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Dwayne Curtis, de Aguada, y Lucas Tischer, de Baurú, anoche, en el Palacio Peñarol. Foto: Nicolás Celaya

Aguada e ninguém mais

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El equipo uruguayo venció 82-80 a Baurú y es finalista de la Liga Sudamericana.

Explotamos. Era un partido imposible. Era necesario un juego superlativo para ganar. El aguatero lo encontró, lo levantó, y lo ganó. Todo se definió en esa delgada línea de la precisión. Mató el capitán Morales, de tres. Na vida só resta seguir. Aguada le ganó 82-80 a Baurú y es finalista de la Liga Sudamericana.

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El primer tiempo fue un subibaja. Aguada jugó los 10 primeros minutos cómodo, ordenado en ataque y bien parado en defensa, solidario. Con una ofensiva rotativa, no tan encasillada en lo que aportara García Morales sino distribuyendo también las opciones de gol en Jeremias Smith y Cedric McGowan. Astuto el aguatero, porque Baurú cambiaba la marca sobre Leandro sin dejarto jugar cómodo. En defensa, el local controló a Taylor siempre que pudo y bloqueó a Lucas Tischer en el juego interior. Tanto ahogó, que se llevó el primer cuarto 22-17.

El segundo chico fue todo brasileño. Con un plantel más largo, rotó y encontró hombres y manos frescas, con aire. El base estadounidense nacionalizado comenzó su mecanismo de juego y le imprimió velocidad al ataque, con mucho movimiento de balón adentro-afuera, con Murilo como pivot, rotando y asistiendo al perímetro, que no perdonó cuando le quedó. De arranque el parcial de 11-2 para Baurú dio vuelta el resultado.

Aparecieron los triples de Leandro, Aguada empató en 30 y comenzó la debacle. Cinco minutos sin anotar pueden ser lapidarios. El cerco defensivo de los brasileños cortó la prolijidad del ataque aguatero y proyectó rápidas transiciones de gol seguro. Parcial 15-0 para Baurú, de 34-31 a 48-31, con 26 puntos bajo el aro. Una brecha importante.

La reacción

No era fácil, con el panorama que dejó la primera parte, una remontada aguatera. Sobra corazón, pero faltaban manos precisas. Sin embargo, llegaron. Federico Bavosi encajó un par de triples, Leandro, solo contra el mundo, también dañó desde afuera, y desde el personal, Dwayne Curtis se adueñó necesariamente de ambas pinturas. Aguada cumplió. Hizo a la perfección lo que debía para ponerse en partido tras una amplia diferencia. Fue importante el juego defensivo. Cerraron los conductos de transición de Larry Taylor y su administración colectiva de las opciones. Ésa fue la clave del 65-57 final del tercero.

El partido era un partido. No había diferencia para cerrar y darlo vuelta. Pesó la participación en ascenso de Curtis. Usó bien el cuerpo entre los grandes brasileños, encontró puntos rápidos y bajó varios rebotes que fueron segundas chances. En Baurú, con Taylor ya contenido y desgastado, apareció el panameño Josimar Ayarza como sostén. Más partido fue cuando Aguada pasó por uno, 77-76, con dos triples de Leandro. Pudo ser de cualquiera pero se llenó de agua.

É com você

Uniceub de Brasil no dio margen alguno durante el partido de primera hora en el Palacio Peñarol, y ganó bien. Los dirigidos por el argentino Sergio Hernández son un equipo completo, con un perímetro tremendo y fino, más una tabla bien conformada por el experiente Guilherme y los estadounidenses Marcus Goree y Clarence Matthews. Entre tanto y punto vencieron 81-69 a Boca con mano caliente para los triples y mucho concepto en el ataque zonal, además de una defensa bien trabajada, forzada por la ofensiva xeneize, con Martín Osimani como estandarte.

Sin Alex Ribeiro en Uniceub por lesión, el tridente de incidencia de los norteños fueron Nezinho, que hizo 24 puntos; el Oso Osimani, que puso 10, 6 asistencias y 3 robos; y Guilherme, que aportó 17 puntos y bajó 10 rebotes. En Boca, que ganó los últimos cuartos sin descontar la brecha global, se destacó Alejandro Diez con 15 puntos.

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