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Rodrigo Brasesco, de Racing, Mauricio Pereyra, de Nacional, y Mario Álvarez, de Racing, ayer, en el estadio Centenario.

Foto: Javier Calvelo

Parecido no es lo mismo

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Nacional no pudo con el meritorio Racing, pero algo ha cambiado.

En el preestreno de Juan Ramón Carrasco como director técnico tricolor el equipo volvió a perder puntos y seguramente hipotecó, quizá definitivamente, su chance de pelear por el primer torneo de la temporada, pero también se prendió una luz en la oscuridad. Por momentos, sobre todo en el primer tiempo, Nacional mostró una intención de juego plausible, lo que da la pauta de que con la sumatoria de días y semanas de trabajo seguramente se verán con frecuencia los frutos que pretende su nuevo técnico. El empate final fue justo, porque enfrente los tricolores tuvieron un rival más que respetable, que hizo un buen trabajo y fue al frente en todo momento. Las dos fuerzas en disputa generaron un partido vibrante y atractivo en la ventosa tarde del Centenario.

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De pique la primera novedad que presentó en la cancha Nacional en este nuevo ciclo fue la disposición táctica.

Los tres delanteros netos que puso Juan Ramón (que vio el partido desde un palco porque el que estuvo al costado de la cancha fue el Zorro Gustavo Bueno) fueron el cambio sustancial en un equipo que además mostró otra intención de juego, siempre apelando a la pelota por abajo. Conocedor del libreto de Carrasco, fue el volante Robert Flores quien asumió el papel del director del ataque tricolor, cumpliendo una tarea por demás aceptable. En el primer tiempo Nacional mostró buenas virtudes ofensivas y no acumuló goles en el marcador sólo por pequeñas fallas en la definición de las maniobras ofensivas.

Del otro lado Racing hizo lo suyo. Aun llegando menos que su rival, el conjunto de Sayago, desde hace pocas semanas dirigido por Edgardo Arias, fue generoso con el espectáculo. Los albiverdes salieron a jugar sin complejos y si bien no fue lo más acorde con el trámite del partido tampoco fue del todo sorpresiva su puesta en ventaja, consecuencia de una linda incursión colectiva bien definida por el efectivo Danilo Cóccaro. Así como Nacional mejoró sustancialmente su trabajo en el plano ofensivo, mostró a lo largo de todo el encuentro de ayer las mismas deficiencias defensivas que ha venido exhibiendo desde el inicio del Torneo Apertura, las que fueron bien capitalizas por los cerveceros. Curiosamente, en el lapso del partido en el que los de Carrasco jugaron mejor terminaron perdiendo.

En la mayor parte del segundo tiempo los jugadores de Nacional dejaron de lado la aplicación de las enseñanzas de su nuevo entrenador y se fueron arriba en forma más bien anárquica. Así y todo, llegaron al empate con un penal anotado por el Morro García tras una falta que le habían cometido a él mismo, y fue el propio artillero el que decretó la igualdad final luego de un centro desde la izquierda del argentino Pernía. Quizá el delantero que menos se ciñó al libreto de Carrasco fue el más decisivo del partido, porque en lo concreto, más allá de los firuletes y buenas combinetas de ataque, fue García con su optimismo de goleador quien salvó el resultado para los tricolores.

Racing estuvo coqueteando seriamente con la victoria. Fue en ventaja en dos ocasiones y sobre el final pudo festejar nuevamente, pero el zaguero Coates abortó cerca de la línea una jugada clara de ataque que pudo haber definido el duelo. Sobre el césped del Centenario los de Sayago jugaron mucho más de lo que refleja su pálida figuración en la tabla de posiciones, en la que ocupan el antepenúltimo lugar. Fueron un equipo ordenado y que en ataque, dirigido por el interesante Jean Pierre Barrientos, siempre representó una amenaza para la diletante retagurdia alba. El final del partido tuvo aplausos para los jugadores albiverdes y un voto de confianza para la nueva era tricolor.

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