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Grupo de recicladores de la planta Burgues en asamblea formandose como cooperativa.

Foto: Federico Gutiérrez

Los clasificadores de la planta Burgues aprobaron los estatutos para convertirse en cooperativa

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Un grupo de 32 trabajadores integrará la Cooperativa de Trabajo Burgues.

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Más de 20.000 kilos de papel, cartón y plástico que se desechan en Montevideo pasan cada mes por la planta Burgues de clasificación de residuos, en Casavalle, una de las cuatro que hay en la ciudad. Allí trabaja una treintena de clasificadores con apoyo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), la Cámara de Industrias, la Dirección Nacional de Medio Ambiente y la Intendencia de Montevideo.

Desde que comenzó a funcionar la planta, hace casi seis años, en el marco del Programa Uruguay Clasifica, se fijó la meta de que se convirtiera en cooperativa. Era el objetivo de las autoridades y también el de los trabajadores, que el sábado, finalmente, firmaron el estatuto de la nueva cooperativa. Ya lo presentaron ante el Ministerio de Educación y Cultura para que lo apruebe, y está previsto que comience a funcionar en agosto.

El nombre que eligieron sus integrantes fue Cooperativa de Trabajo Burgues, “para no perder la identidad de la planta Burgues”, dijo a la diaria Ramón González. Él es uno de los 32 cooperativistas y trabaja en la planta desde su creación.

Algunos de los recicladores, como él, ya se dedicaban desde antes a esa tarea, pero debían recoger los materiales con un carro o en bicicleta. Otros, todos de la zona de Casavalle, fueron seleccionados por el Mides para trabajar allí.

Proceso de aprendizaje

Grupo de recicladores de la planta Burgues en asamblea formándose como cooperativa.

Foto: Federico Gutiérrez

González explicó a la diaria que estaba planeado que la planta se convirtiera en cooperativa a los dos años, pero tomó más tiempo del previsto. “Yo soy uno de los impulsores de esto, porque significa una mejora en la calidad de vida de cada uno de nosotros y de nuestras familias”, dijo. Aunque todos los implicados están convencidos de que ese es el camino que deben seguir, hubo que superar dificultades.

Las demoras se debieron sobre todo a la necesidad de ponerse de acuerdo, superar diferencias, armar el equipo, explicó. Los mayores avances hacia el cooperativismo se dieron en los últimos años, cuando el grupo de trabajo pudo aprender a funcionar en reuniones y asambleas, escuchar a los demás y resolver en ese ámbito los problemas pendientes. “Ahora el que quiere hablar levanta la mano, antes no se podía”, explicó. “Si vamos al Ministerio de Trabajo y hablamos todos a la vez, no se puede llegar a nada”, ejemplificó.

Aunque esas instancias de diálogo todavía costaran, en los últimos años se cultivaron otras que muestran el sentido de pertenencia, como la de festejar juntos cada cumpleaños de la planta Burgues con una merienda compartida o un almuerzo. Ahora, como cooperativa, “eso no se va a perder”, dijo González.

A estos aprendizajes se sumaron otros: desde cómo organizarse para cubrir los horarios de trabajo, los dos turnos de siete horas que tiene la planta, hasta aprender a leer y escribir en las clases que una maestra les daba los viernes, o familiarizarse con la computadora junto a un tallerista. “Para muchos fue una ventaja muy grande, hay muchos compañeros que no saben leer, escribir”, explicó González. A él, que cursó varios años de escuela, estas clases le permitieron refrescar esos conocimientos, y a su vez el taller de computación le enseñó, por ejemplo, a comunicarse por correo electrónico. Al mismo tiempo, en el marco del programa, los trabajadores, que tienen edades que van desde los 20 a los 60 años, recibieron tratamiento odontológico y oftalmológico, entre otros.

Algunos recicladores, como González, también se capacitaron en cooperativismo en contacto con otros colectivos de trabajadores. “Yo tomé como referencia el Molino Santa Rosa, por todo lo que han tenido que pasar para formarse como cooperativa y para mantenerse como cooperativa”, dijo.

Distintos reciclajes

Grupo de recicladores de la planta Burgues en asamblea formándose como cooperativa.

Foto: Federico Gutiérrez

González tiene expectativas de que el cambio de modalidad de trabajo les permita producir más, pero también considera importante dejar de trabajar en régimen de empleado, independizarse y pasar a ser una cooperativa. De todos modos, por un período que todavía se debe determinar, pero que puede alcanzar los dos años, la Cooperativa de Trabajo Burgues contará con un acompañamiento de la Cámara de Industria y del Mides, explicó. También tiene expectativas de mejorar la infraestructura con la que trabajan.

La planta de Burgues recibe material desechado que se deposita en los contenedores anaranjados (donde se descartan residuos secos, como cartón, papel, plástico, vidrio y metal) y que es recogido por los camiones de la Intendencia de Montevideo de los puntos de reciclado, como los que funcionan en algunos supermercados. Recicla papel blanco y de color, cartón y pet, el plástico de las botellas. Pero no siempre esos desechos llegan limpios a la planta, y cuando no lo están ese material no puede ser utilizado.

El estado de estos materiales depende de qué tan sueltos o prensados estén en el camión, del estado del propio vehículo y del recorrido que haga, es decir, de lo que vaya recogiendo hasta llegar a la planta, dice González. Agrega que si la cooperativa contara con un camión propio, podría gestionar mejor esos riesgos. Y si pudiera financiar una prensa, una balanza que funcione mejor que la que tiene o una nueva fardadora, que abarcara mayor cantidad de materiales, podría mejorar la producción y aumentar las ventas.

Cada mes, la planta Burgues recicla cerca de 4.000 kilos de pet, otro tanto de papel blanco, entre 8.000 y 10.000 kilos de cartón, y más o menos la misma cantidad de papel de color. Para reunirlo, el total de lo que traen los camiones se sube a una cinta en la cual se clasifica el material, se verifica que esté limpio, y cuando se reúne cierta cantidad de bolsones de prensa.

González sabe que el trabajo de los clasificadores tiene un impacto en el medioambiente. Por eso una de las actividades que tiene previstas la cooperativa es “recorrer escuelas y liceos para dar charlas sobre el clasificado desde el origen, en la casa, hablar de lo que debe ir al contenedor con el que trabajamos nosotros, que es el naranja”. Agrega que “proyectos, hay muchos”.

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