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Marcio Backes, Pablo Malinovsky y José María Di Nápoli, de Ferro Carril de Salto, luego del segundo gol del partido ante Lavalleja de Rocha, ayer, en el estadio Ernesto Dickinson.

Foto: Sandro Pereyra

La tierra del Mago

3 minutos de lectura
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Ferro Carril de Salto derrotó 2-1 a Lavalleja y forzó una tercera final.

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Con un gran partido de Carlos Mago Vera, el carbonero salteño ganó la segunda final de la Copa Nacional de Clubes del Interior y obligó a llevar la definición a un decisivo encuentro en tierras neutrales. Una vez más se jugó un partido parejísimo y muy disputado, y otra vez la balanza se inclinó para el lado local, que en este caso fue el equipo salteño. Mucha gente, incidentes varios y un clima de pura tensión conformaron el panorama de la tarde de ayer en el Dickinson.

Muchas cosas, mucha gente y un olor a final impresionante en los alrededores del estadio. La ciudad no estaba paralizada ni mucho menos por el partido, pero unos cuantos lo palpaban de cerca. Ferro Carril de Salto y Lavalleja de Rocha volvían a enfrentarse con un antecedente muy cercano, siete días antes, en El Tenis rochense. Las cámaras de los canales y los caracteres que se focalizaron en los incidentes del domingo pasado traían cierta incertidumbre en el desempeño de este partido.

De arranque el juego no empezó de manera normal. La imagen era contundente: el formalismo del ingreso de las banderas de la Organización del Fútbol del Interior y del Fair Play se contrastaban con los empujones y manotazos que volaban en la salida del túnel entre jugadores, delegados y allegados. Ya era raro. A eso se le sumó que la primera incidencia del partido fue una amarilla y no el saque inicial. ¡Sí! Matías Feola fue amonestado antes de que se haciera el sorteo inicial.

Un vagón de gente

El Dickinson, avejentado y herrumbrado, alojó a más de 3.000 personas en sus tribunas. La principal estaba llena de hinchas salteños, con barra de aliento, bombo, trompeta y verticales. Enfrente estaban unos 250 hinchas de Lavalleja que se viajaron casi 700 kilómetros con la ilusión de ver al equipo de los tres barrios, por primera vez en su historia, campeón del interior. Apostada desde temprano en el estadio, la hinchada albiverde cantó, se divirtió y bailó haciendo la previa de la final. Otra vez hubo mucho color y cotillón.

El partido de ayer volvió a dejar a las claras que los dos finalistas son equipos muy parejos. Al igual que el domingo anterior, ambos tuvieron chances claras de gol y cualquiera pudo haber ganado. En este caso ganó Ferro, que empezó mejor y se encontró con una genialidad del Mago Vera, que tuvo un tiro libre en la puerta del área y engañó a todos al patear bajo y al palo del arquero, que no tuvo tiempo de reaccionar. El local jugaba mejor y ya se había encontrado con un gol, que llegó luego de una falta al borde del área que el árbitro Larrama había sancionado con retroactividad.

El artiguense fue el más participativo, buscó y quiso todas. Después del gol tuvo un buen remate desde fuera del área que pasó por arriba del travesaño y después otro tiro libre que contuvo bien el arquero visitante.

Lavalleja estaba esperando. No tenía grandes opciones para ir a buscar el empate, pero tuvo un tiro libre en la mitad de la cancha que le dio aire. Subieron unos cuantos a cabecear un centro que se esperaba llegar frontal. El capi, Matías González, sacó tremendo derechazo que empezó a tomar altura y velocidad, ayudada por el viento. Siguió y siguió hasta que se le coló por arriba al bajito Diego Burgos, que retrocedió todo lo que pudo pero no pudo intervenir para que no se materializara el gol de la mitad de la cancha. Fue el empate, pero no sólo eso. Tomó mucho impulso el equipo visitante y se despertó. Otra vez Matías González apareció en acción, saliendo de la cueva de los zagueros donde él habita, y le metió un pase azucarado al Tato Barboza -goleador del campeonato-, que quedó mano a mano con el arquero salteño y al definir se le fue apenas ancha.

No te deja levantar

Cuando pintaba para que Lavalleja siguiera buscando otro gol -a pesar de que después del empate se paró con una línea de cinco defensiva-, un pelotazo en largo le cayó al chiquitín Marcio Backes, que lo mató de pecho, encaró al bloque defensivo y antes de pisar la medialuna sacó un remato cruzado que se coló contra el palo. En el momento menos esperado, Ferro volvía a ponerse en ventaja.

El entretiempo sirvió de tilo para la tarde. Se calmaron las ansiedades por un rato, a pesar de saber que se venía lo más bravo.

Los segundos 45 -que fueron casi 55- minutos se dejaron ganar por la tensión. El silencio que bajaba de la tribuna marcaba la expectativa con que se vivía la situación. Los de Rocha intentaron ser más finos, y a pesar de tener unas cuantas de peligro no lo pudieron empatar.

El domingo que viene será la decisiva, seguramente en el Campeones Olímpicos de Florida, equidistante de las dos capitales. Lavalleja va por la gloria de coronarse por primera vez como el mejor del interior. Ferro, con más experiencia, quiere repetir otras consagraciones.

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