Las pastillas o píldoras anticonceptivas es “uno de los métodos más utilizados por las mujeres”, explicó a la diaria Rosina Pisón, ginecóloga especializada en métodos anticonceptivos. Consisten en “compuestos hormonales, que pueden tener una composición combinada” por un estrógeno y un gestágeno que “simulan” las hormonas que normalmente se segregan durante el ciclo ovárico de una mujer en edad reproductiva, y cuando se suspende su aporte en el llamado “descanso” generan “un sangrado por deprivación”. Las pastillas también pueden estar compuestas sólo por el gestágeno.

Existen diversos tipos de combinaciones, que varían y evolucionan, cada vez en mayor cantidad. Además, hay tipos y generaciones diferentes que logran diversas composiciones y que se recetan según la necesidad de cada paciente. Si la consulta es, por ejemplo, a partir de un problema de acné, varía el gestágeno que se receta.

Según los componentes de la pastilla, son las formas de administración: entre los principios activos e inactivos hay diversas combinaciones. Cuando el motivo de consumo es la anticoncepción –a nivel mundial “el método más usado luego de los métodos de barrera”– se solicita información para conocer las opciones “hormonales, con sus diferentes vías de administración, y no hormonales”. En el caso de que las pastillas sea el método adecuado para el caso, “se contempla la situación de la paciente” para comenzar con la toma de la presentación “más adecuada”, agregó Pisón.

Descanso: ¿verdad o mito?

En cuanto al control del consumo, explicó que “hay muchos mitos”, sobre todo “en torno al descanso y los impactos de las pastillas en el organismo”, pero que, en principio, lo recomendable es que “dentro del control ginecológico anual que se sugiere a la mujer, más allá del método anticonceptivo que utilice, se hagan algunas preguntas relacionadas a las pastillas anticonceptivas”.

Pisón se refirió a algunos mitos, por ejemplo, a la supuesta necesidad de “descansar” del método: “No es necesario aplicar un descanso si una no desea interrumpir la anticoncepción y tampoco cambiar o suspender la pastilla” después de una determinada cantidad de años, señaló al respecto. Según la especialista, otro de los mitos más comunes es que las pastillas anticonceptivas “aumentan el riesgo de tener algún tipo de cáncer”.

De todas maneras, puntualizó que si bien son comprimidos “de amplio uso y se compran de forma libre en las farmacias” a veces se pierde “el concepto de que es un fármaco”, por eso la idea es que siempre se utilicen bajo la indicación y supervisión de un especialista de la salud.

Por su parte, Mariana Piastri, ginecóloga e integrante de la Sociedad Ginecotocológica del Uruguay, fue un paso más allá y planteó que “la toma continua reduce los riesgos de sufrir contraindicaciones”, por lo cual, aunque el riesgo de contraer trombosis es bajo, “si se sostiene la toma, disminuye aún más”, explicó. Si se suspende, al retomarla se vuelve al riesgo inicial de la primera vez y vuelve a ser incrementado, por lo tanto, “es desfavorable”.

Sobre otros síntomas, como cambios en el humor y aumento de peso, Piastri manifestó que “también hay muchos mitos”, aunque efectivamente hay mujeres que manifiestan este tipo de síntomas. “Lo cierto es que los trabajos publicados hasta ahora no demuestran que generen tendencia a síntomas asociados a la depresión” y, en ese caso, “ni siquiera los recetaríamos”, consideró. En cuanto a la suba de peso, aclaró que muchas veces se relaciona “a la retención de líquidos, que disminuye con el paso de los meses”.

Aunque el riesgo sea bajo, los efectos adversos existen, por lo que Piastri aconsejó “revisar cada tres meses el método anticonceptivo elegido”, y si ocurren eventos que interfieran en el estado normal de la paciente, “considerar la posibilidad de cambiarlo”.

El estrógeno y sus posibles efectos secundarios

Para Pisón, lo más importante que debe tener en cuenta una mujer que desee usar “anticonceptivos hormonales, sin importar del tipo que sea”, es “hacer una consulta para que un profesional evalúe lo que es mejor para su salud y también los factores de riesgo”. Detalló que son elementos a tener en cuenta en esta evaluación la edad, los antecedentes familiares de tromboembolismo venoso, hipertensión o alguna otra enfermedad crónica.

Se refirió a las otras vías de administración, como “parches que son de recambio semanal, anillo vaginal, de recambio mensual, o los inyectables, que pueden ser mensuales o trimestrales”. Además, existen los llamados LARC –anticonceptivos reversibles de larga duración– “cuya efectividad es muy alta debido a que no dependen de que la persona recuerde ingerir la píldora, cambiar el parche o el anillo vaginal”.

Por su parte, Piastri agregó que la decisión de qué pastillas recetar a una paciente depende “mucho” de la cantidad de estrógeno y progestina, también conocido como gestágeno, que tenga cada presentación. Reafirmó que en el mercado existen píldoras combinadas y algunas que tienen sólo progestina, y es esta la principal diferencia por la que “nunca se debe considerar que las anticonceptivas son todas lo mismo”, detalló.

“El estrógeno es el componente que más se relaciona a los efectos secundarios”, explicó, y concretamente puso el ejemplo de la trombosis, aunque el riesgo es “muy bajo, de una cada 1.000 mujeres”. Igualmente, hizo énfasis en que a la hora de recetar el fármaco se debe tener la seguridad de que la mujer que consulta “no tiene contraindicado el consumo de estrógeno”.

Según Piastri, pueden estar en ese grupo aquellas que tengan enfermedades autoinmunes como lupus o artritis reumatoidea, entre otras. Ante otras patologías, como la hipertensión, se “desaconseja” el uso de estrógenos, y esto aplica para diversos tipos de antecedentes familiares vinculados a la salud.

Consideró oportuno destacar que la mayoría de los métodos anticonceptivos, además de las pastillas, “poseen un componente de estrógeno”, por ejemplo, algunos tipos de inyectables y el anillo vaginal. Son los métodos que se clasifican como hormonales y “todos [los que tienen el componente] aumentan el riesgo de sufrir una trombosis”.

Recalcó que el progestágeno solo no conlleva riesgo de trombosis, aunque sí tal vez provoque “retención de líquidos”, pero aun así es más recomendable para mujeres con todos los factores de riesgo mencionados y también otros; por ejemplo, para mujeres fumadoras o con obesidad. No obstante, aclaró que en Uruguay sólo hay “un tipo de pastilla disponible” que tiene este único componente, pero sí está presente en inyectables “y otros métodos como el [dispositivo intrauterino] DIU, y varias herramientas más”.

Al igual que Pisón, valoró de suma importancia consultar a un profesional debido a que “el [método] que le sirve a una amiga tal vez no se adapta a nuestro propio cuerpo” y, de hecho, “tal vez para una misma está contraindicado”.

En tanto, Piastri consideró importante recalcar que “los métodos anticonceptivos hormonales no previenen las infecciones de transmisión sexual”, y que para eso “se utiliza el condón, por lo cual es aconsejable implementar un método a elección más el uso del preservativo, sea masculino o femenino”.