus hijos a la escuela y esos niños desean ir porque es donde tienen paz y alimento”.