A las 18.30 había plástico y policías en medio de la calle. El primero -en forma de botellas de refresco, bidones y aceite-, colocado por los manifestantes que por sexta vez, en los últimos siete días, se movilizaron en contra del aumento de la salinidad en el agua, decisión adoptada por el gobierno -según anunciaron- para combatir el déficit hídrico. Los segundos, para evitar el corte total de la avenida Joaquín Suárez y mantener la distancia entre la gente y la residencia presidencial.
El lugar de la concentración rota día a día. Así lo hace también la propuesta, por así decirlo. Si bien los tambores y el golpe de botellas vacías se mantiene, este lunes fue el pericón -o pericontra, como lo llamaron-, una variación de la danza tradicional en la que las “relaciones” fueron sustituidas por rimas relacionadas con la falta de agua y críticas al sistema político. “Ayer pasé por tu casa, / ¡ni un vaso de agua me diste! / ¿Dónde estás, presidente?”, rimó alguien.
La movilización comenzó en la plaza frente a la residencia de Suárez y Reyes, luego se movió hacia la calle, donde un tire y afloje con la Policía decantó en que se ocupara un carril de la avenida para dejar el otro lo suficientemente libre para que pasaran los vehículos mientras se escuchaba un clásico “no es sequía, es saqueo”, y un llamado: “OSE no se paga”. Tras el pericón -y esto es algo que no cambia, más allá de la variabilidad de las movilizaciones-, se decidió marchar sin mucho preámbulo. A pesar de ser sólo una vuelta a la manzana para volver a Suárez y Reyes, la logística fue compleja e incluyó un corte -ahora sí, completo- de la avenida Millán.
Lo cambiante responde quizá al carácter autoconvocado de estas movilizaciones. Una pregunta que sobrevuela en cada una de las convocatorias tiene que ver con quién es, justamente, el que convoca. La “coordinadora por el agua”, que ha trabajado junto con vecinos de Santa Lucía, por ejemplo, es la agrupación que más mueve las convocatorias en redes sociales, pero no es la única.
Según dijo Irma Leites, de Plenaria Memoria y Justicia, a la diaria, detrás están “todas las organizaciones sociales que no están en acomodos con los partidos políticos”, e insistió con que “la indignación de la gente está bastante clara” con algo que “los colectivos” vienen “advirtiendo desde hace años que se iba a dar”.
“UPM2 son millones de litros de agua que se están absorbiendo para ahí, igual que los emprendimientos de Google; estamos en un momento histórico en el que todos los partidos políticos están alineados en el paradigma del capitalismo”, advirtió Leites.
Es en este crisol que, al asistir a la movilización, se pueden encontrar distintos motivos para estar allí, con el agua como depositario final de la indignación. Ya sea Leites o alguien que se acerca para hablar de la instalación de una planta de hidrógeno verde en Tambores, departamento de Tacuarembó; o del proyecto Arazatí, muy discutido en ámbitos políticos y sindicales.