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Ana Nikicer y Beatriz Bellenda, en la Cooperativa Carpe Diem, en Luis Batlle Berres y camino Al Parque Lecocq.

Foto: Mara Quintero

Carpe Diem, la cooperativa para transitar la adultez y la vejez en compañía ya tiene terreno y precisa socios

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Avanzan en el codiseño arquitectónico y planean mudarse a fines de 2026 o principios de 2027, pero necesitan más integrantes y financiamiento para iniciar la construcción de viviendas y espacios comunes.

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Leído por Joaquín Fernández.
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Carpe Diem, una cooperativa de consumo de cuidados y cohabitación, está integrada por 13 socios, pero aspiran a llegar a 45 para equilibrar la organización social y la sostenibilidad económica. Se trata de una iniciativa inspirada en los cohousing senior, un modelo de viviendas colaborativas orientado específicamente a las necesidades de los adultos mayores que surgió en la década de los 70 en Europa. La idea pasó por Incubacoop y tras consolidarse encontraron un terreno donde construir.

La compra del terreno se ejecutó el 28 de diciembre de 2023, pero durante tres años realizaron un análisis exhaustivo junto con los socios para conocer sus preferencias sobre las zonas a seleccionar y bajo la condición de que el predio no estuviese a más de 40 kilómetros de Montevideo por un tema de accesibilidad. Según contó a la diaria la tesorera de la cooperativa, Stella Faroppa, realizaron visitas y consultas con inmobiliarias de diversas zonas y, finalmente, se decidieron por la zona oeste, que “aunque no todos la preferían, cada vez la queremos más”.

El predio adquirido está ubicado en Luis Batlle Berres y Camino al Parque Lecocq. Se trata de un lugar donde predomina la naturaleza: bosques de ombúes, árboles ibirapitás, eucaliptos, montes y playas como Punta Espinilla, La Colorada y La Baguala.

En la selección del lugar también pesaron los valores que promueve la cooperativa desde lo organizacional, lo social y lo ambiental. “El vínculo con la comunidad” es “un valor muy fuerte” y en esa zona se impulsa tanto a nivel productivo, de defensa del ambiente, como en otros aspectos, destacó a la diaria el secretario de Carpe Diem, Luis Sancho. A su vez, a modo anecdótico contó que, cuando compraron el terreno, se enteraron de que había pertenecido a “Lía Capurro, que fue la esposa de Carlos Quijano, fundador del semanario Marcha”.

Dificultades

Para los socios del proyecto, una de las mayores dificultades es el financiamiento. Según mencionó a la diaria Lizet de León, presidenta de la cooperativa, necesitan concretar un préstamo puente para “reunir el capital para terminar de pagar la construcción”. Una parte de ese financiamiento la aportan los socios y otra parte la necesitan conseguir para mediados de 2025 o principios de 2026.

Sancho opinó que esa tranca se debe a que “no hay experiencias previas” en Uruguay, por eso es que, al “no ser lo habitual, los caminos no existen, hay que hacerlos y lleva mucho tiempo”. Agregó que Uruguay “no está preparado ni pensado para personas que vivan más”, razón por la cual “todos los créditos se terminan a los 70 años”.

La filosofía de vida que impulsa, acompaña y busca sostener en el tiempo la cooperativa Carpe Diem tiene que ver con mantener una vida activa y sana, autogestionada, social, solidaria, que haya democracia en las decisiones y libertad para tomarlas. Está atravesada por cinco ejes fundamentales: social, organizacional, económico, urbanístico ambiental y salud y cuidados. El nombre Carpe Diem, locución latina concebida por el poeta Horacio que quiere decir “vivir el día a día”, también refiere al poema homónimo del estadounidense Walt Whitman, recitado por el actor Robin Williams en la película La sociedad de los poetas muertos.

Con el propósito de promover la economía circular y el cuidado del ambiente quieren que la materialidad principal para construir sea la madera. Además, reutilizarán las aguas residuales, que tendrán un tratamiento avalado por la Intendencia de Montevideo (IM), el Ministerio de Ambiente y la Dirección Nacional de Aguas. A su vez, vinculado a la salud y los cuidados, buscan contar con el acompañamiento de especialistas médicos y lugares específicos cuando se den situaciones de dependencia, pero también trabajar en el autocuidado. Sancho aclaró que la intención no es “sustituir el servicio médico que tenga cada socio”, sino que “sea algo más global para el colectivo” y que esté bajo supervisión profesional.

