Las diez salas se inauguraron ayer de mañana, y en pocas horas ya empezarían a usarse, dijo a la diaria el director del hospital Maciel, Álvaro Villar. Las salas tienen camas individuales, baño privado, televisión, aire acondicionado y una ventana que, desde el segundo piso, mira a la calle 25 de Mayo. La flamante hotelería difiere de la del resto de las salas, en las que hay más de diez camas por habitación. “Toda la medicina va hacia una internación mucho más individualizada, con menos camas por salas, con una protección de la privacidad del paciente mucho mayor; el modelo de salas grandes ya no es aceptado, entonces hay que ir rápidamente hacia este otro modelo”, explicó Villar. El plan llevará algunos años, pero este fue un primer paso que continuará pronto, porque el 1º de octubre se iniciará la remodelación de la sala Ricaldoni, que hoy tiene 16 camas (se reducirán a ocho, con un mayor aislamiento que el actual). Para ganar en privacidad, el hospital está bajando su capacidad de internación, proceso que comenzó al inicio de 2015, cuando había 300 camas; hoy son 270. Villar aseguró que eso está siendo posible porque se intenta que los pacientes lleguen al momento de la internación con todos los estudios paraclínicos hechos, y que la mejora en algunas técnicas operatorias –como la laparascópica en cirugía de vesícula– permite disminuir los días de hospitalización.
Villar destacó, también, el aprovechamiento de recursos con que se construyeron las nuevas salas: se ubican sobre lo que era un anfiteatro que hacía más de diez años que estaba inutilizado; por intermedio del Instituto Nacional de Rehabilitación, un grupo de presos trabajó en su demolición, y los funcionarios de carpintería y herrería del hospital trabajaron en la construcción de los nuevos recintos. Según el director, todo eso permitió disminuir de 17 millones de pesos a seis millones el costo de construcción de cada sala.
¿Quién va a ir a esas nuevas salas? Esa es la gran pregunta, reconoció Villar. Serán destinadas mayormente a quienes requieran condiciones de aislamiento. Las salas llevan el nombre de Juan Francisco Canessa, médico que enseñó cirugía en el hospital desde 1893. “Era un hospital de pobres para pobres. Hoy es un hospital digno para gente digna”, destacó el subsecretario de Salud, Jorge Quian, al inaugurar el espacio.
Ayer las autoridades de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y del hospital también inauguraron los almacenes del hospital, que ahora están digitalizados, lo que permite hacer un mejor seguimiento de los más de 6.000 productos diferentes que acopia el hospital, entre los que hay insumos médicos y no médicos, de las áreas de ferretería, electricidad, sanitaria, administración y alimentación. “Todos los meses tenemos un gasto de 11 millones de pesos en medicación y aproximadamente 12 millones en materiales médico-quirúrgicos. Es muy importante que los almacenes funcionen bien”, remarcó Villar. La digitalización permitirá, además, agilizar el trabajo; según dijeron en la recorrida, se demoraba 15 días en ingresar la mercadería, por el tiempo que llevaba el tipeo de registro; ahora todo tiene código de barras y se le hace un seguimiento desde que ingresa al almacén hasta que le llega al usuario.