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Santiago García, Mauricio Pereyra y Robert Flores, ayer, tras el gol de Nacional ante Bella Vista, en el Parque Central

Foto: Iván Franco

Y un día ganó

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Nacional salvó obstáculos y derrotó a Bella Vista en el Parque Central.

La sumatoria de contrariedades parecía sugerir que, más que buscar soluciones en el banco de suplentes, Luis González debía acudir a las páginas amarillas a la sección “Sálvenme, porque estoy engualichado”. Corrían cinco minutos del segundo tiempo cuando en una jugada accidental el delantero bellavistense José Varela golpeó accidentalmente con su rodilla la cara del defensor Sebastián Coates -hasta ese momento el mejor zaguero tricolor-, provocándole una lesión que forzó su salida de la cancha y el ingreso de Godoy. La adversidad no cedía y el técnico tricolor aún no sabía que al final de la tarde estaría celebrando el primer triunfo de su equipo en el campeonato.

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La grave lesión que sufrió el volante Muñeco Gallardo en el arranque del partido -luego diagnosticada como una rotura de tendón rotuliano, que hará que el argentino tenga que estar varios meses lejos de las canchas- y, después, la expulsión del debutante Mariano Pernía, antes del final del primer tiempo, parecían estar pautando una tarde frustrante para Nacional.

Con un jugador menos, el equipo debía ir en busca de una victoria impostergable y, además de los contratiempos mencionados, los tricolores no estaban jugando nada bien. La lesión de Coates parecía ponerle el sello definitivo de malaria a la suerte alba, pero pocos minutos más tarde el Morro García obtuvo un premio a su persistencia y con una buena definición puso el gol que a la postre fue el de la victoria. La jugada de la puesta en ventaja tuvo la participación de Horacio Peralta, ayer por lejos el mejor exponente de Nacional. Cuando la cosa estaba complicada, fue el talentoso jugador quien se puso el equipo al hombro, pidió siempre la pelota y marcó el camino del triunfo.

Desde sus pies y quizá también de los de Mauricio Pereyra y de los del inquebrantable Morro García fue que salió el mejor fútbol tricolor. A la cuota de juego se sumó la lucha en la mitad de la cancha de Tito Ferro, del floridense Palau y los aportes de Christian Núñez, y en base a esta combinación se cuajó la victoria de Nacional sobre el modesto equipo papal, que jugó 50 minutos con un jugador más pero con su inexpresividad se las arregló para disimular esa indudable ventaja.

Durante el segundo tiempo, el equipo de Luis González justificó plenamente la victoria y -aun sin tener un gran despliegue futbolístico- perfectamente podría haber aumentado la cuenta. El Morro, tras una buena asistencia de Mauricio Pereyra, reventó el travesaño, y Matías Cabrera, que sustituyó al ovacionado Peralta, tuvo una chance clarísima que no supo resolver, llevando la incertidumbre por el resultado hasta el final, aunque Bella Vista hizo muy poquito para cambiar la situación. Apenas dispuso de una ocasión de gol cerca del final, cuando el delantero Sebastián Palermo definió repentizando muy bien con un remate de tres dedos apenas por arriba del arco de Muñoz desde una posición sesgada. Por eso, más allá de que el cuadro de situación no fue el mejor, en base al empuje y a algunos chispazos de buen fútbol los tricolores pudieron sumar de a tres por primera vez en la temporada.

La tarde en el Parque Central finalizó de la misma manera que había empezado, con recordaciones para el Oreja Diego Rodríguez. La trágica desaparición del jugador dotó al partido de ayer de una carga emotiva adicional, creando una atmósfera muy especial. El impactante minuto de silencio previo al encuentro -que recordó lo sobrecogedor del silencio cuando desde hace un buen tiempo en esta clase de ceremonias lo habitual es una sonora salva de aplausos- cerró el duelo que todo Nacional hizo por la muerte de un integrante de su plantel. En lo deportivo quizá el resultado de ayer también haya marcado el inicio de una nueva etapa.

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