En el marco del Día Mundial de la Anticoncepción, la Clínica Ginecotocológica B de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) organizó este martes un seminario sobre la eficacia de los diferentes métodos anticonceptivos. Edgardo Castillo, coordinador de la unidad, dijo a la diaria que es una instancia para recordar la importancia del asesoramiento anticonceptivo a la población y poner a la vista los métodos más efectivos y mayormente utilizados a nivel nacional y mundial.
En Uruguay “el método más utilizado son los anticonceptivos orales” o pastillas anticonceptivas, las cuales son elegidas por “la mitad de las mujeres”, indicó Castillo. El resto opta por otros, como inyectables, parches y métodos intravaginales “vinculados al aporte de hormonas al organismo”.
Aunque cada expositor relacionó la eficacia, seguridad y recomendación de métodos para cada etapa de la vida, la mayoría hizo especial énfasis en los dispositivos intrauterinos, entre los que se encuentran los no hormonados, como el dispositivo intrauterino de cobre (DIU) –también conocido como la T de cobre–, “muy utilizado y con una duración de hasta diez años”. A su vez, los hormonales –que, por lo general, se basan en progestina– son fármacos que “previenen en buen porcentaje el embarazo” y no tienen “tantos efectos” como los fármacos que contienen estrógenos.
Lo más “moderno en anticoncepción”, sobre lo que aún “falta desarrollo en Uruguay”, es el parche subdérmico, que se basa en progestinas, se coloca en el antebrazo y al igual que los dispositivos intrauterinos tienen una probabilidad de embarazo “muy baja”. Eso los ubica dentro de los “mejores métodos de anticoncepción”, según Castillo.
La anticoncepción y la adolescencia
Una de las etapas de la vida en la que se centraron los especialistas fue la adolescencia. Paula Oholeguy, profesora adjunta de la clínica B, explicó que en la adolescencia se dan diversos cambios fisiológicos, anatómicos y psicológicos, y que algunas características psicológicas pueden interferir en la elección de un método anticonceptivo, entre ellas, conductas impulsivas, la redefinición de la imagen corporal y la elaboración de una “escala de valores propia”.
Los factores que influyen al momento de elegir un método son el “conocimiento e información”, la eficacia y disponibilidad, el costo, los efectos beneficiosos, la comodidad del uso, los mitos que hay sobre cada uno y su reversibilidad.
Oholeguy sostuvo que las adolescentes jóvenes y mujeres tienen “alta tasa de continuidad a los 12 meses” cuando utilizan anticonceptivos reversibles de alta duración o larc (por sus siglas en inglés). Por otra parte, sobre la accesibilidad de los métodos opinó que en Uruguay el dispositivo intrauterino (DIU) de cobre es gratuito, pero “existen demoras en el acceso” tanto en el sector público como en el privado. A su vez, el sistema de liberación intrauterino se consigue en farmacias, pero el costo “es una limitante”, y si bien en algunas mutualistas la colocación es gratuita, “no es universal”. Por otra parte, los implantes subdérmicos son gratis en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y en algunos prestadores privados.
Sobre el DIU, la especialista especificó que “es seguro utilizarlo en adolescentes” y que la tasa de enfermedad inflamatoria pélvica es de 0% a 2% durante los 20 días poscolocación, y luego disminuye. La tasa de perforación uterina es aún más baja y se ubica en 0,1%. En cuanto al riesgo de fertilidad, Oholeguy dijo que “una vez que se extrae el dispositivo, [la fertilidad] se recupera al mes siguiente”. También aclaró que los dispositivos “no son más difíciles de colocar” si no hubo embarazo previo. Por último, informó que la tasa de expulsión es “similar a la de las mujeres adultas” y varía entre 2% y 10%.
Si los efectos secundarios se advierten, “son mejor aceptados por las usuarias”, sostuvo. A la hora de abordar el tema de la anticoncepción en adolescentes consideró importante tomarse tiempo para explicar la variabilidad de los métodos, tener en cuenta la importancia de la confidencialidad y sugerir el método de barrera. Si un adolescente busca un método de alta eficacia, “es responsabilidad de los profesionales” decirles que los métodos larc “son los más eficaces” y tienen “mucha evidencia que los respalda”.
“No se recomienda” utilizar anticonceptivos orales luego de los 50 años
Por su parte, Noel Firpo, profesora adjunta de la clínica B, se refirió a la anticoncepción en la perimenopausia, que se define como la etapa de la vida que se extiende antes de la menopausia y termina “un año después de la última menstruación”. Aclaró que es una etapa “muy variable” y en la que se generan “muchos cambios en el organismo”.
Firpo hizo hincapié en que las mujeres en esta etapa deben utilizar algún método anticonceptivo porque la ovulación y el embarazo aún son una posibilidad. Pero al momento de elegirlo, además de tener en cuenta su eficacia, hay que hacer “otras consideraciones”, como la seguridad de cada uno y los efectos adversos. Explicó que en esta fase aumentan los riesgos de contraer algunas patologías, como enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, obesidad, entre otros. A su vez, los efectos no beneficiosos pueden “alterar la calidad de vida” de forma particular. De todas maneras, puntualizó que la edad en sí misma “no es una contraindicación” absoluta para ninguno de los métodos.
El DIU está contraindicado para mujeres que presenten patologías uterinas, cáncer endometrial, sangrado de causa inexplicada o un proceso infeccioso agudo. En tanto, los implantes subdérmicos no se recomiendan para mujeres con cáncer de mama.
En el caso de los anticonceptivos orales disminuye su indicación en mujeres mayores de 40 años, indicó Firpo. Si bien su utilización puede disminuir el riesgo de cáncer de ovario y endometrio y previene la osteoporosis en mujeres que tienen riesgo, “el problema” es que con su consumo en esta etapa aparece el riesgo de enfermedad tromboembólica y cardiovascular, principalmente al inicio del uso, puesto que el riesgo de trombosis aparece, sobre todo, durante el primer año de consumo de las pastillas, y luego disminuye.
Dado que lo que aumenta el riesgo de trombosis es la dosis de estrógenos y el tipo de progestina, en el caso de los anticonceptivos hormonales orales “no se recomienda” su uso luego de los 50 años porque los riesgos superan los beneficios. En esta etapa se deben considerar otras opciones, por ejemplo, la T de cobre, que colocada luego de los 40 años se puede mantener hasta la menopausia.
En resumen, Firpo consideró que no se debe contemplar siempre el mismo método y que hay que evaluar a cada mujer, de forma de “individualizar la anticoncepción” y que sea evolutiva, es decir, que se comprenda que la forma utilizada hoy tal vez no será la misma dentro de dos años.