A Carlos Aguilera lo tiraron sobre el sillón de su casa apenas entró. Encandilado por el sol de octubre, en contraste con la oscuridad de la habitación, no pudo ver bien quiénes eran sus tres interrogadores. “Flaco, quedate quieto; venimos a ver a Amelia Sanjurjo y no se encuentra. Queremos saber dónde está, queremos localizarla, pero antes que nada decí quién sos vos”, le dijeron, según relató ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre la situación de personas desaparecidas, en 1985. Aguilera, que le alquilaba una habitación a Sanjurjo, replicó y les preguntó a ellos quiénes eran. “Eso no importa”, fue la respuesta.
Poco después, llegó una amiga de Amelia, Leonor Albagli. Al abrir el portón fue tomada del brazo por uno de los militares vestidos de particular y llevada también al interior de la casa para interrogarla. Luego, la trasladaron al centro de detención clandestino de La Tablada. Durante tres días fue torturada con intensidad, con interrogatorios centrados en el paradero de su amiga. En un momento, según atestiguó, escuchó los gritos de Amelia. Cuando dejó de oírla, también dejaron de preguntarle por ella. Según otra testigo presa en La Tablada, Sanjurjo murió a causa de los golpes por resistirse cuando era conducida a una sesión de tortura, en noviembre de 1977.
Esto es lo que se sabe de la detención, desaparición y muerte de la militante comunista Amelia Sanjurjo, contenido en su ficha, disponible en el sitio web de Sitios de Memoria. También se señala allí que al momento de su secuestro cursaba las primeras semanas de un embarazo.
Tras el hallazgo de los restos en el Batallón de Infantería 14 y la posterior confirmación de que se trataba de una mujer, su nombre fue uno de los que se manejó junto a los de otras 39 uruguayas detenidas en el exterior y extranjeras secuestradas en el territorio nacional, en el marco de la coordinación represiva entre las dictaduras del continente. Cuando se supo que los restos no habían podido ser identificados, y que no pertenecían ni a Elena Quinteros ni a María Claudia García, la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad apuntó su hipótesis hacia Sanjurjo.
En diálogo con la diaria, el fiscal Ricardo Perciballe explicó que Sanjurjo es una de las detenidas en Uruguay, y que, por eso, “por lo menos hay que descartarla a ella para después ir por otras”. Hasta el momento no hubo avances en este sentido, y Perciballe explicó que “se está intentando ubicar a familiares directos, que ya están muertos, para ver si se pueden exhumar y extraer restos de ADN”. Los tiempos para esto son “imposibles de determinar, porque primero hay que ubicar los restos” y hasta, por lo menos, “la semana pasada”, cuando mantuvo una reunión con la Institución Nacional de Derechos Humanos, “no tenían identificación”.
El problema es que “no se han encontrado familiares directos”, enfatizó Perciballe. En una primera instancia “se intentó ir por la madre, pero no se pudo”. Según informó El País, la madre de Sanjurjo estaría en algún panteón en el Cementerio del Norte, perteneciente a Casa de Galicia, pero al no existir ya la mutualista, es difícil el acceso a los registros para localizar el cuerpo. “Después se intentó ir por el padre, y ahora se está intentando localizar a un hermano, pero todo eso no se ha concretado”, indicó Perciballe.
El trámite para la exhumación no sería el problema, sino “ver cómo están los restos y después extraer ADN”, señaló el fiscal; luego, se seguiría “el mismo procedimiento que cuando se encontró la víctima: enviarlos a Argentina”, más concretamente a Córdoba, al Equipo Argentino de Antropología Forense, lo que “demora prácticamente un mes” hasta obtener resultados.
Familiares: el nombre de Sanjurjo se maneja “tanto como el nombre de otras compañeras”
Desde el principio, la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos se manejó con cautela en torno a los nombres, e hizo hincapié en que se puede tratar de cualquiera de las 40 mujeres detenidas desaparecidas. “Se están buscando datos de todas”, dijo a la diaria el integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos Ignacio Errandonea, quien además agregó que “no hay una cuestión precisa de que sea Amelia Sanjurjo”.
“Nosotros, en la medida en que no hay pruebas de que sea ella, no vamos a deslizar el nombre de ella”, sino que se maneja “tanto como el nombre de otras compañeras”, agregó Errandonea. Aunque reconoció que “una de las hipótesis es ella” porque “en el caso de las desapariciones en Uruguay, más allá de María Claudia y Elena Quinteros, la única que queda como desaparecida acá es ella”, puede tratarse de “otra de las compañeras que haya caído en Argentina” y haya sido “traída”, planteó.
En este marco, Familiares avanza en la obtención de muestras de sangre de familiares directos de las desaparecidas para completar su banco de datos genéticos. Aunque, según Elena Zaffaroni, “sería más fácil si quienes la mataron y enterraron nos dijeran quién es”.