A 29 años de los asesinatos del Hospital Filtro, este 24 de agosto jóvenes y no tan jóvenes marcharon una vez más en reclamo de justicia y en denuncia de la responsabilidad del Estado. “La represión es la ley de los Estados”, mientras que “la resistencia es el fuego de los pueblos”, decía la pancarta que encabezó la movilización. Detrás de ella, un grupo de cientos de personas, con banderas del sindicato del taxi, el gremio de estudiantes del liceo Zorrilla, la asociación de funcionarios de la Universidad de la República, entre otras organizaciones sociales.
El 24 de agosto de 1994, durante el gobierno del nacionalista Luis Lacalle Herrera, tres ciudadanos vascos acusados por el gobierno español de pertenecer a la organización Euskadi Ta Askatasuna (ETA), Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizzaride, se mantenían en huelga de hambre, internados en el hospital Filtro, luego de haberse solicitado su extradición a España. Afuera del centro hospitalario, en las calles, miles de personas pedían por el derecho de asilo político. La Policía reprimió: hubo 100 heridos y dos muertos, Roberto Facal y Fernando Morroni.
Con artrosis, con bastón, con 79 años, la madre de Fernando, Norma Morroni, manifestó a la diaria: “Fuimos hasta Durazno, lo nombramos, le escrachamos la casa... Yo ya no sé qué pensar, si son cómplices de él, porque, como era milico, lo taparon, era de Radio Patrulla. Lo denunciamos, pero no hay forma”. El aludido es el policía Waldemar Rosas Ruiz, quien, según Norma, vive en el departamento de Durazno y es el responsable del asesinato de su hijo.
“El tipo sigue ahí. Dicen que anduvo diciendo allá en Durazno que él hubiera querido hablar conmigo”, comentó. Pero “yo no tengo ningún interés en sentarme a tomar un café con él”, excepto “en un juzgado”. Norma sostiene que “son muchos los datos” que prueban su responsabilidad en el homicidio, “no se pueden equivocar todos”.
Como ya es costumbre, la marcha del Filtro partió este jueves desde 18 de Julio y Bulevar Artigas, en el Obelisco, y, 30 cuadras después, terminó en Bulevar Artigas y Cufré, en las inmediaciones del ex Hospital Filtro. Norma marchó en un auto blanco, delante de la pancarta y del resto de la gente.
Homenaje a Gianola: “Una vergüenza”
A mediados de julio, el Instituto Juan Manuel Oribe, vinculado al Partido Nacional (PN), homenajeó al abogado Ángel María Gianola, quien fue ministro del Interior durante los asesinatos del Hospital Filtro y falleció en marzo del año pasado. Presente en el homenaje, Lacalle Herrera lo definió como “una persona con una particular simpatía”.
Consultada al respecto, Norma dijo que “es una vergüenza”. “Yo me enteré un rato más tarde, si no, hubiera ido; me tomaba un taxi igual, pero iba”, afirmó.
Durante el homenaje, recordando los sucesos del 24 de agosto de 1994, el presidente del Honorable Directorio del PN, Pablo Iturralde, sostuvo que “el movimiento popular se nucleó para tratar de impedir que se produjera una extradición de asesinos que estaban reclamados desde España, y el ministro [Gianola] supo plantarse desde el lugar que correspondía, sin miedo a que le hablaran de incorrección política”.
“Estamos viviendo el dúplex, estamos viviendo lo mismo”, opinó Norma. A su modo de ver, el actual gobierno de Luis Lacalle Pou “se está riendo de la gente”. Mencionó la reciente reincorporación a la Policía de Erode Ruiz, actualmente jefe de la Policía de Maldonado. El 24 de agosto de 1994 Ruiz era comisario de la Seccional Policial 13 de Montevideo y estuvo a cargo de la seguridad exterior del Hospital Filtro. “Después de todo lo que pasó, [que] lo sacó [Jorge] Larrañaga, ahora lo colocaron otra vez”, lamentó Norma.
A casi 30 años de la muerte de su hijo, que en ese momento tenía 24 años, Norma se ve a sí misma “más centrada”: “Yo sé que mi hijo ya está, ya fue, pero ahora hay que pensar en los que están, en los niños, en la gente”. Afirmó que “no hay trabajo” y que “la gente se está muriendo de hambre”, se ven “ollas por todos lados”. Aseguró que “no es que estamos todos locos”, con referencia al grupo de cientos de personas que se movilizó en reclamo de justicia, sino que “los sinvergüenzas son ellos”.
“Esta gente es autoconvocada. Vienen solas porque quieren estar y porque sienten lo que hacen, y para mí es como una caricia al alma, porque ellos son los que me dan fuerza para poder seguir. Yo ahora tengo 79 años, me cuesta un poquito, porque tengo artrosis, pero no importa, siempre que pueda voy a estar”, expresó.
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