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Hogar El Retoño, que trabaja en convenio con el INAU, donde residen niños separados de sus familias o huérfanos. (archivo, octubre de 2007)

Foto: Ricardo Antúnez

De nadie

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Caso Mía: reflejo de la burocracia y de intereses encontrados.

El viernes concluyó la primera etapa judicial del caso de Mía, la niña de 16 meses que es reclamada por su familia sustituta, por su familia adoptiva y, ahora también, por la biológica. El caso evidencia que los tiempos de la Justicia y del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) son inadecuados para el bienestar de los niños que no son reconocidos o no pueden permanecer con sus padres biológicos.

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Hace varios días que es noticia. Si bien la historia comenzó hace meses, recién este año se hizo pública e involucró a buena parte de la sociedad. Mía fue abandonada en el hospital de Las Piedras y pasó los primeros meses de vida en la casa de una familia sustituta perteneciente al programa de Acogimiento Familiar de INAU. Su llegada no fue indiferente, revolucionó para bien el hogar y en setiembre del 2011 decidieron comenzar las gestiones para adoptar a la pequeña. A pesar de que estuvieron a cargo de la niña desde las primeras semanas de vida hasta los 16 meses, no tuvieron prioridad para adoptarla; antes estaban todas las personas que esperan, hace al menos cinco años, para ser padres, y que han atravesado las diversas instancias a las que suelen ser sometidas las parejas que desean adoptar.

En octubre de 2011 la Justicia resolvió que Mía fuera entregada a la familia adoptiva, pero la familia sustituta (Márquez-Hernández) se resistió. Ante este panorama, el juez dispuso intervención policial y así, entre llantos y gritos de dolor, se hicieron de la niña. En ese momento la situación tomó estado público; distintos actores sociales se involucraron, y hasta se juntaron unas 8.000 firmas en todo el país para que Mía vuelva con sus padres y hermanos sustitutos.

Tras ser entregada a sus padres adoptivos, la familia sustituta apeló a la Justicia para recuperar la tenencia. El viernes se conoció la noticia de que la jueza de familia de Las Pierdas, Mary Campiglia, no dio lugar al recurso presentado porque, entre otros motivos, la familia demandante ya sabía que la situación era provisoria. De esta manera, la niña permanece con la pareja adoptiva. Si bien el abogado de los Márquez-Hernández, Sergio Rodríguez, detalló a la diaria que “no apelarán al fallo” por “falta de respaldo” y “presiones institucionales”, no descartó que otros familiares lo hagan. Al respecto, dijo que ayer de tarde mantuvo una reunión con el abuelo materno de la niña y con algunas tías que “ni siquiera sabían de su existencia”, y los asesoró sobre el proceso de adopción y de tenencia de la niña. Aclaró que los últimos reclamos llegaron por el lado de la familia materna pues el padre directamente no reconoció a Mía, y señaló que su madre se encuentra en situación de calle. “Me la mostraron de lejos, estaba hurgando en un desagüe de boca de tormenta”. Rodríguez criticó que si bien desde el INAU se informó que el proceso de adopción se demoró porque estaban buscando a los familiares de la niña, lo único que hicieron fue localizar a su madre. No se contactaron ni con su abuelo materno ni con sus tías antes de aprobar la adopción, “a pesar de que por ley tienen que contactar hasta el tercer grado de consanguinidad”.

El teléfono descompuesto generado en las últimas semanas determinó que políticos de la oposición -tanto blancos como colorados- pidiera la renuncia del directorio de INAU por la “incapacidad para garantizar el bienestar y el interés de los menores a su cargo”.

Por su parte, Jorge Ferrando, director de INAU, dijo días atrás a este medio que “tanto en este como en otros casos en que se dan demoras en la adopción hay problemas judiciales de por medio”. Aclaró que los plazos siempre los define el juez y allí deben haber cambios en materia de legislación; la Justicia y el instituto deben disponer de los mismos plazos. Asimismo, sostuvo que se pretende que las parejas seleccionadas de entrada se hagan cargo del niño, aunque se corre riesgo de que no se concrete la adopción.

Reina Hernández, madre sustituta de Mía, resumió a la diaria que de todos los hijos sustitutos que tuvo, nunca llegó a su hogar ninguno “tan chiquito y tanto tiempo”. Seguidamente aclaró: “Tanto tiempo para el apego y la historia que Mía creó en mi casa”.

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