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Los jugadores de Peñarol tras el primer gol ante Bella Vista, convertido por Antonio Pacheco.

Foto: Victoria Rodríguez

Gran partido, gran victoria, gran rival

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Peñarol pasó apuros por demorarse en liquidar el partido pero Pacheco lo sacó de los pelos.

El triunfo 2-1 sobre Bella Vista dejó a Peñarol expectante en el Torneo Clausura -tiene pendiente el partido ante El Tanque- y le dio continuidad a presentaciones exitosas. El planteo muy ofensivo del DT papal, Pablo Alonso, marcó el trámite. Valió la pena estar en el Centenario el sábado de noche.

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Diego Aguirre comenzó las rotaciones de titularidades en su plantel y casi lo paga caro. Descansaron Darío Rodríguez y Juan Manuel Olivera, mientras que Nicolás Freitas (suspendido) y Matías Corujo (lesionado) indirectamente también descansaban pensabando en el futuro porque el miércoles Peñarol recibe a Liga de Quito, el domingo va al Tróccoli, donde enfrentará a Cerro, y el jueves siguiente juega la revancha en la capital de Ecuador.

Esos movimientos permitieron que volviera a la titularidad Fabián Estoyanoff, quien produjo una brillante actuación como hacía tiempo no aportaba. También estuvo en buen nivel Antonio Pacheco, quien reapareció luego de su ausencia en Mendoza, entre otras cosas aportando el primer gol y sirviendo el segundo.

El equipo dirigido por Diego Aguirre mostró ataques continuos e incisivos, realizados con muy buena técnica, con acciones colectivas y apostando a la velocidad de realización, todo ello sobre la base de una de sus mejores cualidades, la de atacar siempre en un frente lo más amplio posible invadiendo por las zonas laterales, las menos pobladas, tarea llevada a cabo, en esta oportunidad, por dos ex Fénix: el Lolo y Matías Mier.

Ya en diez minutos Tony Pacheco estuvo cerca de convertir un gol olímpico y un buen gol convertido de cabeza por Mier, totalmente legítimo, fue mal anulado por Pastorino, debutante en partidos de este tipo (“grande” contra “chico” en el Centenario). Ocho minutos después, una gran maniobra colectiva y la acción perfecta de Estoyanoff hicieron que Pacheco concretara la apertura del tanteador de frente al arco muy bien defendido por el minuano Sebastián Britos.

A todo esto cabe anotar que Bella Vista le daba sabor a la cosa porque no estaba mirando el partido, no se paralizó de temor ante la embestida aurinegra. Por el contrario, llamó la atención el audaz planteo que presentó con Gonzalo Bazallo como volante de contención desplegándose por delante de él, de derecha a izquierda, Baldi, Ignacio Nicolini y Jonathan Pérez, los dos últimos de muy buena gestión, mientras que quedaban como delanteros de punta Bigote López y José Varela. Peñarol acosaba y dominaba pero Bella Vista respondía y preocupaba: el gran partido estuvo planteado siempre.

El segundo tiempo aumentó en revoluciones con una variante importante: más o menos hasta los 20 minutos la característica fundamental de la contienda estaba bien clara: Peñarol no podía cerrar el partido, situación a la que se aproximaría de concretar un segundo gol muy esquivo. Se buscaba pero no se encontraba y Bella Vista no estaba ni cerca de rendirse.

Llegados al último cuarto del encuentro, la constatación era otra: Peñarol parecía desinflarse y los auriblancos crecían. A los 25 minutos el inquieto Jonathan Pérez probó un buscapié en un tiro libre y dos tiros de esquina seguidos marcaron una situación de acoso sobre el arco de Sebastián Sosa, muy bien defendido antes y después de ese momento crucial cuando en un córner de Pérez dio rebote y el zaguero central Esteban Maga, de destacado accionar, empató.

En esos momentos faltaban sólo 20 minutos por jugar y Bella Vista amenazó seguir de largo. Las situaciones de gol ya eran más numerosas ante el arco aurinegro que frente al papal.

Ya se jugaban los cinco minutos finales cuando una mano, la de Alejandro González, entró en contacto con la pelota en el área de Peñarol, pero esa jugada no fue sancionada como sí lo fue, inmediatamente, otra de un jugador papal en la cercanía de su área. De allí vino la excelente ejecución de Pacheco que, por un pelo, no entró directamente, pero la pelota golpeó el poste, derivó por la línea de arco y Guillermo Rodríguez la empujó al gol concretando la victoria que Peñarol necesitaba como el agua.

Final a corazón abierto en el Centenario, allí donde se vio el mejor partido de este torneo salvo mejor opinión.

Peñarol encaminó el equipo de cabotaje y entusiasmó a su gente tras las victorias ante Godoy Cruz Antonio Tomba y este querendón Bella Vista, para sumar presencias pasado mañana en el Centenario. Pablo Alonso y sus jugadores saben que tienen buenas oportunidades por delante con esa formación algo aventurera y muy entusiasta que aportó abundantemente para que un gran partido de fútbol se formalizara.

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