Génesis

El proyecto cooperativo inició en 2016 a partir de dos grupos de amigas que tenían la idea de transitar la adultez y parte de la vejez en compañía. En agosto de ese año se juntaron y comenzaron a cranear cómo materializar esa utopía.

Luego, decidieron participar de la convocatoria de Incubacoop, la incubadora de emprendimientos cooperativos en sectores innovadores, y a inicios de 2019 comenzaron el proceso de incubación.

Finalmente, en 2022, dos años después de elaborar el estatuto, lograron su aprobación en la Dirección Nacional de Registro y la personería jurídica. De cara a 2026 planean avanzar en el codiseño arquitectónico y la construcción de las viviendas y los espacios comunes (comedor, huertas, áreas de salud y cuidado, lavadero, caminería, casa de la cultura y parque) para hacer realidad lo que fue en sus inicios un sueño de “vivir con amigos y envejecer con amigos”, como mencionó De León. Además, para iniciar la construcción necesitan la aprobación de la IM, las bases técnicas y tener un proyecto ejecutivo.

Sobre la inspiración en los cohousing europeos, sobre todo de España, comentaron que el más antiguo tiene 23 años y los más recientes han sido en los últimos diez años. Tuvieron la oportunidad de visitar algunos y luego recibieron la visita de algunos integrantes en Uruguay, en particular de uno que actualmente “están construyendo en la zona de Asturias”, informó Sancho.

Si bien en Uruguay “no había otras experiencias”, luego nacieron algunas similares como Coviviendo, que pertenece a la generación 78 de la Asociación de Estudiantes de Medicina y Mujeres con Historias, que es el primer proyecto de vivienda colaborativa feminista para mujeres de más de 60 años. Si bien no son cooperativas, “tienen el espíritu de covivir la autogestión y la difusión de valores”, especificó Sancho.

Ingreso de nuevos socios

Los socios que quieran sumarse deben tener entre 50 y 70 años y haber llenado previamente un formulario que está publicado en la web de Carpe Diem para concretar a posteriori una serie de entrevistas y talleres para conocerse mutuamente. Luego de realizadas las entrevistas, evalúan en conjunto con todo el grupo a los futuros socios. Faroppa dijo que se preguntan “si será la persona con la que queramos compartir el resto de nuestra vida o si será capaz de vivir con nosotros”. Finalmente, si la persona está interesada en integrarse a la cooperativa aportará un ingreso de capital social y será sujeto de “una fiesta de bienvenida”.

Sancho destacó que Carpe Diem es una cooperativa de consumo en la que todos los socios son copropietarios, por lo tanto, los socios que la integren serán cuotapartistas con el capital que aporten, con relación a la totalidad de la inversión del proyecto. Ese capital integrado es del socio, que, si decide en algún momento retirarse de la vivienda, se le devolverá en su totalidad. En caso de que la persona fallezca, sus herederos tienen el derecho de reclamarlo, luego de que “demuestren el carácter de sucesores”, explicó.

“Estamos tratando de lograr un equilibrio en las franjas de edad de ingreso”, aseguró Sancho, eso significa que buscan que las personas menores de 60 años estén en espacios individuales y al menos 30 alojamientos privados estén integrados por duplas de dos personas, sean pareja, amigos o familiares. En este sentido, De León aclaró que “no es un proyecto para la tercera edad o para adultos mayores exclusivamente”, sino que es un proceso que desean comenzar con “personas jóvenes y en actividad”.

Por su parte, Faroppa explicó que no todas las personas están preparadas para ser parte de una experiencia así, ya que “son procesos que llevan mucho tiempo y que todas las personas deben tener la voluntad y el deseo” de participar. A su vez, De León añadió que implica una cierta madurez, debido a que hay personas que se arriman al proyecto y están en contacto, pero “se dan cuenta de que todavía no es el momento”, y eso es porque genera “temor o vértigo una nueva aventura”, ya que “estamos formateados para vivir de forma individual”.

Por último, barajan la idea de incluir una lista de espera para aquellas personas que aún están en duda. Sancho considera que cuando “la gente va viendo la concreción y empieza a entender que ya no es una idea, sino que es una realidad, esas listas de espera se vuelven más amplias”.

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