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Luis Suárez festeja con sus compañeros tras convertir el primer gol de Uruguay ante Colombia, ayer en el Estadio Centenario.

Foto: Sandro Pereyra

Tres adentro

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Ayer la celeste liquidó sobre el final un partido complicado contra Colombia, y quedó sexta a sólo un punto de Argentina.

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Los celestes cortaron una racha de cuatro partidos sin victorias con un 3 a 1 ante Colombia que aseguró el respirador que había quedado flojo tras la visita a Lima. La cortaron metiendo más que jugando, sacándole chispas a la pelota y a veces a las piernas ajenas. Sobregirados, repitieron vicios en la creación y también virtudes en la creencia, en la fortaleza mental para hacerle frente al peor momento de una Clasificatoria en la que ahora no están mejor sino menos mal. Pasaron la prueba en medio de la luz roja que prendió el empate parcial de los colombianos, el que se extendió hasta que faltaban 12 minutos para un adiós que pudo ser definitivo. Sacaron la cabeza cuando los tapaba la ola de una tribuna que siguió el partido histérica, festejando tranques y corridas a destiempo. Con el peseteo sonoro de los tamboriles retumbando al costado de la línea.

Uruguay salió a la cancha con una determinación casi contraproducente. Se agarró de los dientes de Pérez para morder desde el principio. El arranque fue más propio de doma que de fútbol. El Ruso corcovó a los 6 minutos para bajar una pelota que recién se limpiaría tras corrida y pase del Cebolla: Suárez recibió por izquierda y definió de derecha con un remate cruzado que puso a los celestes tempranamente arriba. Agradecieron tres millones. Es que, de tan enchufado, el equipo de Tabárez parecía estar al borde de electrocutarse. Con el gol bajó revoluciones, le puso más cabeza al juego de rompe y raja que se trajo del vestuario.

Los pocos minutos transcurridos hasta el festejo alcanzaron para que los cafeteros pusieran el despertador. No iba ni un minuto de juego cuando Ramos aprovechó una siesta celeste y dejó por el camino a Castillo para definir desde una posición sesgada haciendo pasar la pelota por delante de la nariz del arco de la Colombes. Sólo iban 2 minutos cuando Valdez cometió el primero de una serie de errores tras un pelotazo que casi termina en mano a mano. Ya iban 30 cuando el central salió a cortar juego en posición de lateral zurdo y casi corta pierna. Fauleó a Viáfara y se ganó la roja.

Tabárez reaccionó quitando a Cavani -uno de los tres mediapuntas que escoltaron a Suárez- y colocando a Scotti. En el lapso transcurrido hasta la roja, el partido sólo había sido prolijo cuando Colombia se soltó. Los cafeteros también jugaron con tres en línea a espaldas del delantero Moreno, pero carecieron de pegada. Uruguay fue más vertical, con la velocidad de Forlán y el Cebolla para aprovechar el adelantamiento de un rival con libreto cambiado desde temprano.

Aunque rumbo al complemento perdería fineza futbolística, el circuito ofensivo celeste cumplió una labor de importancia en la presión. Jugó al nivel de las exigencias de una tribuna guerrera como pocas veces se ha visto en partidos de selección, casi mimetizado con el tránsito del Ruso Pérez. Como Cáceres, el volante fue una pieza clave en la marca de los uruguayos, que deben agradecerle al árbitro Torres la no sanción de varias pasaditas de lija: por lo demorada, la amarilla que le sacó en el minuto 73 pareció bajada de un 115.

La tarjeta vino a caer cuando no había termómetro que aguantara el calor que pasaba Uruguay. Justo cuando los colombianos saboreaban el empate y sacaban a pasear la pelota, luego de que el técnico Lara cambiara para cambiar con los importantes ingresos de Moreno y del anotador Martínez. Hacía que tenían diez futbolistas, porque Torres compensó y echó a Gutiérrez al arrancar el complemento. En medio de los calores, ya cerca de los 80, Scotti marcó el 2-1 luego de que las buenas subidas de Palito empujaran al equipo. El gol tranquilizador no se veía venir ni siquiera desde el banco, donde Tabárez hizo dormir durante 15 minutos los cambios que el equipo pedía desde que absorbió el 1-1.

El cierre fue de locura, gracias al gol de Eguren y la posibilidad de jugar un ratito sin soga al cuello. Si hasta lujos hubo. El equipo demostró que se le pueden marcar falencias en varios rubros excepto en la actitud: si Tabárez no fuera medio europeo, como dicen, ayer a los colombianos los metían en el vestuario al mejor estilo Peñarol-Flamengo. Con lo de ayer alcanzó para subir a Quito con vida. Ahora hay que preguntarse si alcanza para volver con ella.

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